Alucinados, esmirriados y tullidos
Esmirriados, tullidos y padeciendo alucinaciones: tal g¨¦nero soltaron en el famoso ruedo de Vista Alegre dentro de la que llaman la feria del toro; tiene bemoles al asunto. Alucinados, esmirriados y tullidos. Y con semejantes prendas, a¨²n pretenden darle categor¨ªa torista al coso de Bilbao. Mucha moral o quiz¨¢ mucho desahogo es lo que hay por los entre bastidores del taurinismo en estos pagos.Siempre queda, naturalmente, quienes rebajan sus ¨ªnfulas, se niegan a ver visiones, y entonces resuelven los taurinos mangoneadores de estos pagos que esos son enemigos de Bilbao. Un caso de singular modestia, al parecer: la hist¨®rica e industriosa villa, identificada con media docena de taurinos trapalones y robaperas. Cuando le dan a la escofina o encargan el alucin¨®geno, se deben sentir Don Diego Lope de Haro.
?lvarez / Mora, Litri, S¨¢nchez
Toros de Manuel ?lvarez (5?, sobrero), sin trap¨ªo e inv¨¢lidos. Juan Mora: estocada a un tiempo traser¨ªsimna ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada corta traser¨ªsima al encuentro e insistente rueda de peones (ovaci¨®n y salida al tercio). Litri: estocada -aviso- y dobla el toro (algunas palmas); bajonazo descarado (silencio). Manolo S¨¢nchez: pinchazo hondo infamante en los bajos, rueda de peones, media atravesada y dos descabellos (silencio); estocada corta y descabello (palmas).Plaza de Vista Alegre, 24 de agosto. 5? corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
La realidad es que ya no enga?an a. nadie. El propio p¨²blico bilba¨ªno, tan bondadoso y triunfalista de suyo, se lleg¨® a hartar de tanta burla y acab¨® cantando La vaca lechera. Rodaba el sexto torillo por los suelos, y una buena parte de los espectadores entonaba la vaca lechera que no es una vaca cualquiera, con esas prodigiosas voces que Dios les ha dado a los naturales de Bilbao.
Hubo un toro que apenas se cay¨® y otro que no se cay¨® nada. Este ¨²ltimo fue el primero -con perd¨®n sea dicho- y Juan Mora le baj¨® mucho la mano de mandar, la corri¨®. largo, templ¨® el pase... Muy bien todo, de no ser porque met¨ªa adem¨¢s un pico abusivo e innecesario, restando m¨¦rito a los muletazos y perjudic¨¢ndose ¨¦l mismo; pues, a veces, el toro perd¨ªa la gu¨ªa de aquella muletaza presentada oblicua, tiraba por la tanjente, y le buscaba la hipotenusa.
Al toro que se cay¨® poco, Litri le zamarre¨® vigoroso, le zapatille¨® regates ante su mirada perpleja, le peg¨® una tunda con el trapo de fregar y le levant¨® un dolor de cabeza horrible. M¨¢s vale, morir con honra que vivir con vilipendio, mugi¨® el toro, y pidi¨® un notario para dictarle el testamento.
Dos toros enterizos ya eran demasiado para la delicada sensibilidad de los artistas y no se pod¨ªa consentir; de manera que los siguientes salieron baldados. Baldados y alucinados. Cada toro estaba m¨¢s baldado y alucinado que el anterior pero menos que el siguiente (?no lo estructur¨® as¨ª el poeta?) y los ¨²ltimos soltaban un tufo a droger¨ªa que se ol¨ªa desde la andanada.
"Tengo una vaca lechera...", cantaba la afici¨®n, y quer¨ªa decir "Tengo una vaca droguera". No se tomaba aquello muy en serio la afici¨®n, es evidente, mas los toreros s¨ª, y hac¨ªan que toreaban. Juan Mora dio incluso una sesi¨®n de tremendismo, que ya es fanfarroner¨ªa, con un toro alucinado, esmirriado y tullido; Manolo S¨¢nchez se colocaba acad¨¦mico y el toreo le sal¨ªa montaraz; Litri no pod¨ªa darle pases a un toro que no se levantaba del suelo y puso expresi¨®n de sufrimiento a duras penas contenido. De todos los inv¨¢lidos, borrachuzos, drogadictos, s¨®lo uno devolvi¨® el presidente. Y sali¨® entonces resignado el cabestraje, soltando plastas como txapelas. Y esa era la cr¨®nica de la corrida.
Babelia
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