La pelea de los novilleros
Los novillos, como seres irracionales, tienen justificaci¨®n. Ni saben ni contestan. Se limitan a pelear seg¨²n su instinto. No les preocupa el fracaso o el triunfo. No conocen el compromiso que representa la prueba para su due?o, ni la esperanza que en ellos tienen depositadas unos chavales vestidos con trajes relucientes. Los novillos de Vareja Crujo no tuvieron reparo ni por ser portugueses. Eran mansos y as¨ª lo demostraron fehacientemente durante toda la tarde.El caso de los novilleros es distinto. No tienen m¨¢s justificaci¨®n que sus escasas cualidades, ni m¨¢s castigo que el de no aparecer de nuevo en los carteles. Pero tienen raz¨®n para pensar, coraz¨®n para sentir y sangre para pelear.
Vareta / C¨®rdoba, Pe?a, Garc¨ªa
Novillos de Varela Crujo, bien presentados, mansos y sosos.Sebasti¨¢n C¨®rdoba: pinchazo y casi entera (ovaci¨®n); media (ovaci¨®n). Sergio Pe?a: tres pinchazos y un descabello (silencio); pinchazo y estocada que asoma (vuelta). Pepe Luis Garc¨ªa: estocada trasera (oreja); estocada tendida (ovaci¨®n). El puntillero Manuel Mu?oz result¨® herido leve en la bolsa escrotal derecha; el picador Juan Francisco Pe?a tambi¨¦n fue herido levemente en la mano derecha. Plaza de la Real Maestranza, 11 de agosto. Menos de media entrada.
Equivocaci¨®n
Ser¨¢ que la Maestranza impone una barbaridad; ser¨¢ que los novilleros llegan agobiados por los consejos de unos y otros por la responsabilidad de su compromiso; o ser¨¢, sencillamente, que se han equivocado al elegir una profesi¨®n para elegidos.Sea como fuere, la terna se enfrent¨® a unos novillos que no ofrecieron facilidades, aunque no es menos f¨¢cil aparecer anunciado en Sevilla. Es decir, que, una vez en la plaza, hay que pelear para justificar, primero, la inclusi¨®n, y demostrar, despu¨¦s, que no faltan ilusi¨®n y ganas.
Sebasti¨¢n C¨®rdoba no se pele¨® con su lote y ya nadie se acuerda de ¨¦l. Tiene experiencia y cierto gusto, pero no se atrevi¨® a dar el paso necesario para estar por encima de las dificultades de los novillos. S¨®lo alg¨²n detalle con la muleta en su primero, y nada destacable en el otro, al que cit¨® siempre despegado y sin confianza. As¨ª y todo, en ¨¦ste quiso dar la vuelta al ruedo en prueba de su poca cabeza.
Sergio Pe?a debutaba y qued¨® in¨¦dito en su primero, un animal complicado, con el que, sin embargo, tampoco se enfad¨®. El quinto iba: y ven¨ªa y el torero hizo lo propio con la muleta, pero pronto qued¨® en evidencia: dice muy poco y se aburre solo.
Pepe Luis Garc¨ªa tiene otras maneras, hechuras de torero, pero cort¨® una oreja de muy poco peso, s¨®lo justificada por el inter¨¦s de Sevilla en tener torero propio. Su labor de conjunto estuvo salpicada de detalles: una media ver¨®nica, una serie por la derecha, dos naturales, uno de pecho y un adorno. Todo muy bonito, pero sin unidad ni remate. Y todo, adem¨¢s, en su primero, porque el otro no se movi¨® en el ¨²ltimo tercio despu¨¦s de un topetazo con el caballo.
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