Econom¨ªa, demograf¨ªa y Fuerzas Armadas
El articulista defiende la consolidaci¨®n del modelo mixto de Fuerzas Armadas, mediante un incremento sustancial en la compensaci¨®n econ¨®mica de los soldados de reemplazo para determinados destinos.
Espa?a ha optado por un modelo de Fuerzas Armadas -FF AA 2000- en relaci¨®n con el car¨¢cter y volumen de contingente humano que lo nutre -ej¨¦rcito mixto, 50% profesionales y 50% de reemplazo, aunque remunerado-, imaginativo y perfectamente adaptado a sus condiciones econ¨®micas y demogr¨¢ficas, adem¨¢s de satisfacer sus necesidades de defensa y seguridad y ser coherente, en cuanto al total de efectivos, con el esfuerzo que cabe exigir de un pa¨ªs como Espa?a, en el marco de las alianzas -OTAN, UEO- a las que pertenece.Entre los m¨²ltiples factores que condicionan la elecci¨®n del modelo de Fuerzas Armadas de un pa¨ªs -ej¨¦rcito de recluta obligatoria, profesional o mixto-, los econ¨®micos y demogr¨¢ficos tienen el car¨¢cter de variable de restricci¨®n del modelo. Las preferencias ideol¨®gicas, evaluaci¨®n de las necesidades de defensa y seguridad complejidad y cantidad de los sistemas de armas, entre otros factores, han de moverse inexorablemente en el marco trazado por la econom¨ªa y la demograf¨ªa.
No es casualidad, aunque asombra que nadie Parezca reparar en su excepcionalidad, que s¨®lo seis pa¨ªses del mundo industrial avanzado disponen de un ej¨¦rcito exclusivamente profesional o se planteen tenerlo: Estados Unidos, Canad¨¢, Reino Unido, Luxemburgo, B¨¦lgica -desde 1994- y Holanda, a partir de 1998. Se trata, en todos los casos, de pa¨ªses cuya demograf¨ªa es capaz de soportar la opci¨®n elegida, entre los m¨¢s desarrollados del mundo, con una envidiable red de infraestructuras, un tejido empresarial altamente competitivo y un completo sistema de servicios y prestaciones sociales.
Ese nivel de desarrollo les permite dedicar una proporci¨®n muy importante de su producto nacional bruto (PNB) a gastos de defensa, en los que Espa?a s¨®lo se asemeja a B¨¦lgica y se encuentra por detr¨¢s de todos los dem¨¢s.
Nuestra sociedad viene desarrollando durante los ¨²ltimos a?os un extraordinario esfuerzo para homologarse con los pa¨ªses m¨¢s avanzados de nuestro entorno. Si ese objetivo puede considerarse satisfecho en el plano institucional, todav¨ªa queda un largo camino que recorrer en el plano del desarrollo econ¨®mico y de las prestaciones sociales.
Ello hace imprescindible la continuaci¨®n del esfuerzo inversor en infraestructuras y de apoyo a la modernizaci¨®n del aparato productivo, adem¨¢s del mantenimiento y mejora de los gastos sociales. Este esfuerzo generar¨¢ ulteriores excedentes de renta y riqueza, siendo posible atender l¨ªneas de gasto ahora inevitablemente preferidas. No debe olvidarse que, hasta 1985, la formaci¨®n bruta de capital fijo en Espa?a ha ido siempre por debajo de la media comunitaria. El. gasto de protecci¨®n social, por su parte, es en Espa?a el 22% del producto interior bruto (PIB), aproximadamente, frente al 26% de media en la CE.
La financiaci¨®n de este esfuerzo ha de hacerse en el marco de unos escenarios presupuestarios restrictivos para los pr¨®ximos a?os, pese a que el gasto, p¨²blico en Espa?a, el 48% del PIB en 1994, todav¨ªa se encuentra por debajo de la media de la -Uni¨®n Europea: 51,4% del PIB. El d¨¦ficit p¨²blico ha sido el 7,3% del PIB en 1993, frente al 6,4% de media en la Uni¨®n Europea, y para acceder a la Uni¨®n Monetaria, en 1997, es necesario no superar el 3%, lo que da idea del esfuerzo a realizar.
En estas condiciones, manteniendo un volumen de efectivos acorde con las necesidades de defensa y seguridad de Espa?a, como prev¨¦ el modelo FF AA 2000 -180.000, de los cuales 50.000 son cuadros de mando-, parece poco razonable sacrificar los objetivos de un mayor desarrollo econ¨®mico y bienestar social, para intentar disponer de un ej¨¦rcito exclusivamente profesional, extraordinariamente costoso.
