Escuchando al mar
Los sonidos del mar se llevan en su continuo ir y venir los ¨²ltimos recuerdos del verano y anticipan a su manera el presentimiento del oto?o. Son sonidos nada banales -"la banalidad es la contrarrevoluci¨®n", dec¨ªa Isaac Babel- y nada hay ya m¨¢s revolucionario que el mar. Son sonidos tranquilamente juguetones en el sentido que define el juego en sus notas personales el escritor Jos¨¦ Jim¨¦nez Lozano, es decir, pura alegr¨ªa, pura libertad, pura gratuidad.El mar nos trae a veces pensamientos tristes. Este verano nos ha abandonado un aficionado y estudioso de la m¨²sica ejemplar, de los que ya no quedan, el bilba¨ªno Federico Eguillor. Sus conocimientos eran apabullantes; su rigor, pasi¨®n e insaciable curiosidad despertaban admiraci¨®n. Entraba en el secreto de las obras m¨¢s rec¨®nditas, nos daba pistas sobre los eslabones perdidos de la m¨²sica. No llegu¨¦ a conocerle personalmente, pero su sabidur¨ªa me llegaba indirectamente a trav¨¦s de mel¨®manos tan puntillosos y exigentes como Santiago Salaverri, ?ngel Fernando Mayo o Antonio Gallego. Las ¨²ltimas opiniones que de ¨¦l supe fueron su satisfacci¨®n sobre la visi¨®n de Carlos Garc¨ªa Gual del mito de Prometeo en relaci¨®n con la m¨²sica, y la alta estima que le produjo una audici¨®n radiof¨®nica desde Berl¨ªn de la ¨®pera, Die Flammen, de Schulhoff, nueva variante del personaje de Don Juan y t¨ªtulo prohibido por el III Reich. Es un vac¨ªo irrecuperable el que nos deja Eguillor. ?nicamente el mar nos consuela de la p¨¦rdida.
Tambi¨¦n el mar nos habla de la Entartete Musik, m¨²sica calificada como degenerada por el nazismo, y condenada caprichosa y criminalmente al olvido. El proceso de recuperaci¨®n de la misma contin¨²a paso a paso su andadura, y durante este mes se podr¨¢ ver en la Opera C¨®mica de Berl¨ªn, Der gewaltige hahnrei, de Berthold Goldschrnidt, sobre El cornudo magn¨ªfico, de Crommelynck, no representada esc¨¦nicamente desde su estreno en Mannheim en 1932. La puesta en escena actual contar¨¢ con el prestigioso Harry Kupfer. Adem¨¢s, la casa discogr¨¢fica Decca sacar¨¢ tambi¨¦n al mercado este septiembre el primer registro mundial de Der Kaiser von Atlantis, de Ullmann, ¨®pera de C¨¢mara para siete cantantes y 13 instrumentistas, con la orquesta Gewandhaus, de Leipzig y la Sinfon¨ªa l¨ªrica, de Zenilinsky, con la Royal Concertgebouw de Amsterdam y Riccardo Chailly. Y hasta Madrid llegar¨¢n los ecos de esta fruct¨ªfera normalizaci¨®n musical. El mar nos susurra la noticia de que Jos¨¦ Luis P¨¦rez de Arteaga est¨¢ preparando un ciclo con cuartetos de Goldschmidt, m¨²sicas de cabar¨¦, conferencias y mesas redondas para el inminente Festival de Oto?o. ?Sonidos de caracola? No, m¨¢s bien vientos reparadores de mares con tendencia a la calma.
El mar nos invita, asimismo, con el hechizante vaiv¨¦n de sus olas a plantearnos imposibles cuestiones como qu¨¦ hacer durante el invierno para mantener una pizca de forma f¨ªsica. Tal vez Dan Carlinsky y Ed Goodgold nos ofrezcan alguna ayuda, pues en Londres han publicado un libro con el sugestivo t¨ªtulo The armchair conductor o C¨®mo dirigir una orquesta sinf¨®nica en la intimidad de su propia casa, curiosa mezcla de arte y aerobic, que permite, seg¨²n la publicidad, mantener una envidiable salud dirigiendo a las orquestas top del mundo (para ello regalan una batuta con cada ejemplar) sin necesidad de vestirse de frac, e incluso nos dan la posibilidad de calcular el tiempo exacto de preparar un huevo pasado por agua, tres minutos, el mismo que dura la direcci¨®n de la obertura de Las bodas de F¨ªgaro, si seguimos las indicaciones de Sir John Barbirolli.
Ay el mar, el mar, cu¨¢ntas evocaciones, cu¨¢ntos deseos, cu¨¢ntas historias y cu¨¢ntos est¨ªmulos nos trae en su continuo flujo de m¨²sica infinita, carente de banalidad, revolucionaria, profundamente juguetona, libre y gratuita.
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