?Es Espa?a democr¨¢tica?
"La diferencia fundamental entre Espa?a y los pa¨ªses de su entorno europeo ha sido el car¨¢cter no democr¨¢tico de su Estado hasta 1977... A lo largo de la historia de Espa?a no ha existido una aut¨¦ntica democracia consolidada hasta la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n de 1978, en contraste con los pa¨ªses de Europa occidental, en los que el Estado democr¨¢tico cuenta con ra¨ªces en algunos casos centenarias". As¨ª comienza un Ebro muy apreciable sobre la Espa?a actual. Traigo a colaci¨®n la cita, no con ¨¢nimo de debatir con sus autores (raz¨®n por la que me permitir¨¢n que no les mencione), sino como indicador de una opini¨®n fuertemente extendida, incluso (y quiz¨¢ sobre todo) en medios intelectuales.Pues me parece que esa creencia es cuando menos discutible, si no incorrecta, y que su general aceptaci¨®n responde a una distorsi¨®n introducida por' la propaganda franquista que durante 40 a?os despreci¨® la historia contempor¨¢nea espa?ola como simple anarqu¨ªa, guerra civil y desorden para poder contraponer a ella el orden y la estabilidad de la dictadura. Que esto es as¨ª no admite duda, y basta examinar los manuales de historia de Espa?a que se utilizaban en los a?os cincuenta o sesenta. Que se acepte hoy es quiz¨¢ comprensible. Que la verdad hist¨®rica sea ¨¦sa o no, es algo que tratar¨¦ al menos de poner en duda. Simplificando dos son las afirmaciones que subyacen en esa creencia. La primera, que en Espa?a no ha habido Estado democr¨¢tico; la segunda que en la mayor¨ªa o muchos pa¨ªses europeos, s¨ª ha habido Estado democr¨¢tico. Ambas son discutibles.
Comenzar¨¦ con la segunda. Desde luego no hab¨ªa democracia ni en Alemania ni en los pa¨ªses del imperio austro-h¨²ngaro hasta despu¨¦s de la gran guerra. S¨ª lo fue la Rep¨²blica de Weimar, pero sin duda plagada de insuficiencias (no la menor la falta de dem¨®cratas) que la llevaron a un fracaso estrepitoso, de modo que la tradici¨®n democr¨¢tica alemana se remonta a 1945. La democracia italiana se inaugura de alg¨²n modo con la reunificaci¨®n, pero plagada de corrupciones, esc¨¢ndalos y caciquismo que llevar¨ªan bien pronto al fascismo, de modo que su tradici¨®n democr¨¢tica (nada ejemplar, tampoco) se remonta tambi¨¦n a 1945. Dejar¨¦ de lado pa¨ªses como Grecia, Turqu¨ªa o Portugal, cuyos avatares son tan recientes como los nuestros. Y algo similar podr¨ªa decirse de la mayor¨ªa de los pa¨ªses del centro y este de Europa. De modo que nos quedan los pa¨ªses n¨®rdicos de una parte y las grandes democracias hist¨®ricas de Estados Unidos, Francia e Inglaterra de otra.
Pasemos a la segunda afirmaci¨®n. La historia del siglo XIX espa?ol es sin duda compleja y a ello contribuye no poco el pretender examinarla con criterios modernos (criterios que, por cierto, no aplicamos a otras democracias). Pero es una historia que comenz¨® con una constituci¨®n democr¨¢tica, la de 1812, cuyos avatares son en gran medida los de la historia pol¨ªtica del XIX, mostrando un conflicto permanente entre grupos dem¨®cratas y otros que no lo eran. Pero, sin duda, donde mi argumento se hace m¨¢s firme es al analizar los m¨¢s de 40 a?os de la Restauraci¨®n (18761923). Me resulta dif¨ªcil negar el car¨¢cter democr¨¢tico de ese periodo de la historia de Espa?a, a pesar de sus insuficiencias. La normalidad electoral, la alternancia de los partidos, la pronta entrada en el Parlamento de diputados socialistas, la libertad de prensa, de expresi¨®n e incluso de asociaci¨®n, la relativa independencia de la judicatura, todo ello muestra un Estado y una sociedad democr¨¢ticos sin comparaci¨®n con el imperio austro-h¨²ngaro, Alemania o Italia en la misma ¨¦poca. Un Estado que reflejaba el talante liberal de muchos de sus ciudadanos pues, a diferencia de otros pa¨ªses s¨ª hubo dem¨®cratas, y muchos. Sin duda hab¨ªa caciquismo pero sospecho que no mucho m¨¢s que en Francia o Inglaterra y desde luego menos que en Italia.
Creo que, entre los muchos complejos de inferioridad que los espa?oles padecemos a¨²n figura esa dudosa creencia en el car¨¢cter no democr¨¢tico de la cultura pol¨ªtica espa?ola y el car¨¢cter no democr¨¢tico de nuestra historia moderna. Desde luego no pretendo que hayan sido ejemplares, pero satanizarlos ser¨ªa igualmente falso, cosa que no puede decirse de todos los pa¨ªses "de nuestro entorno".
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