La autoridad incompetente
El aviso tradicional de los carteles de toros, "la corrida se celebrar¨¢ bajo la presidencia de la autoridad competente", ha quedado en puro eufemismo. Las corridas de los tiempos modernos casi nunca se celebran con una autoridad competente en el palco, y a veces -tal la de Las Ventas el d¨ªa de la Virgen- meten un funcionario de incompetencia absoluta, que reacciona ante los incidentes de la lidia haciendo el Don Tancredo, y parece puesto all¨ª por el ayuntamiento.Parece puesto por el ayuntamiento, o por la empresa, o por los apoderados de los toreros, depende, e incluso el d¨ªa de autos pareci¨® que lo hab¨ªan puesto todos juntos para que estuviese a su conveniencia. En cambio los aficionados no lo nombraron, ni le quer¨ªan porque atentaba descaradamente contra sus leg¨ªtimos intereses, y le echaban al grito un¨¢nime de "?Fuera del palco!", en alternancia con otras voces extempor¨¢neas claramente ofensivas.
Puerta / Cu¨¦llar, Gonz¨¢lez, Tato
Cinco toros de Julio de la Puerta (uno fue rechazado en reconocimiento), con trap¨ªo, lo fuerte, manso, y resto inv¨¢lidos. 6? de Alcurruc¨¦n, con trap¨ªo y poder, manso, manejable.Juan Cu¨¦llar: dos pinchazos y estocada corta ladeada (silencio); media ladeada y rueda de peones (silencio). Cristo Gonz¨¢lez, que confirm¨® la alternativa: pinchazo y bajonazo trasero (vuelta con protestas); dos pinchazos y estocada trasera ca¨ªda (silencio). El Tato: pinchazo y bajonazo descarado (silencio); dos pasadas sin clavar, pinchazo hondo ladeado, ruedas de peones -primer aviso con retraso-, seis descabellos, estocada perpendicular delantera baja -segundo aviso con retrasodescabello (silencio). El presidente, Jos¨¦ Luis Marca, fue abroncado por no devolver los toros inv¨¢lidos. Plaza de Las Ventas, 15 de agosto. Menos de media entrada.
La corrida empez¨® amable, contento el p¨²blico, ilusionada la afici¨®n, pero se fue poniendo agria y ca¨ªa la tarde cuando irrumpi¨® en el grader¨ªo un polic¨ªa que se plant¨® con bizarro adem¨¢n junto al ruidoso sector de aficionados -el tendido 7, ya puede suponerse-, en actitud vigilante, aunque m¨¢s bien dio la sensaci¨®n de ser intimidatoria.
"?Los guardias a los golfos!", gritaron otras voces desde diversos puntos de la plaza. Y les asist¨ªa toda la raz¨®n: los responsables de que se caigan los toros cada d¨ªa del Se?or en todas las plazas del pa¨ªs sin excepci¨®n alguna, de que salgan afeitados si no es groseramente desmochados, de que ninguna de estas y otras tropel¨ªas tenga freno ni sanci¨®n, son quienes deber¨ªan ser vigilados, expulsados y obligados a responder ante la justicia. No al rev¨¦s. Nunca al rev¨¦s, como se demostr¨® el d¨ªa de la Virgen que puede suceder, en una intolerable manifestaci¨®n de abuso y prepotencia.
Los toros se ca¨ªan... Y ?qu¨¦ importa cuanto hagan los toreros si los toros se caen, as¨ª tengan trap¨ªo o luzcan una impresionante arboladura, como fue el caso del cuarto? Juan Cu¨¦llar se puso pesad¨ªsimo con sus dos inv¨¢lidos, en tanto Cristo Gonz¨¢lez y El Tato porfiaron in¨²tilmente a los suyos. Hubo dos que no se cayeron -primero y sexto- y esos eran escandalosamente cornicortos, astigordos y romos. Uno de estos le correspondi¨® a Cristo Gonz¨¢lez, y aunque adoleci¨® de perder terreno escondiendo atr¨¢s la pierna contraria, corri¨® la mano, templ¨® los pases y construy¨® una faena variada con fundamento propio de torero enterado y artista. El otro correspondi¨® a El Tato, y si bien lo mulete¨® animoso, ahogaba la embestida, abortando cualquier posibilidad de instrumentar con ligaz¨®n las tandas.
El p¨²blico se lo apuntaba a El Tato desde el tendido: "?Dale distancia!", le dec¨ªa, y cuando hizo caso, el toro acudi¨® pronto al cite. Ya era tarde, sin embargo; la faena iba larga y mat¨® a la ¨²ltima, empleando tiempo suficiente para que le echaran el toro al corral. Pero no le cay¨® el bald¨®n: bast¨® con que el incompetente funcionario del palco demorara los avisos poni¨¦ndose una vez m¨¢s el reglamento por montera.
Babelia
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