Los refugiados en Goma temen volver a Ruanda

ALFONSO ARMADAENVIADO ESPECIAL Miles de cad¨¢veres se pudren a la intemperie en la regi¨®n de Goma, al noreste de Zaire, donde un mill¨®n largo de refugiados, huidos de la guerra civil de Ruanda, temen volver a casa por temor a sangrientas y mortales represalias. Treinta ni?os mueren cada d¨ªa de c¨®lera y desnutrici¨®n en el orfanato de la localidad. Peter Hansen, el enviado especial del secretario general de las Naciones Unidas, tuvo que verlo para creerlo. "La situaci¨®n est¨¢ fuera d¨¦ control. Todo lo que hacemos a nivel sanitario, alimentario y log¨ªstico es insuficiente". A poco m¨¢s de trescientos metros del lugar en el que Hansen admit¨ªa la magnitud del desastre, decenas de cuerpos esperaban sepultura.

Los cad¨¢veres huelen cada d¨ªa peor, y algunos, los que no han sido piadosamente envueltos en su estera de dormir, se hinchan al sol. Se les puede ver por todas partes junto a los tenduchos, farmacias y peluquer¨ªas de Goma, junto a los bares y tapias donde holgazanean los derrotados del Ej¨¦rcito ruand¨¦s, junto a los arcenes y descampados donde los refugiados comen, duermen y agonizan. Camino de Munigi, el campo de la muerte, a cinco kil¨®metros de Goma, las hileras de cad¨¢veres forman ya parte de un paisaje familiar. Las fosas comunes abiertas por los soldados, franceses de la Operaci¨®n Turquesa, a dos kil¨®metros del centro de Goma, est¨¢n abarrotadas. La Cruz Roja anunci¨® ayer que abrir¨¢ seis nuevas fosas cerca de Kibumba, un campo a 28 kil¨®metros de Goma donde malviven casi 500.000 personas. Pero nadie parece dispuesto a alarmarse m¨¢s de lo estrictamente necesario. El fantasma de la peste puede volverse real en cualquier momento. Es lo ¨²nico que falta, despu¨¦s de que 11.000 personas hayan muerto ya v¨ªctimas de c¨®lera. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud emiti¨® ayer un mensaje relativamente tranquilizador, cuando anunci¨® que hab¨ªa identificado el tipo de vibri¨®n que asola los campos de refugiados y dijo que, aunque "no es de los m¨¢s f¨¢ciles de tratar", se combate con el antibi¨®tico Furazolidone.En el orfanato de Nyundo, la vida no mejora para los 4.000 ni?os hacinados bajo tiendas de pl¨¢stico, sobre un suelo volc¨¢nico, pedregoso. Un almac¨¦n de maderas oscuras hace las veces de hospital: la primera sala ofrece una estampa extra¨ªda de un campo nazi. Veinticinco ni?os escu¨¢lidos y desnudos, tendidos en colchonetas, algunos con el gotero clavado en el brazo, tratan de huir de la epidemia. En la contigua sala de los deshauciados, a 12 ni?os menores de 10 a?os no les quedaba ya ninguna esperanza.

Al enviado de Butros Butros-Gali le bast¨® un paseo en autom¨®vil por Goma para poner en evidencia al delegado del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Ray Wilkinson, en la zona. Wilkinson hab¨ªa asegurado que la tragedia empezaba a ser doblegada. Los fondos especiales de la ONU para las cat¨¢strofes est¨¢n a cero. "Hace d¨ªas pedimos a los donantes 270 millones de d¨®lares (35.000 millones de pesetas). El lunes pediremos en Ginebra 440 millones de d¨®lares", declar¨® Hansen, con un punto de amargo escepticismo en su boca.

La uruguaya Mercedes Sayagues, de 41 a?os, portavoz del Fondo Mundial de la Alimentaci¨®n, pone todo su empe?o en presentar buena cara al mal tiempo. "Nadie puede improvisar de la nada una ciudad para recibir a un mill¨®n de personas. Tenemos medio mill¨®n de desplazados en Tanzania, 200.000 en Burundil un mill¨®n largo aqu¨ª y dos millones dentro de Ruanda". Para ella tambi¨¦n era un error la pretensi¨®n estadounidense de lanzar ayuda desde el aire. Despu¨¦s de un primer intento en la tarde del. domingo, en el que siete toneladas cayeron en un platanar en vez de en la diana prevista, Estados Unidos ha decidido escuchar los consejos de las organizaciones humanitarias. As¨ª lo admiti¨® ayer el comandante Guy Shields, de 38 a?os, encargado de prensa en Goma: "Hemos llegado a la conclusi¨®n de que no resulta lo m¨¢s ¨²til aqu¨ª. Ya est¨¢ en camino una planta potabilizadora".Mientras tanto, el paso fronterizo de Goma, entre Zaire y Ruanda, sigue siendo un lugar poco transitado. Los tutsis del campo de Kituku, que huyeron de Ruanda poco despu¨¦s de que en abril se iniciaran las matanzas, est¨¢n dispuestos a volver ¨²nicamente si cuentan con protecci¨®n militar hasta la frontera, indica Jos¨ªas Ntazinda, jefe del emplazamiento, donde 5.560 tutsis y 40 hutus conviven en un campo mod¨¦lico, instalado antes del ¨¦xodo masivo de ruandeses.Pero la mayor¨ªa hutu teme ser represaliada, como dice Fran?ois Xavier Majune, de 34 a?os y cuatro hijos, que huy¨® de Ruanda con su t¨ªtulo de diplomado en Desarrollo Rural y colabora en la limpieza del orfanato de Goma. "Mi cu?ada volvi¨® y le arrancaron los ojos, las orejas y la nariz", dice con calma, convencido de que en la nueva Ruanda, dominada por el protutsi Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s (FPR), no hay lugar para ¨¦l. En la inmediata frontera el r¨®tulo de "Bienvenidos a Ruanda" sigue sin tener mucho ¨¦xito.