C¨®mo abandonar el perro
Me resulta cuando menos sorprendente que art¨ªculos como el titulado C¨®mo abandonar al perro, de Francisco Peregil, puedan verse publicados en la prensa (EL PA?S, 9-8-1994) por entender que contribuyen a dar una imagen de algo com¨²n y acostumbrado al hecho de abandonar al perro, de una manera u otra (en la carretera, en un parque...).Tras a?os de campa?a por parte de instituciones, asociaciones y particulares se ha conseguido que en Espa?a disminuya por primera vez el n¨²mero de animales abandonados (alrededor de 250.000 al a?o), y esto me hac¨ªa suponer un mayor nivel de sensibilidad en contra de esta lamentable pr¨¢ctica del ser humano, por lo que verla reflejada en la prensa como algo trivial, y en pleno mes de agosto, cuando el abandono de perros, gatos y abuelos, en general, alcanza el cl¨ªmax, supone un jarro de agua fr¨ªa.
En contra de la opini¨®n del se?or Peregil, el abandono del perro no supone una elecci¨®n por ambas partes (perro y due?o), sino solamente del segundo, estando el perro a partir de ese momento expuesto a las mayores calamidades.
El sufrimiento f¨ªsico y ps¨ªquico de estos seres vivos, al igual que el de cualquier otro capaz de sentir dolor, es estremecedor, hasta el punto de que puedo afirmar que para la mayor¨ªa de ellos hubiese sido mejor matarlos (sin eufemismos del tipo de "dormirlos") que abandonarlos, y esto va en contra del final id¨ªlico que muchos due?os y el se?or Peregil suponen para el perro abandonado: desgraciadamente, s¨®lo un 5% de estos animales son adoptados; el resto est¨¢n condenados a sufrir accidentes, enfermedades, hambre, deshidrataci¨®n, malos tratos, soledad, tristeza y dolor.
Por otra parte, resulta tranquilizadora la afirmaci¨®n del autor del art¨ªculo acerca de que ¨¦l no tendr¨¢ nunca perro, y ojal¨¢ muchas otras personas propietarias de perro hubiesen actuado igual, porque, dado que no es obligatorio tener perro, lo pod¨ªan pensar antes, y si no, responsabilizarse, ya que abandonar animales constituye un delito (cap¨ªtulo VI, art¨ªculo 39, p¨¢rrafo 2, del BOCM), y, como tal, se trata de un acto ilegal, censurable, il¨ªcito, injusto, prohibido, furtivo, clandestino, o una falta, infracci¨®n, culpa, crimen o pecado (seg¨²n el diccionario de Gonz¨¢lez Cremona y Ant¨®n Serrano), y no como una elecci¨®n personal permisible y leg¨ªtima, tal y como lo plantea el se?or Peregil.- Veterinaria.
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