Un escritor atrapado
El narrador y periodista cubano Norberto Fuentes lo pasa mal en La Habana: est¨¢ haciendo una huelga de hambre dentro del hambre. Por lo visto es un hombre que se atreve a echar un pulso con un Estado omn¨ªmodo. Con esta decisi¨®n casi suicida, Fuentes pretende romper la resistencia del Gobierno castrista, que desde hace a?os le niega el permiso para viajar al extranjero. Porque, como es sabido y a ratos olvidado, de Cuba sale quien Castro quiera.Y Castro no quiere que Fuentes se vaya. El escritor fue muy amigo del general Arnaldo Ochoa y del coronel Antonio de la Guardia, los dos oficiales m¨¢s importantes de los cuatro fusilados por la dictadura en 1989 despu¨¦s de un nebuloso proceso que nos escalofri¨® a todos, cuyos entresijos alg¨²n d¨ªa se desvelar¨¢n. Con el general Ochoa intim¨® mucho en Angola, donde estuvo de corresponsal de guerra con las tropas cubanas. Al coronel De la Guardia le dedic¨® su famoso libro Hemingway en Cuba.
No es la primera vez que Norberto Fuentes tiene problemas con el r¨¦gimen. Su libro de narraciones Condenados de Condado, que recoge sus experiencias en la campa?a contra los alzados anticomunistas del Escambray, no gust¨® a los duros del aparato, quienes cuestionaron el premio Casa de las Am¨¦ricas que se le concedi¨®. Ya entonces el ideal literario de los cuadros ortodoxos del r¨¦gimen no admit¨ªa que los malos no fuesen bien malos ni que los buenos no fuesen bien buenos. Los cuadros adoraban y seguir¨¢n adorando el realismo socialista, que, como se sabe, es ajeno al socialismo realista.
A Fuentes tambi¨¦n le toc¨® una dosis de cicuta aquella funesta noche de abril de 1971 en que Heberto Padilla y otros intelectuales cubanos nos hicimos el haraquiri en obsequio de la revoluci¨®n en una sala de la Uni¨®n de Escritores tomada por la Seguridad del Estado. De los que fuimos citados all¨ª para que nos autoazot¨¢ramos por nuestros pecados ideol¨®gicos -lo que hicimos por fe o por miedo, o por ambas cosas-, ¨¦l fue el ¨²nico que rehus¨® hacerlo y en lugar de flagelarse denunci¨® que era un perseguido, lo que ¨¦ramos todos.
Que yo sepa, en dos ocasiones le han negado el permiso de salida. En 1991 no le permitieron viajar a Costa Rica para asistir a un congreso martiano. Hoy le impiden ir a Nueva York a dar unas conferencias sobre Hemingway auspiciadas por la Asociaci¨®n de Escritores Estadounidenses del Pen Club. En la primera ocasi¨®n, las autoridades castristas, virtuosas guardianas del rigor intelectual, alegaron que Fuentes nunca se hab¨ªa destacado como estudioso de Jos¨¦ Mart¨ª, y ahora se escudan en el proceso judicial a que est¨¢ sujeto el escritor por haber intentado salir clandestinamente de la isla. Como tantos cubanos desesperados y acorralados, Fuentes se lanz¨® al mar en una balsa hace unos meses y fue apresado por un guardacostas castrista. Recientemente declar¨® a un diario de Miami: "Mientras el Gobierno est¨¢ dejando salir en lanchas a cientos de cubanos por la bah¨ªa, a m¨ª me niegan el permiso para salir y por eso me declaro en huelga de hambre, porque estoy cansado de que me enga?en". Asimismo ha dicho que no tiene intenci¨®n de quedarse en el extranjero y que lo que reivindica es su derecho a salir de su pa¨ªs y a regresar a ¨¦l libremente.
La ¨²ltima gesti¨®n de Norberto Fuentes ha sido pedirle a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez; prologuista de Hemingway en Cuba e ¨ªntimo de Castro, que abogue por ¨¦l. Ojal¨¢ el Nobel colombiano, entendido en patriarcas oto?ales, tenga ¨¦xito en esta dificil encomienda. Lo deseo de todo coraz¨®n por mi amigo Norberto Fuentes.
Profesor universitario asilado en Espa?a.
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