?Qui¨¦n decide si somos demasiados?
Di¨¢logo entre el polit¨®logo sueco Carl Wahren y la escritora egipcia Nawal el Saadawi, moderado por William Echikson
La escritora egipcia Nawal el Saadawi y el polit¨®logo sueco Carl Wahren son buen ejemplo de la divisi¨®n suscitada por los problemas de poblaci¨®n y desarrollo en el mundo que se debaten estos d¨ªas en la Conferencia de El Cairo. El Saadawi, psiquiatra y novelista de renombre, firm¨® recientemente una declaraci¨®n en la que se atacaba a la ONU por pretender limitar la libertad de las mujeres con los programas para frenar el crecimiento de la poblaci¨®n. En 199 1, el Gobierno egipcio cerr¨® definitivamente la secci¨®n egipcia del Fondo de Solidaridad de las Mujeres ?rabes, de la que era presidenta. En la actualidad, Saadawi es profesora invitada en la Universidad Duke, de EE UU.Carl Wahren est¨¢ a favor de la planificaci¨®n familiar como derecho humano y cree que el control de la poblaci¨®n es crucial para el desarrollo econ¨®mico sostenido del Tercer Mundo. Wahren ha sido director de sanidad, nutrici¨®n y poblaci¨®n en la Agencia de Ayuda Sueca. Actualmente es director del departamento encargado de gestionar la ayuda de la OCDE en Par¨ªs.
Pregunta. ?sta es la tercera conferencia de la ONU sobre poblaci¨®n en 20 a?os. ?Qu¨¦ comparaci¨®n har¨ªan entre esas reuniones?
Nawal el Saadawi. En 1974, en Bucarest, los Gobiernos y la ONU centraron su atenci¨®n en el crecimiento de la poblaci¨®n como la principal causa de pobreza. Los grupos progresistas de hombres y mujeres, sobre todo de Asia, ?frica y Latinoam¨¦rica, respondieron que el problema real ten¨ªa su origen en el colonialismo y en la falta de desarrollo social y econ¨®mico.
Este conflicto se repiti¨® en 1984, en M¨¦xico, y puede repetirse en El Cairo. No es solamente un conflicto entre el Norte y el Sur o entre el Este y el Oeste; es entre el punto de vista tradicional de los Gobiernos y de la ONU y los grupos progresistas de hombres y mujeres del mundo en v¨ªas de desarrollo y de Occidente, que aspiran a una filosofia totalmente diferente.
Nos gustar¨ªa decir que, a veces, la responsabilidad de resolver el crecimiento de la poblaci¨®n es nuestra. No necesitamos que se inmiscuyan Gobiernos extranjeros, como el de Estados Unidos, que dicen que van a venir a implantar la planificaci¨®n familiar. Las mujeres egipcias deben tener la opci¨®n de decidir el n¨²mero de hijos que quieren.
Wahren. La cuesti¨®n era m¨¢s compleja que todo eso. En Bucarest, unos cuantos Gobiernos asi¨¢ticos, latinoamericanos y africanos se mostraron de acuerdo con una docena de Gobiernos occidentales que afirmaban que la fecundidad era una parte integral e importante a la hora de intentar mejorar la calidad de la salud maternal e infantil. Por supuesto, la Planificaci¨®n familiar no es un sustituto del desarrollo socioecon¨®mico. Tenemos que realizar importantes transferencias de recursos entre los pa¨ªses y dentro de ellos. En M¨¦xico, en 1984, donde tuve el privilegio de estar en el comit¨¦ de redacci¨®n, 149 Gobiernos estuvieron totalmente conformes con este planteamiento integrado a dos bandas. Antes de la Conferencia de R¨ªo, de 1992, m¨¢s del 90% de los Gobiernos del Sur manifestaron la opini¨®n de que un crecimiento r¨¢pido de la poblaci¨®n era un peligro. Hay un nuevo consenso.
N. E. S. Decir que el 90% de los Gobiernos del Sur estaba de acuerdo no significa que la gente lo -estuviera. No estamos representados por nuestros Gobiernos. No hablo como representante de las autoridades egipcias.
