La corrida mutilada
El protagonista debe ser el toro, pero si el toro sale mutilado, la Fiesta pierde su sentido y se derrumba. En Almer¨ªa, por ejemplo, salieron sin trap¨ªo, sin pitones, con graves sospechas de afeitado, inv¨¢lidos y descastados. Es decir, una birria. Cuando no hay toro, no hay espect¨¢culo. En Almer¨ªa, no hubo n' primero ni segundo tercio, y el ¨²ltimo fue una caricatura del. arte de torear. Una corrida, en fin, profundamente mutilada.Sal¨ªa el toro -es un decir-, y todos pendientes para que no se cayera. El matador lo recib¨ªa con suavidad, para no molestarlo, y que salgan los picadores. (En toda la tarde, nadie tore¨® con el capote). Ya est¨¢n los picadores dispuestos con la jeringuilla en las manos. ¨®rdenes, miradas y gestos varios para que no toquen al animalito, que es de algod¨®n. Tercio de banderillas. "D¨¦jalo", "no lo toques", y todos pasan casi de puntillas porque el animal produce pena, en lugar de miedo.
Arjona / Manzanares, Espartaco, Rinc¨®n
Toros de Hermanos S¨¢nchez Alona (el 4% devuelto por inv¨¢lido), sospechosos de pitones, muy blandos y nobles; el sobrero, de Herederos de Manuel ?lvarez, inv¨¢lido. Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: casi entera (palmas); pinchazo, media baja y un descabello (pitos). Juan Antonio Ruiz, 'Espartaco': dos pinchazos y un descabello (ovaci¨®n); media (oreja). Cesar Rinc¨®n: pinchazo y estocada (oreja); bajonazo (ovaci¨®n).Plaza de toros de Almer¨ªa, 24 de agosto. 4? corrida de feria. Casi lleno.
Y la muleta. Manzanares se enfrent¨® (?qu¨¦ verbo m¨¢s fuerte!) a dos inv¨¢lidos con los que no pudo hacer de enfermero porque no tuvo m¨¢s que empujarlos al desolladero. As¨ª y todo, intent¨® justificarse como si ¨¦l no tuviera culpa de nada.
Los dos de Espartaco le permitieron estar voluntarioso, pero muy vulgar. Su primero era un juguete, al que pas¨® sin despeinarse y sin emoci¨®n. No serv¨ªa ni para carret¨®n de entrenamiento. Se enfad¨® mucho el torero al no acertar con el acero y s¨®lo fue ovacionado. Al segundo lo tore¨® despegado, sin reposo, y abus¨® del pico. De todos modos, agrad¨® al p¨²blico e impidi¨® el naufragio de la tarde.
C¨¦sar Rinc¨®n permiti¨® que mataran a su segundo en el caballo y, encima, le ovacionaron. En el otro, decidido, animoso, aseado y acelerado. En dos palabras, nada para el recuerdo.
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