Reflexiones de un ni?o de El Cairo
Cuando yo era ni?o, El Cairo era mucho m¨¢s peque?o. Estaba rodeado de jardines y prados. No era un pueblo, ten¨ªa aproximadamente un mill¨®n de habitantes, pero era tranquilo y limpio y muchas familias ten¨ªan su propia residencia. En una calle se ve¨ªa, a lo mejor, un bloque de viviendas rodeado de casas bajas. Los bloques ten¨ªan tres o cuatro plantas y en cada piso hab¨ªa s¨®lo una o dos familias. Me acuerdo de la casa de mi familia en el distrito de Gamalia.Ahora vivo en un apartamento. Todas las casas viejas se han convertido en rascacielos. Hoy, El Cairo est¨¢ superpoblado. A nadie se le pas¨® nunca por la cabeza que fuera a llegar a tal grado de superpoblaci¨®n. Ahora todo son edificios altos y est¨¢ atestado de empresas, organizaciones, f¨¢bricas y escuelas. Baste con saber que la poblaci¨®n asciende a 15 millones de personas y las calles est¨¢n tan abarrotadas de coches que no queda sitio para las personas. Muchas zonas se han desarrollado ca¨®ticamente y sin control. Es el resultado de la llegada de emigrantes desde otras zonas, sobre todo zonas rurales, lo que causa trastornos a la gente y al Gobierno. Me hace sentirme agobiado y a menudo perdido.
La enorme presi¨®n de la poblaci¨®n dificulta la vida normal en la ciudad y, por supuesto, encontrar hoy piso es muy dificil. Es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los j¨®venes. Adem¨¢s, el precio de compra de un piso ha subido enormemente y casi no hay apartamentos en alquiler. Tengo la impresi¨®n de no poder encontrarme a m¨ª mismo en mi propia ciudad natal. El ¨²nico sitio en el que me siento seguro es en casa.
El problema de encontrar una vivienda ha obligado a un gran n¨²mero de personas a vivir entre las tumbas de un cementerio, la llamada Ciudad de los Muertos. Es lamentable, y lo digo tanto por los vivos como por los muertos. La gente sol¨ªa hacer noche all¨ª mientras esperaban a que llegara la ma?ana para enterrar a sus muertos. Puede que los occidentales no sepan que nuestras tumbas no son como las suyas. Las nuestras tienen habitaciones, y las que no las tienen, por lo menos tienen un patio y muros. La gente que no tiene cobijo utiliza estos patios.
La mejor soluci¨®n para estos problemas es crear nuevas ciudades. Pero no basta crearlas. Tiene que haber transporte que, los comunique con las ciudades principales para que la gente que vive all¨ª tenga la- sensaci¨®n de que vive en una ciudad de verdad. Deben disponer de todos los servicios p¨²blicos, como agua y electricidad, y tambi¨¦n seguridad. Si estuvieran bien repartidas y construidas, se podr¨ªa redistribuir en ellas a la poblaci¨®n.
Un problema importante es el econ¨®mico, la cantidad de gente que vive por debajo del umbral de pobreza. No hay que olvidar que Egipto no ha hecho uso de toda su capacidad industrial y agraria. El pa¨ªs puede asimilar a toda su actual poblaci¨®n, el verdadero peligro es que el futuro aumento de la poblaci¨®n podr¨ªa dificultar el desarrollo.
Todo esto se puede resumir en la necesidad de que se complete la democracia. Podr¨ªa parecer que el proceso democr¨¢tico nada tiene que ver con el aumento de la poblaci¨®n, pero en una sociedad democr¨¢tica es la gente la que decide sobr¨¦ la planificaci¨®n familiar y el n¨²mero de hijos que quiere; cuando no hay democracia, esas cuestiones les son impuestas.
Lamentablemente, nuestro Gobierno quiere retrasar este proceso pol¨ªtico, sobre todo en las actuales circunstancias, marcadas por el enfrentamiento con los fundamentalistas. Los partidos de oposici¨®n piden la anulaci¨®n del estado de excepci¨®n por el que se puede arrestar a la gente en cualquier momento. El Gobierno quiere mantenerlo para que no se creen partidos religiosos, concretamente un partido islamista.
Es aut¨¦nticamente dif¨ªcil aclarar las ideas de la gente y liberarla de las ideas fundamentalistas. Los fundamentalistas est¨¢n en contra de la planificaci¨®n familiar y los partidarios de la modernizaci¨®n est¨¢n l¨®gicamente a su f¨¢vor. Estos ¨²ltimos piensan en la cuesti¨®n de la poblaci¨®n partiendo de la base de que es un problema relacionado con el mundo en su conjunto y que, en las actuales circunstancias, podr¨ªamos encontrar soluciones al problema d¨¢ndole un tratamiento econ¨®mico y social.
Pero los fundamentalistas isl¨¢micos lo ven como una cuesti¨®n religiosa. Juzgan el asunto a la luz de valores religiosos. Aceptan lo que la religi¨®n acepta y rechazan lo que ¨¦sta rechaza. Y se mantienen firmes en su postura. En la Conferencia de El Cairo, las autoridades religiosas rechazar¨¢n cualquier resoluci¨®n que vaya contra la ley isl¨¢mica, la sharia; estar¨¢n, por ejemplo contra el aborto y la libertad sexual. Los fundamentalistas isl¨¢micos rechazan la conferencia porque opinan que no tiene en cuenta los valores religiosos.Pero, a pesar de los fundamentalistas, la gente est¨¢ preparada para recurrir al control de la natalidad. La planificaci¨®n familiar debe basarse en la libre elecci¨®n. De hecho, la sharia isl¨¢mica est¨¢ a favor de una planificaci¨®n familiar basada en la libre elecci¨®n del marido y la mujer, pero se opone a todo m¨¦todo que sea contrario a los valores religiosos. La opini¨®n p¨²blica est¨¢ en contra del aborto, cuando no se recurre a ¨¦l por motivos de salud. ?sa es tambi¨¦n la postura del Papa.
Los fundarnentalistas se oponen incluso a la celebraci¨®n de la conferencia. Yo no estoy de acuerdo. El que se haya elegido a El Cairo para celebrar esta conferencia nos concede un certificado internacional que recibimos gustosos. No obstante, todo depende de las resoluciones finales. El presidente de este pa¨ªs ya ha declarado que no nos comprometemos con ninguna de las resoluciones que, de alg¨²n modo, vayan en contra de la sharia. No creo que esta conferencia vaya a se?alar injustamente con el dedo a m¨ª pa¨ªs. Por el contrario, creo que supone una enorme oportunidad.
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