Pr¨ªncipe y mendigo
Antonio Calvache, el fot¨®grafo de los a?os veinte madrilenos, muri¨® entre la basura
Muri¨® hace 10 a?os, sin memoria, en un piso gigantesco del centro de Madrid. Antonio Calvache, fot¨®grafo de toreros de actrices en ciernes y consagradas, de damiselas de sociedad y de la reina Victoria Eugen¨ªa, bebi¨® en copas de cristal cuando a¨²n no hab¨ªa cumplido los 30 a?os. Muri¨® a los 88 entre sof¨¢s con la seda natural arrancada a jirones y decenas de bolsas de basura y desperdicios. Nadie dijo nada. Nadie re clam¨® las ¨²nicas pertenencias de valor del fot¨®grafo: sus memorias, que mecanografiaba minuciosamente en su habitaci¨®n, presidida por una cama con dosel.Mientras Antonio Calvache, mor¨ªa en solitario, pese a que. hab¨ªa sido un aut¨¦ntico Gatsby, amante de las fiestas ruidosas pagadas de su propio peculio, funcionarios del Ayuntamiento de Madrid entraron en el destartalado piso de Atocha 49, y encontraron un vertedero de basura: latas, envases de yogur, botes de mermelada, peri¨®dicos, chuscos, galletas. No llenaron ni una ni cinco bolsas. Seg¨²n Pilar, la portera de la casa, que no se ha movido de ese puesto en los ¨²ltimos 20 a?os, llenaron "varias decenas".
En alguna de ellas iba el testimonio de los locos a?os veinte madrile?os, cuando la actriz Aurora Redondo apenas comenzaba su carrera y un d¨ªa se acerc¨® al estudio de un tal Calvache, de Jerez, situado en un ¨¢tico de la carrera de San Jer¨®nimo, para hacerse unos retratos. Hoy, el edificio no existe.
Carmen Rodr¨ªguez tiene una curiosa relaci¨®n familiar con Antonio Calvache: su padre, viudo, cas¨® con Pilar Fern¨¢ndez Calvache, costurera de profesi¨®n, que era sobrina y ¨²nico familiar del fot¨®grafo. Carmen acusa: "Los del Ayuntamiento tiraron todo lo, que encontraron en el piso de Atocha sin preguntar. Yo recuerdo dos hermosos retratos que presid¨ªan el vest¨ªbulo, del rey y la reina, que se fueron entre los desperdicios".
La sobrina pol¨ªtica reconoce que la casa, "que tenla unos 500 metros", se ca¨ªa a pedazos. Las cortinas y las sedas hab¨ªan sido vendidas. "Pilar compraba alimentos y se los llevaba a su t¨ªo. C¨¢ritas se encargaba de prepararle la comida varias vetes a la semana. La ¨²ltima vez que vi a Calvache lo recuerdo con mucha elegancia, pese a eltar tumbado en la cama, ya enfermo. Era f¨¢cil reconocer en su mirada que hab¨ªa tenido. el mundo a sus pies, recuerda Carmen. Pilar, la sobrina directa, falleci¨® en enero pasado.
El historiador de fotograf¨ªa Juan Miguel S¨¢nchez Vigil lleva varios a?os intrigado con la extra?a vida de Calvache, de quien se desconoce casi todo, pese a haber sido, una especie de pr¨ªncipe de la ciudad. El pasado mes de abril, y como un peque?o homenaje en el d¨¦cimo de su ignorada muerte S¨¢nchez Vigil llen¨® el Centro Cultural Conde Duque de sus, fotograf¨ªas. "Las he recuperado en librer¨ªas antiguas, entre los que venden postales en la' plaza Mayor y sobre todo, en el Rastro. Al principio te las ofrecen por muy poco dinero, pero en cuanto notan que estas realmente interesado, comienzan a subir el precio. Calvache no est¨¢ colocado en el lugar que deber¨ªa estar", relata el historiador, que a?ade que el personaje dirigi¨® tres pel¨ªculas y fue reportero de guerra al servicio de Falange en los a?os de la contienda. Y contin¨²a: "No hay datos sobre ¨¦l, su pista se pierde de Madrid en los a?os cuarenta. Se va a T¨¢nger, no se sabe por qu¨¦, pese a haber tenido los favores del falangismo, y regresa, tampoco se sabe muy bien cu¨¢ndo, probablemente en los. sesenta, y se hunde en la pobreza", dice el historiador.
S¨¢nchez Vigil ha escarbado tambi¨¦n en la memoria de los vendedores del Rastro y m¨¢s de uno recuerda la figura esbelta de un hombre que juraba que hab¨ªa sido el fot¨®grafo m¨¢s famoso de la capital. Aquella figura iba envuelta en un macferl¨¢n ra¨ªdo presumiblemente por las ratas y vend¨ªa su propia obra. "Por eso sus fotograf¨ªas est¨¢n desperdigadas. A. veces aparecen hasta en los bares. No es extra?o que las haya cambiado por ca?as y tapas. En cualquier librer¨ªa antigua de Madrid puede haber alguna vieja postal de Calvache", contin¨²a. S¨¢nchez Vigil, que est¨¢. empe?ado en reconstruir la vida del. fot¨®grafo jerezano para escribir su biograf¨ªa.
Calvache tambi¨¦n, vend¨ªa sus fotos en los jardines del paseo del Prado, junto a los vendedores de afiches taurinos para turistas. Las llevaba bajo el abrigo y las sacaba para ense?¨¢rselas a los interesados. ?l no fue torero, porque su abuela no le dej¨® pero retrat¨® a varios matadores que acabaron, sacrificados para la compra diaria. Y pese a haber sido maestro de maestros, acab¨® pateando los estudios de los hijos de sus compa?eros de generaci¨®n para preguntar si necesitaban que retocara alguna foto. El retoque ya estabal en extinci¨®n..
La estrecha rendija sobre su vida que se abri¨® con la exposici¨®n en el Conde Duque no dio los frutos que S¨¢nchez Vigil esperaba. Seguro de que m¨¢s de alguno dejar¨ªa sus senas para dar informaci¨®n sobre el fot¨®grafo, el historiador se cans¨® se esperar. Nadie le vio en sus ¨²ltimos paseos. El sepulturero del cementerio de la Almudena fue el ¨²ltimo que le despidi¨® de este mundo. Alguien dej¨® dicho en el Conde Duque que su mujer, Aurelia Wandosell, natural de Murcia, a¨²n vivir¨ªa y estar¨ªa internada en un manicomio.
Lo cierto es que Aurelia, acostumbrada al lujo, soport¨® mal la miseria en soledad y muri¨® al poco que su marido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.