P. La poblaci¨®n mundial crece en 100 millones de personas al a?o. ?Es realmente un problema?
N. E. S. No es un problema si hay un crecimiento real de la riqueza y el poder. En este momento, el 20% de la poblaci¨®n del mundo consume el 80% de la riqueza. El objetivo original de la Conferencia de El Cairo era hacer llegar anticonceptivos a unos 350 millones de familias del Tercer Mundo. Su filosof¨ªa es que los recursos del mundo son limitados. Esto no es cierto. En Egipto vivimos en un 4% del territorio nacional. El 96% de nuestra tierra no se utiliza. Es desierto, pero el desierto puede utilizarse.
W. Independientemente de c¨®mo se comporten los pa¨ªses ricos, los recursos locales no son ilimitados. Tomemos el caso del agua. El consumo est¨¢ muy ligado a la poblaci¨®n que consume el agua. Conozco numerosos lugares donde el agua se est¨¢ acabando, a causa del consumo. No es el capitalismo lo que la consume, sino la gente [que la utiliza] para la agricultura, la higiene y para beber.
P. ?Quiere la gente del mundo en v¨ªas de desarrollo tener muchos hijos?
W. Cuando se celebr¨® la Conferencia de Bucarest, menos del 10% de las mujeres del mundo ten¨ªa acceso a una planificaci¨®n familiar voluntaria. Los ni?os no nac¨ªan porque se quisiera, sino porque se obligaba a las mujeres a tenerlos. El predominio del hombre en la educaci¨®n infantil es muy acusado en casi todas las culturas. Ahora, casi el 55% de las mujeres f¨¦rtiles tiene acceso a los anticonceptivos. La fecundidad ha disminuido m¨¢s r¨¢pidamente que nunca. La tasa de fecundidad se ha reducido en el Tercer Mundo desde m¨¢s de seis ni?os por mujer a 3,5 en la actualidad. Est¨¢ claro que no basta, pero en vista de las penas y calamidades que oigo, ¨¦stos son logros positivos importantes.
N. E. S. La disminuci¨®n de la fecundidad a veces es positiva y a veces negativa. Personalmente, no uso nunca anticonceptivos... No estoy en contra de los anticonceptivos seguros, pero s¨ª de que las empresas farmac¨¦uticas occidentales se deshagan de los anticonceptivos nocivos vendi¨¦ndonoslos a nosotros a bajo precio. Trabaj¨¦ para la ONU en ?frica y he vivido en la India y no he visto ning¨²n tipo de planificaci¨®n familiar voluntaria.
W. Cientos de entrevistas demuestran que las mujeres se sienten presionadas por sus maridos y sus suegras para que tengan m¨¢s hijos de los que quieren. As¨ª que tienen la sensaci¨®n de que la planificaci¨®n familiar las libera. Si no se sintieran presionadas, ?por qu¨¦ iban a someterse a 50 millones de abortos?
P. ?Representa la oposici¨®n religiosa una amenaza para el control de la poblaci¨®n?
N. E. S. Cuando le¨ª lo que el Papa y el Vaticano dijeron, y lo que han escrito algunos grupos religiosos isl¨¢micos, moderados y extremistas, encontr¨¦ una gran similitud entre todos esos grupos. Se oponen a la Conferencia de El Cairo porque est¨¢n en contra del aborto, la liberaci¨®n sexual de las mujeres y la homosexualidad.
W. Las jerarqu¨ªas del Vaticano, dominadas por los hombres, parecen temer lo que suceder¨¢ si las mujeres tienen m¨¢s libertad, incluida la de tener los hijos que quieran. El que esto se convierta en un conflicto declarado podr¨ªa ser una tragedia.
Es una cuesti¨®n altamente pol¨ªtica. Se est¨¢ abriendo camino la idea de que la opini¨®n de las mujeres sea m¨¢s respetada en la sociedad... Vive y deja vivir, tolerancia y comprensi¨®n deber¨ªan ser los lemas de la Conferencia de El Cairo.
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