El miedo al futuro
El documento que se est¨¢ estudiando y ser¨¢ votado en la Conferencia de la ONU en El Cairo sobre Poblaci¨®n y desarrollo ofrece en el pre¨¢mbulo abundantes datos estad¨ªsticos que han aparecido en los medios de comunicaci¨®n no s¨®lo como informaci¨®n, sino como argumento para justificar pol¨ªticas anticonceptivas, aborto incluido.Se da por demostrado que la causa de las dificultades de los pa¨ªses pobres para el desarrollo es el aumento del n¨²mero de sus habitantes, o bien que los recursos disponibles alimenticios no ser¨¢n suficientes para el n¨²mero de habitantes que poblar¨¢ nuestro planeta el pr¨®ximo siglo si contin¨²a el ritmo actual de crecimiento demogr¨¢fico.
Frente a estos argumentos cabe hacer algunas observaciones cr¨ªticas. Es cierto, por ejemplo, que, de 1950 a 1991, la poblaci¨®n mundial se ha duplicado. Sin embargo, el ¨ªndice del crecimiento demogr¨¢fico disminuye tras haber alcanzado un m¨¢ximo en los a?os 1965-1970 (1). Las proyecciones medias de las organizaciones especializadas para el siglo XXI hablan de un aumento de poblaci¨®n tres veces inferior al del siglo XX, teniendo en cuenta el conjunto de la poblaci¨®n de los diferentes pa¨ªses. En los datos que se publican se omite con frecuencia la relaci¨®n entre ¨ªndice de natalidad y densidad. Seg¨²n estimaciones corrientes, ?frica es un continente de alta natalidad, pero es tambi¨¦n un continente muy poco poblado, con bajas densidades en la mayor parte del territorio. Es necesario, adem¨¢s, tener en cuenta la relaci¨®n entre ¨ªndices de natalidad y de mortalidad: en la Europa actual la medicina ha hecho disminuir la mortalidad, pero tambi¨¦n disminuye en ella la natalidad. En varios pa¨ªses avanzados ha comenzado un invierno demogr¨¢fico cada vez m¨¢s riguroso: va a ser cada vez mayor el n¨²mero de ancianos que habr¨¢ de depender de las pensiones de una poblaci¨®n activa cuya disminuci¨®n parece cierta si damos cr¨¦dito a las proyecciones demogr¨¢ficas. La evoluci¨®n demogr¨¢fica presenta modalidades muy diversas seg¨²n los pa¨ªses. Un fen¨®meno importante es el de la concentraci¨®n creciente de la poblaci¨®n en las ciudades: por el ¨¦xodo rural y por las migraciones internacionales.
En relaci¨®n con los recursos disponibles hay que tener en cuenta que ni el volumen de recursos est¨¢ definido ni es invariable. Muchos pa¨ªses poseen recursos naturales considerables, con capacidad para sostener poblaciones m¨¢s numerosas que las actuales, pero son recursos que no est¨¢n explotados o est¨¢n mal explotados y mal administrados. Es sabido que cuando se habla de crisis agr¨ªcola en Estados Unidos o en la Comunidad Europea se trata de crisis de superproducci¨®n. Los especialistas aseguran que si se estudia la utilizaci¨®n de las tecnolog¨ªas agr¨ªcolas de los pa¨ªses m¨¢s avanzados se llega a la conclusi¨®n de que los hombres poseen actualmente la capacidad de producir bienes alimenticios suficientes para la poblaci¨®n mundial, aun en el caso de que se hicieran realidad las hip¨®tesis planteadas por organizaciones internacionales en sus proyecciones m¨¢s altas sobre la poblaci¨®n mundial: y esto sin tener en cuenta los progresos t¨¦cnicos del futuro (2).
Las dificultades de los pa¨ªses del llamado Tercer Mundo tienen su origen en gran medida en las relaciones internacionales. Pero existen tambi¨¦n causas internas: la mala gesti¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica combinada con la corrupci¨®n, los presupuestos militares exagerados en contraste con los pocos recursos dedicados a la educaci¨®n, las guerras, las desigualdades, la concentraci¨®n de medios de producci¨®n en favor de castas privilegiadas, el desigual acceso a la propiedad, la carga de la deuda exterior, la burocracia que bloquea la iniciativa y la innovaci¨®n. Estas causas pueden vencerse. El papa Juan Pablo II ha tratado estos problemas en las enc¨ªclicas Laborem exercens, Sollicitudo rei socialis y Centesimus annus. "El principal recurso del hombre", ha dicho el Papa, "es, junto con la tierra, el hombre mismo. Es su inteligencia la que descubre las potencialidades productivas de la tierra y las m¨²ltiples modalidades con que se pueden satisfacer las necesidades humanas" (Centesimus annus, n. 32).
La Iglesia es consciente del problema de la "explosi¨®n demogr¨¢fica", y no minimiza su importancia. Pero recuerda que se debe respetar la dimensi¨®n ¨¦tica.
Los razonamientos que suelen hacerse sobre las medidas que hay que poner en pr¨¢ctica para detener el crecimiento demogr¨¢fico s¨®lo atienden a un criterio de eficacia. No cuentan los criterios morales. Es una argumentaci¨®n sumamente peligrosa que ya no retrocede ante el aborto como m¨¦todo eficaz.
Si el criterio de eficacia es el ¨²nico criterio razonable, ?alg¨²n d¨ªa no se podr¨ªa pensar que es leg¨ªtimo recurrir a otros procedimientos "m¨¢s eficaces" para limitar el n¨²mero creciente de habitantes? ?Es razonable anular la ¨¦tica reduci¨¦ndola o subordin¨¢ndola a la eficacia y al poder?
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