El caso del coche y la apisonadora voraz
La gr¨²a de la Operaci¨®n Asfalto se lleva veh¨ªculos sin avisar
Que el coche de uno est¨¦ aparcado a primera hora de la ma?ana, y, gracias a la Operaci¨®n Asfalto, por la tarde descanse en el dep¨®sito municipal puede suponer m¨¢s que molestias. A Alfonso del Barrio arreglar el asunto le ha supuesto adem¨¢s un gasto de 1.200 pesetas y perder dos horas y media de trabajo. Va a presentar una reclamaci¨®n ante el Ayuntamiento porque cree que "hay que acabar con la prepotencia"."Esa historia es falsa", replica la Polic¨ªa Municipal. '"Las se?ales de aviso tienen que estar puestas 24 horas antes, y en ellas figura el d¨ªa y la hora en que se realizan las obras". Sin embargo, admite que las se?ales las pone la empresa asfaltadora "siguiendo las directrices del Ayuntamiento".
Alfonso, de 33 a?os, trabaja en la calle del Hierro -en una zona industrial de Arganzuela-, y el pasado martes, afirma, aparc¨® su Talbot Horizon, matr¨ªcula M- 1511 -GX, a las 8.15 en la contigua calle del Bronce. "No hab¨ªa ninguna se?al", dice, "otros d¨ªas s¨ª que hab¨ªa porque hicieron unos trabajos previos a la pavimentaci¨®n".
El v¨ªa crucis de Alfonso empieza a las cuatro de la tarde. "Oye, que la gr¨²a se acaba de llevar tu coche", le dice el guarda del edificio. En la calle comprueba que, donde ¨¦l hab¨ªa aparcado, hay ahora dos camiones y una cuadrilla de operarios que echa capas de asfalto. En el suelo encuentra se?ales de prohibido aparcar con un papel pegado en el que se lee: "No aparcar. Asfaltamos. D¨ªa 2 y 3 agosto. Gracias. Virton, SA". El n¨²mero 2 tapa lo que fue un 1, y el 3 est¨¢ claramente a?adido al mensaje original. Alfonso vuelve a su despacho y telefonea al dep¨®sito municipal, pero all¨ª no saben nada. "Puede ser que no haya llegado todav¨ªa", responden.
Llega la burocracia
A las cinco tiene m¨¢s suerte. "S¨ª, est¨¢ aqu¨ª, ya puede pasar a recogerlo ... No, s¨®lo necesita el DNI ... No, no tiene que pagar nada", le informan. Ahora debe tomar un taxi y cruzar Madrid de sur a norte para llegar en un cuarto de hora al dep¨®sito de la avenida de Alfonso XIII (en el distrito de Chamart¨ªn). La broma le sale por 1.200 pesetas.Ha llegado el momento de enfrentarse a la burocracia. Los polic¨ªas municipales de la puerta le env¨ªan a ventanilla; all¨ª es reenviado a un mostrador donde un agente comprueba si sus datos coinciden con los del coche. Correcto. A continuaci¨®n consulta el registro para verificar el motivo por el que el coche ha llegado all¨ª. Todo en orden; le expide un papel para no tener que pagar, y vuelta a ventanilla. Nueva identificaci¨®n y la se?orita sella amablemente el documento que autoriza, por fin, a sacar el coche.
"S¨ª, gracias, pero es que yo ,quiero hacer una reclamaci¨®n, ?A qui¨¦n debo dirigirme?", pregunta Del Barrio. Una leve irritaci¨®n se apodera de la funcionaria. "No tiene que pagar nada", dice. "Ya, pero quiero reclamar", responde ¨¦l. "Tenga, aqu¨ª lo pone", concluye ella entregando de mala gana una hoja que remite las quejas al Ayuntamiento. Fin de la conversaci¨®n. Se ense?a el papel sellado a los polic¨ªas y Alfonso ya puede llevarse su Horizon. Pero primero prefiere revisarlo, aunque no encuentra ning¨²n golpe ni desperfecto, "s¨®lo la direcci¨®n bloqueada". Resuelta la cuesti¨®n, a¨²n hay que volver a cruzar Madrid para regresar al barrio.
Ya en su oficina, Alfonso lanza indignaci¨®n contra los m¨¦todos municipales y reconoce que no espera. obtener mucho con la denuncia. "Y encima, debo ser, el ¨²nico gilipollas de todo Madrid que siempre mira las se?ales". El reloj marca ya las seis y media.
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