Carta abierta a la sociedad espa?ola
La Cruz Roja lleva m¨¢s de un siglo luchando a favor de la construcci¨®n de una vida libre y justa, afirma el articulista. En un mundo en plena transformaci¨®n, esta organizaci¨®n no gubernamental asume otras demandas y retos, no sin muchos problemas.
El 6 de julio de 1864 se fund¨® la Cruz Roja Espa?ola. Han transcurrido 130 a?os desde entonces, periodo durante el cual se ha prestado tal cantidad de servicios y le ha desplegado tal volumen de actividad que nunca podremos demostrar totalmente nuestra gratitud a la enorme cantidad de personas que abnegadamente han estado detr¨¢s de todo ello de un modo u otro.La idea original que la fundaci¨®n de la Cruz Roja fue la de constituir sociedades de socorro que se preparasen durante los periodos de paz para ayudar en tiempo de guerra a los militares heridos en campa?a. La otra perspectiva era que. s¨®lo voluntarios bien formados e independientes podr¨ªan garantizar esta labor. Est¨¢ presente aqu¨ª una preocupaci¨®n humanitaria que es la constante m¨¢s significativa y destacada para explicar c¨®mo una idea surgida a mediados del siglo pasado, puede llegar a finales del presente siglo con tal expansi¨®n y solidez.
La fortaleza del Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja reside precisamente en esa preocupaci¨®n por la suerte de las personas. No tardamos mucho tiempo en percibir que nuestra capacidad y preparaci¨®n pod¨ªa prestar grandes servicios a las poblaciones v¨ªctimas de desastres naturales o emergencias en tiempos de paz. Esta capacidad de adaptaci¨®n a lo cambiante de las exigencias humanitarias tambi¨¦n ha resultado ser uno de nuestros puntos fuertes. Finalmente los principios fundamentales del movimiento (humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, car¨¢cter voluntario, unidad y universalidad) y la estructura internacional son tambi¨¦n fortalezas que explican nuestro enorme desarrollo y consolidaci¨®n pese a tan prolongada existencia.
El mundo de hoy es esencialmente distinto del que vio nacer a la Cruz Roja y, por tanto, las demandas que nos plantea son necesariamente distintas. Las din¨¢micas m¨¢s negativas de la sociedad generan infinidad de situaciones de desigualdad, marginaci¨®n e injusticia, que afectan a sectores de poblaci¨®n desfavorecidos. Junto a la riqueza, la opulencia y el acceso al consumo de unos sectores de poblaci¨®n, conviven la pobreza, la mendicidad y la imposibilidad de alcanzar un est¨¢ndar m¨ªnimo de calidad de vida de otros sectores. Est¨¢n presentes tambi¨¦n los problemas de desigualdad en el acceso a la cultura, al ocio y al desarrollo pleno de las capacidades personales. Todo esto se refiere no s¨®lo a la gran distancia que separa a pa¨ªses ricos de pa¨ªses pobres; en el interior de las sociedades que llamamos desarrolladas existe esta distancia entre unos grupos y otros. Ha de a?adirse el agravamiento a gran escala del deterioro medioambiental as¨ª como las reacciones insolidarias que se producen en la sociedad frente a ciertas situaciones, algunas nuevas y otras no tanto (inmigraci¨®n, sida, envejecimiento, minusval¨ªas...).
El sentido que tiene esta carta es, cuando se cumplen 130 a?os de existencia de Cruz Roja Espa?ola y a, la vista de tales problemas, proponer a la sociedad espa?ola unas reflexiones que intentan ser un desarrollo de nuestra preocupaci¨®n humanitaria.
Decir que el nuestro es un mundo que conoce la paz desde el final de la ¨²ltima guerra mundial es, obviamente, pura ret¨®rica en la que ya pr¨¢cticamente nadie incurre. Parece claro que los esfuerzos en favor de la paz, cuando se limitan a intentar terminar con el uso de armas (la no guerra) tienen un alcance limitado en sus logros porque no atacan al problema en su ra¨ªz. El "nuevo orden mundial" que nos promet¨ªamos cuando termin¨® la guerra fr¨ªa no s¨®lo no ha resuelto estos problemas, sino que adem¨¢s empeora la suerte de los pueblos del Tercer Mundo. Y en el seno de las sociedades que llamamos desarrolladas crecen tambi¨¦n las bolsas de pobreza y marginaci¨®n, lo que se ha dado en llamar el cuarto mundo.
