Apuros de Clinton
A TRES MESES de las elecciones de noviembre que marcan la mitad del mandato de Clinton, y en las que el Partido Dem¨®crata tendr¨¢ que afrontar una serie de batallas inseguras, hay una idea coincidente en los medios m¨¢s diversos de que el presidente est¨¢ pasando por un mal momento; sobre todo, que no se le ve capacidad de poner en pr¨¢ctica su pol¨ªtica. No se trata de que haya habido en su gesti¨®n un fracaso llamativo: m¨¢s bien ocurre que los pasos que hab¨ªa anunciado para responder a las preocupaciones de la poblaci¨®n se han ido deshilachando, disolviendo la esperanza de que puedan convertirse en realidad. El aire renovador que daba color a la llegaba de los Clinton a la Casa Blanca se ido difuminando a la hora del choque con una realidad con frecuencia hostil.En ese orden son significativos los nombramientos m¨¢s recientes de colaboradores ¨ªntimos del presidente: en vez de personas de "fuera de Washington" -como anunci¨® Clinton en un principio-, los Panetta, Coelho y el juez Mikva pod¨ªan haber sido designados por Gephardt, el l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata de la C¨¢mara. Es como un retomo a los valores seguros del aparato dem¨®crata, cuando ¨¦ste pasa por un mal momento. Al mismo tiempo, la dimisi¨®n de Roger Altman, despu¨¦s de una comparecencia poco clara en el caso Whitewater, representa una p¨¦rdida seria para Clinton. Los debates sobre este tema no han. sacado a la luz nada nuevo y grave para los Clinton, pero han dejado en mal lugar a algunos colaboradores suyos.
La nueva ley sanitaria, a cuya aprobaci¨®n Hillary est¨¢ dedicada por entero, con una campa?a por todo el pa¨ªs, est¨¢ estancada en las c¨¢maras y la amenaza de que su aprobaci¨®n imponga tantas concesiones que Pierda sus rasgos m¨¢s valiosos es muy real. Por otra parte, la oposici¨®n de un n¨²cleo dem¨®crata al control efectivo de la adquisici¨®n de armas, eje de la ley contra el crimen, ha obligado a Clinton a negociar los votos que le faltan entre los republicanos. Con vistas a la consulta de noviembre, los dem¨®cratas se presentan dando la sensaci¨®n de que, con mayor¨ªa en las dos c¨¢maras, no son capaces de aprobar ninguna medida importante.
Es cierto que Clinton se puede apuntar algunos ¨¦xitos en pol¨ªtica internacional, como el Tratado de Libre Comercio con M¨¦xico y Canad¨¢, y sobre todo los avances hacia la paz que se han hecho en Oriente Pr¨®ximo, en gran parte gracias a Estados Unidos. Sin embargo, pesan mucho m¨¢s en ese terreno -considerado secundario por Clinton ya durante su campana- los errores que han rebajado el prestigio de EE UU. Quiz¨¢ el ejemplo m¨¢s negativo es el conflicto de Bosnia, en tomo al cual Clinton ha hecho declaraciones contradictorias en plazos cort¨ªsimos. Toda la operaci¨®n de Somalia -heredada, cierto es, de George Bush- fue un modelo en el que. se mezclaba la ignorancia de la realidad con la obsesi¨®n por ofrecer im¨¢genes brillantes por la televisi¨®n. Tendencia parecida se observa en el caso de Hait¨ª, en el que son manifiestas las vacilaciones del presidente. Y tampoco parece tener una idea clara de c¨®mo hacer frente a la cuesti¨®n cubana.
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