Pensiones sin demagogia
PEDRO SCHWARTZEn toda Europa, el sistema de reparto de pensiones est¨¢ en estado cr¨ªtico. La soluci¨®n es pasarse a uno de capitalizaci¨®n. Una medida constitucional, sostiene el autor, "de una constituci¨®n democr¨¢tica natural".
?Qu¨¦ cara de satisfacci¨®n la del secretario general para la Seguridad Social en la foto de- EL PA?S, tras el curso sobre pensiones en la Universidad Men¨¦ndez Pelayo de primeros de agosto! El periodista, entusiasmado, habl¨® de la "habilidad florentina" de don Adolfo Jim¨¦nez y otros bur¨®cratas europeos al defender el "Estado de bienestar" de "duros embates te¨®ricos". Traducido al castellano, ello quiere decir que falsearon la realidad como endurecidos tartufos de un Ministerio de Informaci¨®n y Propaganda orwelliano. Hay soluciones, ninguna perfecta, para el problema de las pensiones, mas la primera condici¨®n es discutirlas partiendo de la verdad. El sistema de reparto que sirve de base a todas las Seguridades Sociales de Europa se encuentra en estado cr¨ªtico, principalmente por la ca¨ªda de la proporci¨®n de los que pagan (los empleados con sus cuotas) respecto de los que cobran (los retirados con sus pensiones).
Pero el intento de convertir los sistemas de reparto en puros sistemas de capitalizaci¨®n s¨®lo resolver¨ªa una parte de los problemas. Ser¨ªa aconsejable (y constitucional) ir hacia un, sistema, mixto, en el que hubiera: a) una pensi¨®n minima igual para todos los residentes, sufragada por los impuestos generales; b) una pensi¨®n capitalizada sobre la base de un porcentaje de contribuci¨®n obligatoria de los ingresos de todas las personas activas, deducible de la base del IRPF; y c) un tramo voluntario libre. Al decir esto, ni quito ni pongo rey, sino ayudo a mi se?or, que es el pueblo soberano.
No invento la grave enfermedad de las pepsiones de las Seguridades Sociales europeas. Todas ellas est¨¢n endureciendo las condiciones de cobro de las jubilaciones. Se alarga el per¨ªodo durante el cual hay que haber cotizado para poder cobrar la pensi¨®n m¨¢xima: es muy distinto haber trabajado 20 a?os que 40. Se fija la pensi¨®n, cuando depende de los ingresos del trabajador, seg¨²n los salarios habidos en un plazo cada vez m¨¢s largo: por ejemplo, en la re forma propuesta en Italia se contabiliza el salario medio de la vida laboral entera. Se coloca un techo a la pensi¨®n m¨¢xima: as¨ª, en Espa?a no se pueden cobrar dos pensiones de la Seguridad Social aunque se haya cotizado por dos trabajos, ni puede la pensi¨®n pasar de 3.557.960 pesetas anuales, comparada con una pensi¨®n, media de 1.171.380, lo que claramente discrimina a las personas con ingresos m¨¢s altos.
En el cuadro que acompa?o aparece la proporci¨®n de la pensi¨®n sobre los ingresos en los cuatro pa¨ªses de la CE con mayor, tasa de cobertura. "Tasa neta" quiere decir la- proporci¨®n de la pensi¨®n sobre los ingresos en el momento del retiro despu¨¦s de impuestos y cuotas. En ese mismo cuadro podr¨¢n ver el efecto que tienen sombre. las pensiones la reducci¨®n de los a?os de cotizaci¨®n, que en realidad no deber¨ªan influir en un sistema que no es de acumulaci¨®n. Adem¨¢s, la cifra tan alta de Espa?a es enga?osa. Seg¨²n la Comisi¨®n, en el a?o de 1992, la proporci¨®n media de la pensi¨®n sobre la media de los ingresos cubiertos por la Seguridad Social era del 69,5%. La raz¨®n de ello es la duracci¨®n actuarial del 8% al a?o por retiros anticipados: hay que saber que en el a?o de 1992 los nuevos pensionistas se retiraron por t¨¦rmino medio a los 62,4 a?os, en vez de a los 65. No quiero marearles con cifras, pero s¨ª debo darles una idea de la magnitud del problema: como el pago del total de las pensiones se ha presupuestado para 1994 en 6,7 billones de pesetas, lo que supone el 23,5% del gasto consolidado de las Administraciones p¨²blicas y aproximadamente el 10% del PIB, proporciones que crecen todos los a?os. El ahogo se est¨¢ haciendo insostenible.
