Popularidad y populismo
La historia de la m¨²sica es la historia de su popularizaci¨®n. Nunca el artista renunci¨® a ser escuchado cada vez por m¨¢s personas y cuando alguno dice encerrarse en su torre de marfil o aparenta despreciar al gran p¨²blico o bien miente o bien encarna una nueva versi¨®n de la c¨¦lebre f¨¢bula de La zorra y las uvas.
La comunicaci¨®n con los dem¨¢s, la creciente difusi¨®n y, en suma, la democratizaci¨®n del arte musical constituye un fen¨®meno social e hist¨®rico tan natural que apenas necesita ser ensalzado. Quiz¨¢ convenga recordar que entre una manifestaci¨®n musical -¨®pera o concierto- y otra deportiva, siempre contar¨¢ ¨¦sta con mayor n¨²mero de seguidores, realidad que no autoriza el uso y abuso, como suele hacerse, del t¨¦rmino elitista al hablar de la m¨²sica. Y en cualquier caso, el combate para superar el dominio y exclusividad musical de las ¨¦lites, que efectivamente existi¨®, es antiguo y no parece tener fin.
Un gran ejemplo: los proms o Promenades Concerts de Londres cuyo centenario se festeja ahora; ejemplo mantenido gracias a las sucesivas evoluciones de su orientaci¨®n program¨¢tica y a la permanente calidad de las interpretaciones. Empe?os de an¨¢loga Intencionalidad menudearon en Europa a lo largo del siglo que termina y a¨²n antes. En Espa?a, los matinales de la Orquesta Sinf¨®nica con el maestro Arb¨®s, iniciaron la gran mudanza social de nuestro p¨²blico musical; en Catalu?a, la democratizaci¨®n vino principalmente de la mano del movimiento orfeon¨ªstico con Anselmo Clav¨¦ como primer emblema. En el Pa¨ªs Vasco fue igualmente temprana la gran oleada coral, hoy viva y floreciente con el Orfe¨®n Donostiarra como gran buque insignia. Valencia mud¨® los coros por las bandas para trazar desde ellas todo un tejido socio-musical y competitivo que ha funcionado como cantera de instrumentistas e incitaci¨®n de una meloman¨ªa muy amplia desde el primer momento.
En otros lugares se celebraron en ciertas ocasiones grandes concentraciones musicales, de gran importancia desde el punto de vista social, como fueron las de Santander a principios de siglo, con asistencia de Felipe Pedrell y Tom¨¢s Bret¨®n, maestro que protagoniz¨® en Granada la prehistoria de los actuales festivales al dirigir durante las fiestas del Corpus largas e importantes series de conciertos en el patio de Carlos V, a la Sociedad de Conciertos de Madrid. Hoy, las experiencias son muchas y han llegado a convertirse en h¨¢bito de la cultura actual. En la conciencia de todos est¨¢n los m¨¢s recientes cap¨ªtulos de esta historia democratizadora de la m¨²sica. Se apoyan en el desarrollo de los medios de difusi¨®n y reproducci¨®n -radio, televisi¨®n, cine, disco, v¨ªdeo- y en promociones tan masivas como las de los conciertos oper¨ªsticos que a veces convierten la popularidad en populismo y desfiguran un tanto la misma materia a difundir.
Todos los caminos, incluso los de los intereses comerciales, nos llevan hacia la apertura y multiplicaci¨®n de las audiencias, lo que, a pesar de todos los pesares, resulta beneficioso y conveniente. A¨²n lo ser¨¢ m¨¢s el d¨ªa que junto a esas actividades espectaculares contemos con las estructuras educacionales convenientes y necesarias. Gran Breta?a las ten¨ªa cuando inici¨® los proms: de ah¨ª la pluralidad de su p¨²blico y la posibilidad de una popularizaci¨®n sin demagogia, que en esto consiste el tan tra¨ªdo y llevado populismo.
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