M¨¢s teatro que Borras
Los tres diestros se marcaban posturas, unas veces afincadas, otras bizarras; pon¨ªan la expresi¨®n del j¨²bilo o del sufrimiento a duras penas contenido, seg¨²n los casos, y si ven¨ªan mal dadas, porque se hab¨ªa cebado en ellos el infortunio o eso parec¨ªan fingir- adoptaban actitudes de profunda desolaci¨®n. Juan Mora fue de la terna quien despleg¨® mayores recursos esc¨¦nicos. Con m¨¢s teatro que Borr¨¢s, lleg¨® a postrarse de hinojos, abatida la cabeza, la mano sobre la nuca en actitud de ir a mesarse los cabellos. "?Ay m¨ªsero de mi, ay infelice!", le falt¨® decir. A lo mejor lo dijo. Y todo porque no acertaba a descabellar, despu¨¦s de una faena cumbre.Siempre se exagera, claro. Las cumbres son relativas. Para unos es cumbre la cima del Everest, para otros el alto de la Cuesta de Moyano. Juan Mora, exultante conquistador de la Cuesta de Moyano, le hab¨ªa ligado al quinto toro unos naturales templados y cadenciosos bien asentadas las zapatillas en la arena, series de redondos con desmayado adem¨¢n, ayudados al poncista modo que pretend¨ªan anular el efecto negativo de un pinchazo... Ahora bien, se ha dicho toro y semejante especimen no se ve¨ªa por all¨ª. Si acaso ser¨ªa tora, adem¨¢s mocha.
B¨¢ez / Mu?oz, Mora, S¨¢nchez
Toros de Miguel B¨¢ez, tres primeros impresentables, resto discretos; casi sin astas, mochos, inv¨¢lidos y d¨®ciles. Emilio Mu?oz: bajonazo (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada ca¨ªda (dos orejas). Juan Mora: pinchazo hondo bajo, rueda de peones y descabello (silencio); pinchazo, otro hondo, rueda de peones, dos descabellos barrenando y descabello (oreja). Manolo S¨¢nchez: estocada corta contraria (oreja); pinchazo hondo bajo, rueda de peones y cinco descabellos (ovaci¨®n y saludos). Plaza de San Mart¨ªn de Valdeiglesias, lo de septiembre la corrida de feria. Dos tercios de entrada.
El toro da igual grande o chico- no apareci¨® en toda la tarde por San Mart¨ªn de Valdeiglesias ni sus alrededores. Y lo que sacaron en su lugar fue una cosa negra, peque?a, fofa y desmochada, absolutamente inservible para la lidia, ruinosa, docilona, inocente, dispuesta a soportar sin protesta alguna cuantos derechazos la quisieran dar. Y los toreros, en justa correspondencia, se hartaron de dar derechazos, tambi¨¦n naturales, los dos pases de pecho consabidos (uno por cada lado en plan ?no quieres caldo?, pues dos tazas), molinetes, manoletinas, desplantes de rodillas, escenificando despu¨¦s, al t¨¦rmino de cada alarde, escogidas piezas del repertorio cl¨¢sico. Y ah¨ª s¨ª que fueron variados los toreros: uno interpretaba a Lope, otro a Calder¨®n, otro a Tirso, mientras desde el, burladero los peones con especial aplicaci¨®n Jos¨¦ Ib¨¢?ez- hac¨ªan de apuntador.
El p¨²blico no es que estuviera muy conforme con aquellas cosas negras, peque?as, fofas y desmochadas. Protest¨® indignado la primera, arm¨® un esc¨¢ndalo durante los lastimosos tropezones de la segunda, y como Juan Mora correspondi¨® al griter¨ªo mat¨¢ndola r¨¢pido, en el tendido cundi¨® la alarma: seguir exigiendo un m¨ªnimo decoro en la presentaci¨®n del ganado comportaba el riesgo de que cundiera el ejemplo Mora entre los diestros y entonces adi¨®s pases, adi¨®s m¨²sica, adi¨®s orejas, adi¨®s tarde triunfal. De manera que ya no hubo m¨¢s protestas. Y Manolo S¨¢nchez pudo pegar pases acompasados fuera cacho a la siguiente chota; Emilio Mu?oz componer faena de muchos picos y dos templadas tandas de naturales al torucho mocho cuart¨®; Juan Mora interpretarle al quinto el verso florido y el cante c¨¢lido (o sea, la zarzuela); S¨¢nchez moler al sexto mediante un aluvi¨®n de pases destemplados e inconexos, aunque condonados con brillantes ep¨ªlogos de surtida inspiraci¨®n, ora sonriendo seductor a la fila cero, ora contoneando el cuerpo y extendiendo la mano declamatoria, ora levant¨¢ndole el codo a la cosa negra, peque?a, fofa y mocha, como diciendo: "?Te daba as¨ª!". Lo curioso es que no la dio, ni as¨ª, ni as¨¢. Y no- la cort¨® la oreja a pesar de tanto esfuerzo. Tampoco se la cort¨® Mu?oz al primero tras una faenita ventajista. Ni Mora al segundo... Si bien se mira, no cortar orejas a tres cosas negras, peque?as, fofas y mochas es un solemne fracaso.
Babelia
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