Para la Cruz Roja la paz no es la simple ausencia de guerra. S¨®lo una paz construida con un sentido positivo puede consolidarse y hacerse universal , mediante la consagraci¨®n de una ¨¦tica de la solidaridad humana y la supresi¨®n de la desconfianza entre las personas y los pueblos, fundada en la justicia y la distribuci¨®n equitativa de los recursos y en la cooperaci¨®n, la independencia, la soberan¨ªa, la igualdad y en el respeto de los derechos humanos, las libertades y las opciones individuales y de los pueblos.
Es claro que la tarea de construir una paz en sentido positivo en un mundo como el que nos toca vivir es algo que requiere una actitud ¨¦tica y militante de compromiso pr¨¢ctico con unos valores. La mera filantrop¨ªa o la caridad, aun siendo actitudes absolutamente dignas, parece que llevan detr¨¢s s¨®lo una propuesta introspectiva e intimista, pero no un proyecto de sociedad amplio m¨¢s all¨¢ de la mera ordenaci¨®n ¨ªntima del comportamiento. Por ello la trascendencia del valor de la solidaridad que, adem¨¢s de criterio de ¨¦tica individual, pretende ser un criterio estrat¨¦gico de comportamiento d¨¦ las organizaciones y grupos humanos.
Suele subrayarse que existe un discurso social pesimista que enaltece y prioriza las respuestas individuales a los problemas. Esta cultura individualista siembra la duda sobre si es posible un mundo de participaci¨®n frente a las dificultades. La respuesta a esta visi¨®n pesimista es, sin embargo, muy alentadora, porque las sociedades se muestran capaces de generar y articular ideas y concepciones solidarias en forma de oferta plural de organizaciones comprometidas con el llamado Tercer Mundo, con los derechos humanos y con el apoyo a v¨ªctimas de injusticias, marginaci¨®n, desastres naturales o conflictos armados. El. an¨¢lisis pesimista tiende a se?alar que la nuestra es una sociedad desarticulada, no participativa, y que el movimiento asociativo est¨¢ en crisis. Por lo que acabamos de decir parece que esto no puede ser mantenido sin m¨¢s. Tal vez lo adecuado ser¨ªa reconocer que en realidad nos cuesta encontrar ideas-fuerza capaces de ilusionar, hacer participar y dise?ar proyectos ut¨®picos de construcci¨®n de sociedades m¨¢s justas. La Cruz Roja lleva m¨¢s de un siglo al servicio de esta ilusi¨®n, intentando ofrecer un sitio para la participaci¨®n en solidaridad con los que sufren, en compromiso contra la indiferencia y a favor de la construcci¨®n de una vida libre y justa.
Este r¨¢pido vistazo de nuestro entorno social nos sit¨²a autom¨¢ticamente ante un panorama en que la prioridad no puede ser el autoexamen, la autocomplacencia o la dramatizaci¨®n simplista acerca de la dureza de los tiempos en que nos ha tocado vivir. Las prioridades saltan r¨¢pidamente a la vista; la pobreza, la marginaci¨®n, las injusticias, las desigualdades, el subdesarrollo, el hambre, las guerras, las sequ¨ªas, la desertizaci¨®n, el deterioro medioambiental, en definitiva los derechos humanos de las generaciones presentes y de las futuras. Esta perspectiva ayuda a situar cada cuesti¨®n en su sitio, a ver las cosas en su dimensi¨®n global, como partes de un todo m¨¢s amplio. Los problemas y debilidades actuales de Cruz Roja son muchos, pero es mucha tambi¨¦n la energ¨ªa solidaria que puede ser movilizada a¨²n. Planteamos esto aqu¨ª esperando que con ello animaremos a reflexionar. El lector tiene la palabra.
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