El gato que se trag¨® el cascabel
FRANCISCO DE LLOBETEl autor explica y critica en su art¨ªculo el modelo chileno de pensiones y retorna el pol¨¦mico debate sobre c¨®mo ha de ser la reforma de ¨¦stas en Espa?a
El 1 de mayo de 1981 -significativa coincidencia con la fiesta internacional del trabajo- Jos¨¦ Pi?era, ministro del Gobierno de Chile bajo el mando del dictador golpista Augusto Pinochet que derroc¨® por las armas al Gobierno de Salvador Allende, patrocin¨® la reforma del sistema de Seguridad Social, suprimiendo en la pr¨¢ctica el sistema precedente.La nueva Seguridad Social, ¨²nica en el mundo que sustituye un sistema p¨²blico de reparto, consisti¨® en un sistema de capitalizaci¨®n financiera individual al que optaban los trabajadores chilenos por cuenta propia y cuenta ajena. La opci¨®n, que supon¨ªa el abandono inmediato del sistema p¨²blico de reparto, implica el abono directo -de su renta del trabajo- por los empleados del 10% de su salario imponible -adaptado a Unidades Reajustables (UF)- a una Administradora de Fondos de Pensiones (AFP) Adem¨¢s, una cotizaci¨®n adicional para la prima de un seguro que cubriese las contingencias de invalidez y fallecimiento -del orden de un 3%- y que la AFP contrata normalmente con una compa?¨ªa aseguradora gestionada por administradores amigos a la que se transfiere la prima desde la AFP despu¨¦s de una peque?a retenci¨®n. La oferta tuvo tanto atractivo porque elev¨® los salarios reales en tomo a un 11% como consecuencia de que la cotizaci¨®n del 10% era menos de la mitad de las cotizaciones a la antigua Seguridad Social. Las prestaciones de jubilaci¨®n en el futuro estar¨¢n en funci¨®n de los recursos acumulados en la cuenta individual. En ese momento, lo que sucede en la gran mayor¨ªa de los casos, el trabajador contrata una renta vitalicia -pensi¨®n de jubilaci¨®n hasta su fallecimiento- con la compa?¨ªa aseguradora vinculada a la AFP.El Estado mantiene la obligaci¨®n con las pensiones anteriormente causadas a 1981. Reaconoce tambi¨¦n unas pensiones asistenciales no contributivas. Reconoce unas pensiones m¨ªnimas derivadas de las, AFP con 20 a?os de cotizaci¨®n y asumi¨® los bonos de reconocimiento individuales, capitalizados al 4% en el momento de la jubilaci¨®n, con la intenci¨®n de indemnizar los periodos cotizados al anterior sistema por cada trabajador.
En algunos casos, relacionado con lo anterior, en las ¨²ltimas semanas se vienen prodigando los comentaristas pol¨ªticos o econ¨®micos acerca del futuro del sistema de prestaciones p¨²blicas, aunque de paso m¨¢s de uno meta en el mismo saco las prestaciones complementarias, basadas en la capitalizaci¨®n, que distintas empresas tienen acordadas con sus trabajadores y que muchas otras desarrollan en el futuro. La consigna recibida -entiendo que retribuida- es "confundir que algo queda".
En concreto, en estas p¨¢ginas ha aparecido una serie de art¨ªculos en distintos s¨¢bados firmados por el profesor Pedro Schwartz (miembro de la delegaci¨®n espa?ola en la Trilateral), insistiendo en las bondades del denominado modelo Chile. En el pen¨²ltimo cap¨ªtulo (del 30 de julio de 1994), el disco parece rayado, por cuanto repite parte de los enunciados del titulado El cascabel de las pensiones (del 18 de junio de 1994). Digo enunciados porque en ninguna parte de los art¨ªculos se presentan datos que soporten las afirmaciones que se hacen. M¨¢s bien habr¨ªa que decir que, a la vista de la informaci¨®n contrastada acerca de las ventajas que se enuncian, la realidad es bastante diferente de la que se describe.
Para empezar se presenta como novedoso al sistema chileno -basado exclusivamente en la capitalizaci¨®n financiera individual-, cuando ya en Kenia lo experimentaron los ingleses en los a?os cincuenta. Muy cucos ellos, los colonizadores no lo quisieron en cuanto sistema b¨¢sico para su metr¨®polis. Algo as¨ª debi¨® pensar Pinochet porque para ¨¦l y sus allegados (todos los militares) se sigue aplicando el sistema que exist¨ªa hasta la reforma de 1981; es decir, el de reparto y solidaridad intergeneracional, mientras que a la poblaci¨®n en general se la conduce a un modelo que promete el man¨¢: menos del 50% de sus bases de cotizaci¨®n o de su ¨²ltimo salario en activo.
Ya que tanto se insiste en que "el espad¨®n m¨¢s de una cosa hizo bien", ?por qu¨¦ ocultar que la muerte persigui¨® a cuantos se opusieron al dictador golpista y, por tanto, dif¨ªcilmente en ese contexto podr¨ªa haberse abierto un debate para conseguir un consenso sobre el futuro de las pensiones? M¨¢s bien al contrario, el modelo se impuso por la fuerza de las bayonetas, y de las recetas que le vinieron de quienes luego coparon la inmensa mayor¨ªa del mercado.
