'Apocalypso now'
Granada, sol y playa once a?os despu¨¦s de la invasi¨®n
El olor dulz¨®n de los flamboyanes, pl¨¢tanos y bugarivillas que rodean el aeropuerto de Punta Salinas da la bienvenida a los turistas del vuelo Nueva York-Granada de American Airlines. El recibimiento se completa con una sorprendente muestra de placas conmemorativas que agradecen a EE UU, Venezuela y Canad¨¢ su ayuda en la construcci¨®n del aeropuerto. Ni la m¨¢s remota menci¨®n de Cuba, cuyo contingente de t¨¦cnicos y obreros dej¨® tan avanzadas las obras que fue inaugurado en octubre de 1984, justo al a?o de la invasi¨®n.La lucha en tomo al aeropuerto contin¨²a. Muchos coches llevan pegatinas con el nombre del dirigente asesinado por, la fracci¨®n ultraizquierdista de su partido d¨ªas antes de la intervenci¨®n norteamericana: "Maurice Bishop Intemational Airport. The musW". Hubo quien, como el ex presidente Eric Gairy, lleg¨® a proponer que el aer¨®dromo se llamara Ronald Reagan. La Casa Blanca declin¨¦ la oferta.
Sir Eric Gairy es un producto de la exuberancia tropical. Hace casi medio siglo volvi¨® a su deprimida Granada despu¨¦s de foguearse en el p¨²lpito de una refiner¨ªa petrol¨ªfera de la isla de Aruba. En su tierra comprob¨® que, encaramado a un escenario con su impecable traje blanco, su oratoria clerical pod¨ªa inflamar a sus compatriotas de orgullo y rebeld¨ªa.
Sali¨® elegido en las primeras elecciones y repiti¨® en cinco de las seis siguientes. Su estratega pol¨ªtico podr¨ªa haber sido Groucho Marx. Irrump¨ªa con una banda de calypso en los m¨ªtines de sus adversarios, tomaba medidas populistas, consigui¨® colarse en el jurado que eligi¨® Miss Universo a una compatriota. Repart¨ªa su tiempo entre los asuntos de Estado y la administraci¨®n de sus negocios hoteleros, una boutique y un sal¨®n de belleza. En p¨²blico se exhib¨ªa del brazo de espl¨¦ndidas mujeres. En privado sol¨ªa reunirse con sus chicos: los Mongoose Gang (la Banda de las Mangostas), algo as¨ª como los Tonton Macoute de Duvalier.
Una de sus v¨ªctimas fue el padre de Maurice Bishop quien, al frente del Movimiento de la Nueva Joya en marzo de 1979, organiz¨® una revoluci¨®n de juguete y defenestr¨® a Gairy mientras se encontraba en Nueva York enfrascado en su pasi¨®n: convencer a la ONU de que era prioritario dotar fondos para investigar el fen¨®meno ovni.
El n¨²mero particular del se?or Gairy, octogenario, ciego y en activo con el apoyo del 30% de los votantes, figura en la gu¨ªa telef¨®nica de Granada. Es un abonado accesible y de ideas fijas.
-Somos periodistas espa?oles y querr¨ªamos hablar con el se?or Gairy.
-Soy yo. Qu¨¦. quieren, ?hablar de pol¨ªtica o de ovnis?
-De pol¨ªtica.
-Entonces no es urgente. Ll¨¢menme despu¨¦s de vacaciones.
Maurice Bishop, abogado de 40 a?os, titulado en Oxford y seguidor de las doctrinas de Black Power, se convirti¨® en un ¨ªdolo popular. Se hizo con el apoyo de sovi¨¦ticos y cubanos y con el respeto receloso del resto de las islas antillanas. El premier jamaicano Michael Manley; la l¨ªder del movimiento negro Angela Davis; o los m¨²sicos Bob Marley o Harry Belafonte se fotografiaban encantados junto a ¨¦l. En cinco a?os intervino los precios de. los productos de primera necesidad (az¨²car, harina o arroz), instaur¨® la sanidad p¨²blica gratuita y redujo el ¨ªndice de analfabetismo del 35% al 5% y el desempleo del 50% al 14%. Pero su punto d¨¦bil era el turismo. Desempolv¨® el viejo proyecto de un aeropuerto internacional y le pidi¨® ayuda a su amigo Fidel Castro.
Estados Unidos crey¨® llegado el momento de limpiar de malas hierbas su jard¨ªn trasero. En las. pesadillas de Reagan el Caribe aparec¨ªa repleto de cazas Mig 23 sovi¨¦ticos saltando de isla en isla. Las informaciones de la CIA hablaban de arsenales subterr¨¢neos, y hasta las fotos de los obreros cubanos durmiendo la siesta que captaban los sat¨¦lites eran analizadas por la inteligencia militar.
Reagan no tuvo que hacer todo el trabajo: Bishop ten¨ªa al enemigo en casa. La vieja rivalidad con Bemard Coard, el segundo de a bordo, un marxista formado en Boston y estratega del partido, se convirti¨® en guerra abierta: Coard acus¨® a Bishop de traici¨®n al marxismo-leninismo; la hostilidad se, fue enconando y el l¨ªder empez¨® a temer por su vida. Coard lo arrest¨® en su residencia oficial y el general Hudson Austin anunci¨® por radio la creaci¨®n de un Consejo Militar Revolucionario. Las protestas empezaron a extenderse por toda Granada. El 19 de octubre de 1983, una multitud encabezada por un grupo de fieles se dirigi¨® hacia la prisi¨®n de Bishop. Los guardianes, desconcertados, dispararon al aire, pero terminaron por deponer las armas y unirse a los manifestantes. Con Bishop al frente, cruzaron Saint George.
