Independencias recuperadas
Despu¨¦s de los acuerdos firmados el martes pasado en Mosc¨² por el presidente ruso, Bor¨ªs Yeltsin, y el de Estonia, Lennart Meri, las tropas rusas que quedan en el pa¨ªs b¨¢ltico, unos 2.500 hombres, deben retirarse antes de. que termine agosto. Este resultado, consecuencia de una serie de tiras y aflojas en las ¨²ltimas semanas (recordemos que Yeltsin se mostr¨® negativo cuando habl¨® con Bill Clint¨®n en la visita a Riga de este. ¨²ltimo), completa la recuperaci¨®n de su independencia por las tres rep¨²blicas b¨¢lticas: en Lituania y Letonia, la retirada de las tropas rusas ya se ha llevado a cabo. Al margen de los problemas sin duda duros que quedan pendientes (con Estonia, por ejemplo, la base de submarinos de Padilski y las diferencias territoriales de Pskov y Narva) el hecho m¨¢s importante es que Rusia ha tenido que renunciar en los pa¨ªses b¨¢lticos a aplicar su doctrina del extranjero cercano, gracias a la cual sigue manteniendo tropas rusas en numerosas rep¨²blicas de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, como Georgia, Moldavia, Azerbaiy¨¢n, Armenia, Tayikist¨¢n...A esta pol¨ªtica, que acumula un combustible muy peligroso para futuras etapas de las relaciones de Rusia con sus vecinos, ni Europa ni EE UU han puesto inconvenientes serios. Parece m¨¢s bien que se ha aceptado la idea de que Rusia debe ayudar a resolver, incluso con sus tropas, los conflictos o guerras que se han desarrollado en esas zonas. ?Por qu¨¦ han evolucionado las cosas de otra manera en los pa¨ªses b¨¢lticos? Sin duda hay causas hist¨®ricas que han pesado mucho: la fragilidad de los lazos con la URSS, establecidos por la fuerza hace menos de 50 a?os se manifest¨® enseguida; no pocos antiguos dirigentes comunistas adoptaron una actitud independentista a los primeros signos de apertura en Mosc¨². El deseo radical de crear un Estado separado se manifest¨® con un apoyo popular casi total. Al mismo tiempo, ha habido uri apoyo internacional a la independencia de los pa¨ªses b¨¢lticos, claro si bien no siempre muy activo. Lo reflej¨® el viaje de Clinton antes de la ¨²ltima cumbre de los siete. A la vez, ha sido importante, si bien menos conocido, el papel de la diplomacia sueca, una de las m¨¢s inteligentes de Europa, que contest¨® a la tesis rusa diciendo que los pa¨ªses b¨¢lt¨ªcos son "extranjero -cercano" para Suecia.Por otra parte los argumentos rusos defendiendo el derecho de los ciudadanos de esos pa¨ªses de origen ruso a ser tratados con pleno respeto de los derechos. humanos es irreprochable, por mucho que haya sido intrumentalizado pata causas esp¨²reas. Hay en los nacionalismos let¨®n, estonio y lituano ideas escandalosas encaminadas a discriminar a los rusohablantes neg¨¢ndoles la ciudadan¨ªa. Los recientes acuerdos de Letonia y Estonia con Rusia parecen ,incluir medidas sensatas que deben abrir paso a pol¨ªticas de integraci¨®n.
Sin embargo, ante este caso como otros en distintas zonas de nuestra continente, Europa se retrasa mucho en estructurar una pol¨ªtica supranacional, europea, ante el problema de las minor¨ªas nacionales. Cuando diversos pa¨ªses de Centroeuropa y de otras zonas est¨¢n a¨²n decidiendo sus bases constitucionales, ser¨ªa fundamental que el principio del control internacional sobre el respeto por cada Estado de los derechos humanos en relaci¨®n con las minor¨ªas nacionales fuese asumido. Convendr¨ªa que las discrepancias se manifestasen en la fase de su discusi¨®n pol¨ªtica y te¨®rica, y no cuando ya empiece a tiros tal o cual minor¨ªa intentando imponer lo qu¨¦ considera justo para ella. Por ahora, las conversaciones bilaterales han evitado conflictos a armados entre Eslovaquia y Hungr¨ªa, o Rumania y Hungria, por citar casos muy explosivos. Pero las "buenas relaciones" est¨¢n a merced de fiebres electorales, de cambios de gobierno. Una instancia supranacional, tanto con diplomacia preventiva como con formas de coacci¨®n, deber¨ªa garantizar que el ejemplo yugoslavo no se repita.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.