Cita de amor en la calle de La Paz
Todo el que ame el ballet tiene una -o varias- citas en el Alb¨¦niz con el ballet cubano, que en algunas cosas ya no es la sombra de lo que era, pero que ha venido mejor preparado que el a?o pasado, y en su oferta hasta el 18 de septiembre hay cosas muy novedosas.Agrada encontrarse a una joven generaci¨®n pujante que se abre camino sobre la escena, desde una Cuba envuelta en terribles crisis morales y pol¨ªticas. Hoy esos chicos demuestran el talento por mor de su, orgullo personal. En el arte del ballet, las oportunidades hay que. tomarlas con decisi¨®n y esa emergencia est¨¢ operando en los noveles artistas cubanos .
Toda la plantilla mostr¨® dignidad de oficio, especialmente los muchachos, una hornada nueva de generosa planta y en¨¦rgicos ataques que tendr¨¢ mucho que decir.
Ballet Nacional de Cuba
Gala rom¨¢ntica. Teatro Alb¨¦niz, Madrid. 17 de agosto.
La velada inaugural empez¨® con el Grand pas de quatre, donde Loipa Araujo (La Habana, 194 1) demostr¨® inteligencia, profundo conocimiento del estilo y un sentido est¨¦tico que la mantiene en una altura de digna estrella. Galina ?lvarez di¨® el toque heroico al bailar con las cintas de unas zapatillas sueltas, un accidente fortuito que resolvi¨® con arrojo. Hubo adem¨¢s dos fragmentos de Bournonville donde fall¨® el estilo, y s¨®lo pudo brillar el enorme talento de Lorna Feijo¨®. Una cosa es reinterpretar ciertas formas arcaicas o recrear. maneras y acentos y otra desvirtuarlos: falt¨® el ensayo refinado donde se controla la fuerza, el modelar a¨²n m¨¢s los pies y entender el lucimiento desde lo acad¨¦mico, no desde lo f¨¢cilmente espectacular. Lo mismo pasa con el pas de six de La Vivandi¨¨re (obra de 1848 y no de 1844 como dice el programa entre otras notas err¨®neas, que se bail¨® mucho en Madrid en el siglo pasado), con delirante orquestaci¨®n y un bailar¨ªn preciso y virtuoso: Carlos Acosta.
En las escenas de La P¨¦ri un bello vestuario arrop¨® el espectro del pasado, un. recuerdo que pierde cada d¨ªa m¨¢s su anta?o noble dibujo y hoy se muestra como algo doloroso y hasta cruel: la triste mueca de la vejez de Alicia Alonso imponi¨¦ndose sobre su ejemplar voluntad de seguir al pie del ca?¨®n, lo que no estar¨ªa mal si no fuera en puntas. Anteayer, la estela que dej¨® Alonso fue de tristeza y casi destruye el buen sabor de boca transmitido por el resto del elenco. Eso fue lo peor, junto a unos cortinones azules de utiler¨ªa barata que nada tienen que ver con el nivel de esa compa?¨ªa, orgullo de la cultura hispanoamericana. Pero la danza hizo su funci¨®n redentora, vibrando y haciendo vibrar con su esencia. En el aire, emociones encontradas, aplausos y muchas interrogantes por el destino de Cuba, sus artistas y su gran ballet.
Babelia
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