Kagame, el cerebro en la sombra
A Paul Kagame no le gustan los focos. Prefiere pasar inadvertido, cosa harto dif¨ªcil dado su 1,90 de estatura. Pocos le han visto desde que las tropas del Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s (FPR) se hicieran con el control de Kigali. Miembro de la familia real tutsi y comandante en jefe del FPR, Kagame es el inspirador del nuevo Gobierno ruand¨¦s, el verdadero hombre fuerte del r¨¦gimen. Paul Kagame maneja con soltura las modernas t¨¦cnicas de la comunicaci¨®n pol¨ªtica, con su dosis de puesta en escena, declaraciones oportunas y gestos interesados. De ¨¦xito ante la opini¨®n p¨²blica internacional puede considerarse la presentaci¨®n del nuevo Ejecutivo de Kigali, con dos hutus moderados a la cabeza: Pasteur Bizimungu, como presidente, y Faustin Twagiramungu, como primer ministro.Twagiramungu era el nombre seleccionado por los negociadores del pacto de Arusha, firmado por el Gobierno de Juvenal Habyarimana y el FPR en agosto de 1993, y que establec¨ªa el calendario para el regreso a la democracia y una cuota de poder para los tutsis. La muerte de Habyarimana, el pasado 6 de abril, reaviv¨® la guerra y ech¨® por tierra el pacto. Ahora, Kagame controla todos los hilos. Falta que regresen los refugiados, pero Estados Unidos ya ha apostado por las nuevas autoridades, desbancando a Par¨ªs, que sosten¨ªa estrechos v¨ªnculos con Habyarimana, como ha demostrado hasta el final, con la creaci¨®n de una zona de seguridad al sureste del pa¨ªs que permiti¨® al antiguo Gobierno ponerse a salvo.
Estrechamente vinculado al presidente ugand¨¦s, Yoweri Museveni, con quien combati¨® los reg¨ªmenes de Idi Amin y Milton Obote, y a quien ayud¨® a conquistar el poder gracias a la eficacia de los guerrilleros tutsis, Kagame lleg¨® a ser jefe de la Inteligencia Militar y comandante del Ej¨¦rcito ugand¨¦s. A pesar del aspecto que le proporcionan sus gafas de montura dorada, sus manos finas y su expresi¨®n precisa, ¨¦l asegura que no se considera un intelectual. "Despu¨¦s de terminar el colegio me integr¨¦ en la guerrilla de Museveni, y a la formaci¨®n militar he consagrado los mejores a?os de mi vida. Porque siempre he tenido en mente que volver¨ªa a Ruanda", declar¨® poco despu¨¦s de que su sue?o se hiciera realidad. Profundamente marcado por el exilio de su familia por la revoluci¨®n social hutu de 1959, en vez de "optar por una vida confortable en Uganda" eligi¨® "crear un maquis para liberar al pa¨ªs de una dictadura injusta'.
Due?o de una formaci¨®n militar adquirida en ambientes en principio incompatibles, como Libia y Fort Leavenworth (en Kansas, Estados Unidos), y lector de obras de Mao Che Guevara y manuales de estrategia, tiene fama entre sus hombres de ejercer una disciplina de hierro. En una entrevista con el diario franc¨¦s Lib¨¦ration declar¨®: "Recientemente, dos de nuestros soldados violaron y mataron a una muchacha. Fueron juzgados en un consejo de guerra y ejecutados. Los asesinos del arzobispo de Kigali fueron tambi¨¦n juzgados. As¨ª no dir¨¢n que somos condescendientes. Por no seguir esa forma de actuar el Ej¨¦rcito ruand¨¦s acab¨® consintiendo las matanzas". De ah¨ª su insistencia en la necesidad de restaurar el valor de la justicia en Ruanda y en que los que han tomado parte en los asesinatos en masa sean juzgados.
Reprocha Kagame a la mayor¨ªa de los religiosos cat¨®licos que no practiquen lo que predican y les acusa de buena parte de los males que padece Ruanda. No es de extra?ar la animadversi¨®n casi general que su nombre y el del FPR suscitan en buena parte del clero, que ha huido del peque?o pa¨ªs africano.
En cualquier caso, la reconstrucci¨®n del pa¨ªs es una tarea ¨ªmproba para alguien tan calculador como Paul Kagame. Ha sabido esperar y encontrar su ocasi¨®n. Washington est¨¢ de su parte. Pero el porvenir sigue siendo un lugar incierto.
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