Porque en lo ¨²ltimo est¨¢ la clave. Vamos a ver, se?or Schwartz, parece mentira que diga las cosas que dice en sus art¨ªculos, resulta incomprensible que se afirma -gratuitamente- y de forma tan rotunda cuestiones que seg¨²n mi informaci¨®n no son como usted las describe.
Afortunadamente, en este pa¨ªs, Espa?a, el debate s¨ª es posible. Veamos: ?en el largo plazo -para un sistema de previsi¨®n social 60 o m¨¢s a?os-, se han dado rentabilidades del 12% real como las que usted dice? ?Cu¨¢nta ha sido la rentabilidad real obtenida en econom¨ªas relativamente estables como EE UU o Suiza en la deuda p¨²blica a largo plazo en un periodo como el que mencionamos? ?C¨®mo evoluciona el PIB y el IPC en Chile? ?La rentabilidad es igual para todos los trabajadores?
Si una parte de la poblaci¨®n activa no cotiza: ?Cu¨¢ntos hay ya en Chile? ?Se incrementan las necesidades de pensiones no contributivas para esos empleados? ?Qui¨¦n paga esas prestaciones?
Puesto que sabe tanto sobre Chile, ?cu¨¢nto eran los costes de administraci¨®n del anterior sistema y el del nuevo? ?Sobre qui¨¦n repercuten dichos costes? No creo que la respuesta le favorezca. Tendr¨¢ que aportar datos y fuentes.
?Y la competencia entre gestoras / aseguradoras? El sacrosanto mercado no ha conducido adonde usted nos habla, ?Cu¨¢ntas gestoras hay? ?Qui¨¦n paga los gastos de comercializaci¨®n? ?Cu¨¢ntas acaparan el mercado? ?De qui¨¦nes son filiales? ?No ser¨¢ que el gato es tan voraz que se trag¨® el cascabel? Y as¨ª podr¨ªa continuar, pero prefiero que se presenten informes rigurosos en lugar de alegatos doctrinarios sin fundamentar, como ya tuve oportunidad de pedirle al imparcial e ilustre catedr¨¢tico, en un seminario p¨²blico en el que usted se encontraba jaleado por los adalides de los defensores de los sistemas privados sustitutorios, no complementarios y que no pueden garantizar lo que prometen. Porque, se?or Schwartz, no parece que usted dependa ni de las pensiones p¨²blicas, ni de las privadas, sino de sus emolumentos como directivo en una empresa. ?Del sector de seguros? ?Del energ¨¦tico? D¨¦jenos de discos rayados, de hablar del modelo de Kenia, perd¨®n, del modelo de Chile, y hablemos de Europa y del debate sobre previsi¨®n para la protecci¨®n de la poblaci¨®n o productos financieros para la ganancia de unos pocos. Sinceramente, espero el debate con datos en la mano, porque parece que usted no los tiene, o, lo que es peor, no los quiere publicar. Tendr¨¢, pues, que demostrar su imparcialidad. Desde luego yo soy parcial: defiendo el sistema p¨²blico y a la vez un sistema complementario serio, estable y europeo. Si usted quiere hablaremos en profundidad de esos modelos m¨¢s cercanos: brit¨¢nico, franc¨¦s, alem¨¢n.
No haga demagogia, el R¨¦gimen General de la Seguridad Social al que estamos afiliados todos los trabajadores por cuenta ajena tendr¨¢ en 1994 un super¨¢vit, de 400.000 millones de pesetas. No condicione el debate que se est¨¢ abriendo para conformar el sistema espa?ol de cuatro niveles:
1. Nivel p¨²blico universal que, financiado con impuestos, abarcar¨ªa la asistencia a la salud y las prestaciones sociales de todos los espa?oles por su condici¨®n de serlo.
2. Nivel p¨²blico asistencial -pensiones no contributivas- que abarcar¨ªa a las personas de bajos ingresos que no obtuviesen pensiones contributivas y financiado v¨ªa presupuestaria.
3. Nivel profesional a trav¨¦s de un sistema p¨²blico y obligatorio de Seguridad Social de los trabajadores por cuenta ajena y cuenta propia, financiado por contribuciones de empleadores y empleados y cuyo car¨¢cter contributivo hay que reforzar eliminando discriminaciones que no atiendan a toda la vida profesional de los cotizantes y de sus retribuciones.
4. Nivel complementario y libre, financiado con rentas del trabajo a trav¨¦s de fondos de pensiones de empleo.
Los ejes del debate son otros, ?cu¨¢l es su posici¨®n?: ?Sistemas de previsi¨®n social o sistemas financieros? ?Sistemas colectivos o sistemas individuales? ?Gesti¨®n p¨²blica o gesti¨®n privada? ?Control social o mercados manipulados? El debate es muy serio: es el contrato social.
es responsable del ?rea de Planes y Fondos de Pensiones de CC OO y miembro del colectivo Planes de Pensiones Democr¨¢ticos (PPD).
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