Es necesario recordar que el total de efectivos civiles y militares de las Fuerzas Armadas espa?olas en relaci¨®n con la poblaci¨®n -1,61/6- se encuentra en la banda baja de los pa¨ªses de la OTAN, muy por debajo de la media de la organizaci¨®n, que supera el 2%.
Un ej¨¦rcito exclusivamente profesional, de tama?o semejante al espa?ol del modelo FF AA 2000, tampoco parece compatible con la demograf¨ªa espa?ola, cuyas previsiones para los pr¨®ximos 25 a?os, en el estrato de edad m¨¢s significativo para la defensa, se recogen, compar¨¢ndolos con la de otros pa¨ªses europeos. Espa?a es el ¨²nico pa¨ªs de Europa que disminuir¨¢ constantemente su poblaci¨®n durante los pr¨®ximos 25 a?os. La regresividad del modelo poblacional espa?ol determina que en el a?o 2000 s¨®lo 125.000 personas de 18 anos ser¨¢n efectivamente incorporables a las FF AA.
Si se defiende la opci¨®n exclusivamente profesional, en base a la hip¨®tesis de mantener, en cuanto a efectivos, el modelo FF AA 2000 y suponiendo una media de permanencia como profesionales de cinco a?os, a partir del a?o 2000 el 20% de los j¨®venes de 18 a?os tendr¨ªan que incorporarse anualmente como soldados profesionales a las FF AA, en competencia con la Guardia Civil, polic¨ªas auton¨®micas y locales. Si se tiene en cuenta que la permanencia media en los ej¨¦rcitos de Estados Unidos y del Reino Unido se estima en tres o cuatro a?os, a pesar de su tradici¨®n y de los medios econ¨®micos disponibles, y que en estos pa¨ªses se necesita incorporar no m¨¢s del 10% de los j¨®venes en edad militar, se pueden valorar las dificultades, pr¨¢cticamente insalvables, que representar¨ªa para Espa?a, por razones estrictamente demogr¨¢ficas, la opci¨®n de un ej¨¦rcito exclusivamente profesional.
La restricci¨®n para la libertad de elecci¨®n acerca del modelo de FF AA que suponen los factores econ¨®micos y demogr¨¢ficos se pone dram¨¢ticamente de manifiesto en las reflexiones precedentes. Existen, no obstante, variables te¨®ricas de ajuste: reducci¨®n dr¨¢stica el total de efectivos previstos , adaptando un viejo concepto e ra¨ªz marxiana, utilizar lo que podr¨ªa denominarse "ej¨¦rcito de reserva".
Una reducci¨®n radical -en torno al 50%- de los efectivos previstos en el modelo FF AA 2000, no parece compatible con nuestras necesidades de seguridad y defensa, tal y como han sido evaluadas en el Acuerdo del Congreso, de los Diputados de junio de 1991, ni con las obligaciones que conlleva el pertenecer a un sistema de alianzas, que exige a sus miembros una aportaci¨®n en el esfuerzo de defensa relacionada con sus recursos demogr¨¢ficos y econ¨®micos.
En cuanto a la ilusi¨®n de que un ej¨¦rcito exclusivamente profesional de tan exiguas dimensiones podr¨ªa suponer una disminuci¨®n equivalente en el actual volumen de gasto en defensa, puede servir de ejemplo el caso de Canad¨¢. Este pa¨ªs, con s¨®lo 80.000 efectivos, menos del 50% de los previstos para Espa?a en el modelo FF AA 2000, dedica a gastos de defensa una proporci¨®n del PIB superior en 0,4 puntos a la espa?ola actual; es decir, un 35% m¨¢s.
Los costes de formaci¨®n, reinserci¨®n en la vida civil, indemnizaciones por raz¨®n de servicio, Seguridad Social y otros gastos sociales; las mayores exigencias en personal civil o en contrataci¨®n de servicios a empresas privadas; las inversiones en infraestructura y viviendas que suponen unas FF AA profesionales, no entran en el c¨¢lculo de los promotores del ej¨¦rcito profesional, aunque pudiera suponer, en el caso espa?ol, en torno a 400.000 millones de pesetas adicionales al a?o.
La opci¨®n acr¨ªtica por un ej¨¦rcito profesional apenas se para en este coste y tambi¨¦n ignora la quiebra de la solidaridad intergeneracione -los padres de los actuales soldados garantizaron, en su momento, la seguridad de las nuevas promociones-, interterritorial y social que supone, cuando es posible demogr¨¢fica y econ¨®micamente, este modelo de Ej¨¦rcito.
Ahora se trata de dar un paso en su consolidaci¨®n, mediante un incremento sustancial en la compensaci¨®n econ¨®mica de los soldados de reemplazo para determinados destinos, contribuyendo a disminuir la carga econ¨®mica que el servicio militar -como cualquier otro servicio- supone para quienes lo realizan.
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