"?Por que detenerlos? S¨®lo cocinan pescado "
La polic¨ªa vigilaba desde 1987 a la colonia etarra de Montevideo
Los etarras huidos comenzaron a llegar a Uruguay en 1986, durante el Gobierno de Julio Sanguinetti, y muy poco tiempo despu¨¦s un militar espa?ol reconoci¨® a algunos de los camareros del restaurante Boga Boga de Montevideo como militantes de la banda terrorista.As¨ª lo comunic¨® a Madrid y, desde los primeros meses de 1987, los servicios de inteligencia de la polic¨ªa y Ej¨¦rcito uruguayo les siguieron de cerca. "Nosotros sab¨ªamos de la presencia de esa gente. Lo ¨²nico que puedo decir es que durante el Gobierno de Sanguinetti, Espa?a nunca nos pidi¨® su extradici¨®n", ha declarado al peri¨®dico uruguayo El Observador el entonces ministro del Interior, Antonio Marchesano.
Dicho diario publicaba ayer los resultados de una investigaci¨®n propia sobre la conexi¨®n uruguaya de ETA. De acuerdo con el informe, Lourdes Garayalde, de 45 a?os, natural de Alegr¨ªa de Oria (Guip¨²zcoa), acusada de perpetrar varios atracos y actualmente en libertad, conoci¨® al tupamaro ?scar Su¨¢rez Moyano, Quico, cuando trabajaba como camarera en el Boga Boga. Fue el principio de una intensa relaci¨®n entre los etarras y los tupamaros, ya que Moyano, que entabl¨® amistad con una parte de los vascos, present¨® a Lourdes Garayalde a Ricardo Perdomo, quien aloj¨® a la presunta miembro de ETA en abril de 1991.
Pronto llegaron a Montevideo los primeros agentes de la polic¨ªa espa?ola, quienes suministraron datos sobre el colectivo etarra a los servicios de informaci¨®n locales. Fuentes pr¨®ximas al ex presidente Sanguinetti precisan que el Gobierno colorado nunca se plante¨® detener a los vascos, ya que, del seguimiento efectuado y del material aportado por Madrid, no se desprend¨ªa que fueran excesivamente peligrosos.
Tampoco entonces se apremiaba su entrega por parte espa?ola. "?Por qu¨¦ los ¨ªbamos a detener si nos constaba que no hac¨ªan otra cosa que no fuera cocinar pescado?", ironiz¨® la fuente. El entonces secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, viaj¨® a Uruguay y, en un almuerzo con el ministro Marchesano en el Club de Golf, agradeci¨® la colaboraci¨®n recibida y ofreci¨® a la polic¨ªa de este pa¨ªs un completo equipo t¨¦cnico que iba a ser desechado en Espa?a. Se acept¨® el regalo, pero nunca lleg¨® a entregarse, pues se registr¨® un cambio de gobierno y quedaron interrumpidos los tr¨¢mites.
La colonia de miembros de ETA en Uruguay se percat¨® de que era vigilada. Amaia Araquist¨¢in, esposa de Miguel Ib¨¢?ez, uno de los tres extraditados, recuerda que "uno ve¨ªa cosas extra?as, como por ejemplo un pareja bes¨¢ndose en la esquina bajo una lluvia torrencial". Rosario Delgado Iriondo, en declaraciones anteriores a los incidentes, reconoc¨ªa a EL PA?S que eran estrechamente seguidos, aunque neg¨® que desviaran dinero para actividades ilegales o financiaran la emisora de radio de los tupamaros.
"Empezamos a trabajar hacia las diez de la ma?ana, cerramos a las tres de la tarde y hasta las siete hablamos con gente y pol¨ªticos. A esa hora volvemos al restaurante y as¨ª hasta las 2.30 de la ma?ana. Nos queda poco tiempo para hacer algo ilegal", argument¨®. "Nuestra cuentas son muy claras".
El Gobierno de Luis Alberto Lacalle decidi¨® actuar contra la colonia etarra en 1992. Coincidi¨® la redada, conocida como Operaci¨®n Lagarto, con una mayor frecuencia en los contactos pol¨ªticos y policiales entre Montevideo y Madrid, una preocupante escalada de la violencia en Uruguay cuyo origen desconoc¨ªa el Gobierno, los Juego Ol¨ªmpicos y la Expo en Espa?a y la aparici¨®n de ETA en los titulares de prensa como consecuencia del golpe hispano-franc¨¦s del 29 de marzo en Bidart. El 15 de mayo, la polic¨ªa irrump¨ªa en el restaurante La Trainera (Gure Trainera fue despu¨¦s) y otras ocho fincas de Montevideo. Eran detenidas 29 personas.
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