Con Taslima Nasrin
LA DEFENSA de Taslima Nasrin, tanto ante una justicia civil que puede condenarla a varios a?os de trabajos forzados como ante una pretendida "justicia isl¨¢mica" que ya la ha condenado a muerte, es ya un deber moral de los Gobiernos democr¨¢ticos y de todas las personas que se sienten comprometidas en la lucha por la libertad.De Taslima se habla hace meses y su caso ya se compara con toda justicia al de Salman Rushdie, el escritor brit¨¢nico de origen indio condenado tambi¨¦n a muerte por el clero isl¨¢mico de Ir¨¢n. Dado que se trata de una escritora de obra desconocida en Occidente y vive en el remoto Bangladesh, el inter¨¦s que ha suscitado en la opini¨®n p¨²blica ha sido escaso hasta ahora. Pero el valor de que ha hecho gala Taslima, al presentarse, el martes, ante el Alto Tribunal de Dhaka desafiando la ola de odio levantada contra ella por los integristas isl¨¢micos, ha causado sensaci¨®n en el mundo.
En su caso, la condena a muerte es, si cabe, una amenaza a¨²n mayor, ya que, mientras Rushdie es ciudadano de un pa¨ªs occidental que protege la libertad de expresi¨®n y creaci¨®n, ella es una mujer que escribe en un pa¨ªs isl¨¢mico. Bangladesh tiene fama -por razones hist¨®ricas- de ser un pa¨ªs donde el islam es practicado de modo moderado y tolerante. Pero existe ahora una tendencia creciente a imponer como base del Estado una teocracia fundamentalista. Y en la punta de esa corriente est¨¢n los grupos que han tomado el caso de Taslima Nasri como bandera para imponer la reislamizaci¨®n de Bangladesh. Dictaron la fatwa y obligaron as¨ª a la escritora a pasar a una vida clandestina hace cuatro meses.
La acusaci¨®n se basa en unas declaraciones suyas a la revista india Statesman pidiendo una revisi¨®n del Cor¨¢n y luego desmentidas por la autora. Pero lo cierto es que su personalidad y su obra rompen con el conservadurismo de una sociedad musulmana tradicional. Sus versos er¨®ticos causaron indignaci¨®n en los medios integristas, como tambi¨¦n su novela Verg¨¹enza, apoyando la libertad de la mujer.
El ataque contra Taslima est¨¢ hoy encabezado por Jamaat-lslami, el partido m¨¢s fuerte de los integristas de Bangladesh. Hace una semana, unas 200.000 personas participaron en una manifestaci¨®n para exigir su encarcelamiento. Las otras fuerzas pol¨ªticas no han salido en su defensa. Aunque el peso del Jamaat-Islami no es grande, tanto el partido. del Gobierno como el de la oposici¨®n aspiran a arrebatarle su electorado. Y en los medios de intelectuales y periodistas cunde una teor¨ªa sobre el integrismo que es peligrosa y que se basa en la convicci¨®n de que no d¨¢ndole demasiada importancia se debilitar¨¢ por s¨ª mismo. Los que piensan as¨ª preferir¨ªan, l¨®gicamente, que Taslima se fuese al extranjero.
Felizmente, la valent¨ªa de ¨¦sta ha puesto sobre la mesa unas opciones m¨¢s claras ante la opini¨®n p¨²blica mundial. Lo que de verdad est¨¢ en juego es la actitud de las fuerzas democr¨¢ticas ante una crecida integrista que puede, como en Argelia, manifestarse con violencia inaudita. Las v¨ªctimas del integrismo, sea ¨¦ste isl¨¢mico, hind¨² o cristiano o nacionalista, deben tener el apoyo de las sociedades abiertas y de todos los dem¨®cratas. En el caso del islam, como en el del cristianismo y el hinduismo, hay que distinguir claramente entre los integristas y una inmensa mayor¨ªa de centenares de millones de fieles que practican sus creencias en tolerancia y respeto. Los fanatismos no son monopolio de ninguna religi¨®n. Pero los hechos aconsejan hoy un reforzamiento de la lucha pol¨ªtica e ideol¨®gica contra las formas extremistas del integrismo isl¨¢mico. En este marco, el caso de Taslima ocupa un lugar singular. Su absoluci¨®n es imprescindible, como tambi¨¦n lo son su protecci¨®n por parte de las autoridades de Bangladesh y, si decide abandonar su patria, su acogida en aquel pa¨ªs en que quiera buscar protecci¨®n ante la persecuci¨®n de unos fan¨¢ticos.
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