La raz¨®n principal por la que un sistema de reparto se hace insostenible es la de que disminuye la proporci¨®n de trabajadores activos respecto de los retirados. Se ha calculado que podr¨ªa llegar un momento en Espa?a en que, para mantener las promesas hechas, los activos habr¨ªan de dedicar el 60% de sus ingresos a sufragar los ingresos de los retirados.
Todas las pensiones, las de jubilaci¨®n, las de viudedad, las de invalidez, pese a lo que mendazmente firm¨® el secretario general e la Seguridad Social, aumentan con la prolongaci¨®n e la vida, y recaen sobre los hombros de un n¨²mero de activos cada vez menor. La presi¨®n de los activos para sustraerse a esa obligaci¨®n puede hacerse insostenible. Un remedio es el de retrasar la edad del retiro obligatorio, pues cada a?o que se prolonga la vida de trabajo, como lo justifica la mayor salud y longevidad de los mayores, equivale a restar dos de las obligaciones de las pensiones p¨²blicas. Otro remedio es el de pasar a un sistema de capitalizaci¨®n.
El problema del paso de un sistema a otro es que los sistemas basados en el reparto no pueden abandonarse sin defraudar a una generaci¨®n. Si los nuevos trabajadores activos pasan a un sistema de capitalizaci¨®n a partir de quienes entren este a?o en el mercado de trabajo, sus cotizaciones no servir¨¢n para pagar las pensiones de quienes s¨ª cotizaron para sus mayores. Por ello, el paso a un sistema chileno, exige que el Estado emita unas obligaciones de deuda p¨²blica para entregarla a cada uno de los trabajadores que, no teniendo tiempo en lo que les queda de vida laboral de acumular una pensi¨®n digna, quieran pasarse a un fondo de pensiones privado. Es decir, que alguien tiene que pagar, y mucho, por esa deseada transformaci¨®n.
Como me ha hecho observar mi docto amigo Jos¨¦ Luis Oller, la lamentada instauraci¨®n del reparto no fue caprichosa, sin embargo. Todos los sistemas de Seguridad Social empezaron por la capitalizaci¨®n de las aportaciones obligatorias de los trabajadores en m¨²tuas. En Espa?a, la inflaci¨®n causada por las caprichosas subidas salariales del falangista Jos¨¦ Antonio Gir¨®n destruy¨® el valor de los fondos acumulados y Fernando Su¨¢rez se vio obligado a financiar las pensiones con las contribuciones corrientes.
Todos los sistemas de capitalizaci¨®n corren el peligro de vaciarse si los Estados pueden destruir el valor del dinero. Ni siquiera las inversiones en el extranjero est¨¢n del todo a salvo de esas expropiaciones, Cuando todos los pa¨ªses a una juegan con los precios y los cambios. Por eso es prudente mantener una mezcla de los dos sistemas.
Adem¨¢s, esa mezcla es constitucional, tanto de la Constituci¨®n espa?ola, como de una constituci¨®n democr¨¢tica natural. El art¨ªculo 41 de nuestra carta fundamental promete un r¨¦gimen p¨²blico de Seguridad Social para todos los ciudadanos. La prudencia pol¨ªtica y el deseo de evitar discriminaciones caprichosas aconseja una pensi¨®n p¨²blica m¨ªnima igual para todos. Esa pensi¨®n permitir¨¢ que la obligaci¨®n del Estado para con los trabajadores mayores que quieran inscribirse en un fondo privado no sea tan onerosa. Y se evitar¨¢n los recortes disimulados.
La incapacidad de cumplir sus promesas en punto a jubilaciones, pese a un gasto en permanente crecimiento, constituye uno de los m¨¢s graves problemas de las democracias europeas. El recorte inconfesado que se hace, a?o tras a?o, de lo que se paga a los retirados no es sino un desagradable ejemplo de hipocres¨ªa institucionalizada.
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