-El tumulto fue creciendo y al final se juntaron 30.000 personas... ?Y Granada ten¨ªa menos de 100.000 habitantes!
-?Usted estaba all¨ª?
-No. Yo estaba en la c¨¢rcel: no le ca¨ªa bien a la Nueva Joya. Pero un periodista joven estuvo al lado de Bishop y le pregunt¨® qu¨¦ tal se encontraba. Le respondi¨®: "Soy hombre muerto".
Leslie Perrie es el director del Grenadian Voice, el peri¨®dico m¨¢s importante de la isla. Mientras habla, procura que los churretones de at¨²n no le manchen los pantalones y suelta miradas a media docena de redactores que clavan la vista en las pantallas de sus terminales. Leslie no comparte la apreciaci¨®n de que Bishop y Coard fueran distintos.
-Bishop era la cara benevolente y, como dijo alguien, Coard era 95% genio y 5% enfermo... hasta que ese 5% tom¨® el control. Pero los dos eran comunistas.
-?Y eso qu¨¦ quiere decir?
-Que los dos eran asesinos
En la puerta del Voice alg¨²n redactor osado ha escrito: "Leslie Pierre, The Devil" (el Diablo). En la puerta de la sede del Movimiento Patri¨®tico Maurice Bishop, en cambio, un letrero anuncia una cl¨ªnica. S¨®lo un monumento al kitch ideol¨®gico rompe la extremada sobriedad del local: en una estampa de la ¨²ltima cena, Bishop ocupa el lugar de Cristo, y entre los ap¨®stoles est¨¢n Hayle Selassie, Martin Luther King, Malcom X y Bob Marley.
Lyle Bullen, vicepresidente del movimiento, no est¨¢ de acuerdo con el veterano periodista. "La Nueva Joya era prosocialista, no comunista. No hubo nacionalizaciones. Aquel era un Gobierno muy pragm¨¢tico".
La batalla final se librar¨ªa en Fort Ruppert, que domina la bah¨ªa de Saint George: las fuerzas de Coard abrieron fuego contra la multitud. Bishop y sus m¨¢s directos seguidores entraron en la fortaleza, sede del cuartel general del Ej¨¦rcito, y las puertas se cerraron tras ellos. Despu¨¦s s¨®lo se oy¨® una descarga cerrada.
La pared del patio y el poste de una canasta de baloncesto conservan las marcas de los proyectiles. Los turistas llegan hasta all¨ª sofocados y echan una ojeada distra¨ªda a la placa que recuerda que Bishop y 15 seguidores "fueron asesinados en este fuerte". Con una radio tronando calypsos como fondo sonoro, prefieren disfrutar de la vista: Saint George trepando lomas enmoquetadas de vegetaci¨®n tropical, los yates en el Carenage y, hacia el sur, al final de la bah¨ªa, las t¨ªpicas playas antillanas de Grand Anse, bordeadas de hibiscos y palmeras. All¨ª destaca la Facultad de Medicina de Saint George, un centro-coladero donde acuden los alumnos norteamericanos que no consiguen superar la selectividad.
Y desde all¨ª vieron los primeros signos de la invasi¨®n que ven¨ªa a liberarlos: una l¨ªnea de helic¨®pteros volando hacia ellos sobre la bah¨ªa. "Parec¨ªa Apocalypse now ", comentar¨ªa despu¨¦s uno de los estudiantes.
La operaci¨®n Urgent Fury, con un combinado de las mejores tropas de ¨¦lite del planeta, puso a Granada en los mapas de las escuelas de EE UU. No sin dificultad, porque su extensi¨®n es 27.000 veces menor que la de ese pa¨ªs. Las tropas invasoras s¨®lo sufrieron 18 bajas (luego acusar¨ªan a Reagan de escamotear la muerte de otra decena de miernbros de las unidades secretas) entre 5.000 hombres. Euf¨®rico, distribuy¨® 8.000 medallas. Una de las m¨¢s gordas fue a parar al segundo responsable del operativo, un tal Norman Schwarzkopf.
Los turistas, como so?aba Bishop, entran a chorros por el aeropuerto internacional de Punta Salinal; en las calles de Saint George, los chicos ofrecen ganja (marihuana) o grabaciones piratas de calypsos que recuerdan al m¨¢rtir o rinden homenaje a la misi¨®n de rescate norteamericana; los guardias de tr¨¢fico organizan espectaculares coreografias con sus guantes blancos; los extranjeros compran nuez moscada a las vendedoras ambulantes. Pocos se asoman al Museo Nacional para contemplar la ba?era de m¨¢rmol de Josefina Bonaparte, una boina sudada de marine, una canoa arahuaca, "antigua destileria de ron y un recorte de prensa con una foto de Bernard Coard en la c¨¢rcel.
All¨ª sigue. Sin entender por qu¨¦ al matar a Bishop su popularidad qued¨® dos puntos por debajo de la del violador del Ensanche y lament¨¢ndose de un peque?o error que podr¨ªa haber evitado el desastre. La v¨ªspera de la invasi¨®n hab¨ªa enviado sendos t¨¦lex al Foreign Office y a la Conimonwealth brit¨¢nicos para que presionaran a Reagan y detuvieran la invasi¨®n. Los mensajes llegaron a Londres, pero la agenda de la Nueva Joya estaba anticuada y los t¨¦lex fueron a parar a una f¨¢brica de bolsas de pl¨¢stico.
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