Carlos y Pasqua
LA DETENCI?N de Carlos (el terrorista Ilich Ramirez, conocido bajo ese nombre desde hace 20 a?os) en Jartum y su entrega a Francia de forma inmediata han suscitado numerosos interrogantes. A¨²n habr¨¢ de especularse mucho sobre ellas. Est¨¢ claro que la operaci¨®n ha sido montada por los servicios de espionaje franc¨¦s y que la decisi¨®n de desencadenarla en este verano ha sido tomada por el ministro del Interior, Charles Pasqua. De improviso, Carlos y Pasqua han ocupado la primera p¨¢gina de la prensa francesa y obtenido gran eco mundial.El nombramiento de Jacques Verg¨¦s como abogado de Carlos agrega fuertes notas de misterio a la preparaci¨®n del juicio contra el terrorista.. El juez encargado de instruirlo, Jean-Louis Bruguiere, dispone de documentos provenientes de la extinta Alemania Oriental en los que Verg¨¨s aparece como intermediario entre Carlos y el Gobierno franc¨¦s. Si todo esto se investiga a fondo, el proceso se prolongar¨¢ durante a?os. Habr¨¢ adem¨¢s dudas sobre la viabilidad de una defensa de Carlos por parte de alguien sospechoso a su vez de haber actuado de contacto de terroristas. Todo anuncia, pues, un enjambre de relaciones en torno a Carlos y su banda que puede afectar a personalidades de diversas familias ideol¨®gicas.
En todo caso, lo que est¨¢ claro es que Francia ha vivido un verano Pasqua. Con el asunto Carlos y con la persecuci¨®n policial -miles y miles de controles de identidad en las calles de Par¨ªs- que ha desencadenado contra los inmigrantes argelinos en supuesta respuesta al terrorismo integrista contra extranjeros en Argelia ha monopolizado el escenario pol¨ªtico franc¨¦s, definiendo por su cuenta la pol¨ªtica del Gobierno y aprovech¨¢ndose para ello -abusando, dicen muchos- de que la mayor parte de los ministros est¨¢n de vacaciones. En la cuesti¨®n de la lucha contra el terrorismo isl¨¢mico, Pasqua apoya sin reserva la pol¨ªtica represiva y militarista del Gobierno argelino, mientras Jupp¨¦, ministro de Exteriores, reflexiona sobre la necesidad de negociar con los islamistas no terroristas. ?Desde cu¨¢ndo la pol¨ªtica exterior se decide en el Ministerio del Interior?, se preguntan ya muchos franceses. La pol¨ªtica de Pasqua en el problema argelino no s¨®lo amenaza con trasladar a Francia ese conflicto. Est¨¢ creando serias fisuras en una pol¨ªtica europea hacia el Magreb que deb¨ªa ser com¨²n o al menos coordinada y parece adem¨¢s obedecer m¨¢s que nada a ambiciones personales en la pol¨ªtica interior.
Porque todo este protagonismo de Pasqua debe situarse en el complejo marco en que se prepara la campana electoral en el seno del partido RPR (agrupaci¨®n nacida del gaullismo). Su jefe, Jacques Chirac, que renunci¨® a la jefatura del Gobierno para preparar su acceso al El¨ªseo, se encuentra ahora con que el jefe del Gobierno, Balladur, recibe un creciente apoyo como posible candidato para suceder a Mitterrand. Y una parte considerable del RPR, la m¨¢s nacionalista y hostil a la Uni¨®n Europea, partidaria tambi¨¦n de mayor dureza contra los inmigrantes, est¨¢ m¨¢s identificada con las posiciones de Pasqua -que defendi¨® el no en el refer¨¦ndum sobre Maastricht- que con el centrismo de un Chirac (aspirante a ganar votos de todos los horizontes) o con el gubernamentalismo de Balladur.
Est¨¢ claro que Pasqua quiere explotar ese papel protagonista en la derecha m¨¢s dura, capaz de aglutinar dichos sectores del RPR con votos arrebatados al ultraderechista Le Pen. No es siquiera descartable que se lance a una tercera candidatura del RPR para el El¨ªseo. Los socialistas ya manifiestan ciertas esperanzas de que esto ocurra. Su secretario, Emmanuelli, quiere retrasar hasta principios de 1995 la designaci¨®n del candidato presidencial de su partido para dar tiempo a la derecha a "llegar hasta el fin en su divisi¨®n". La hip¨®tesis quiz¨¢ m¨¢s probable es que Pasqua se decida a luchar por la jefatura del Gobierno. Pero siempre con un poder sustancial para influir en la presidencia.
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