Louis Malle muestra un genial 'T¨ªo Vania'
Schwarzenegger y su 'Mentiras arriesgadas', en un debate sobre nuevas tecnolog¨ªas
?NGEL FERN?NDEZ-SANTOS, ENVIADO ESPECIAL, Es inexplicable que T¨ªo Vania en la calle 42, tina joya debida a la maestr¨ªa de Louis Malle detr¨¢s de la c¨¢mara y de David Mamet detr¨¢s de la m¨¢quina de escribir -en este caso de reescribir el genial drama de Ant¨®n Ch¨¦jov-, est¨¦ aqu¨ª fuera de un concurso en el que, abundan las median¨ªas y se echa de menos ese mazazo de arte e inteligencia que lleva dentro este sorprendente trabajo de un pu?ado de creadores, que es lo que se busca con ansia en un escaparate como ¨¦ste: algo que entre en la historia del cine. Al lado de Louis Malle y su versi¨®n de T¨ªo Vania, Schwarzenegger, Carpentier y su pel¨ªcula Mentiras arriesgadas, no son m¨¢s que un buen pretexto para ilustrar en la Mostra el debate sobre nuevas tecnolog¨ªas aplicadas al cine.
En estas p¨¢ginas se habl¨¦ ya de Mentiras arriesgadas y se hablar¨¢ cuando llegue a Espa?a de este nuevo paso adelante de las carreras de Malle, Mamet, Gregory y sus int¨¦rpretes, un T¨ªo Vania rabiosamente de hoy, hecho con presupuesto m¨ªnimo, en las aceras de Nueva York y entre, los muros de un viejo teatro abandonado de la calle 42, que se derrumba a pedazos sobre las cabezas de los oficiantes de este sagrado ritual de rescate de la obra cumbre de Ant¨®n Ch¨¦jov. Admirable, humilde, emocionante espect¨¢culo de otro rescate: el de los verdaderos conflictos, alegr¨ªas y dolores del coraz¨®n de la gente com¨²n, en medio de la obscena trivialidad de la plaga del cine contra los hombres que aflora en este festival y en los otros.
Campeonato basura
E, inexplicablemente, sin esta pel¨ªcula del verdadero heredero, ahora que se cumple su centenario, de Jean Renoir, sigue el concurso con una mezcla insidiosa de pel¨ªculas aceptables y pel¨ªculas deleznables. Al campeonato basura se a?adi¨® ayer II branco -algo as¨ª como La cuadrilla-, dirigida por el italiano Marco Risi, director de Ultra y Ragazzifuori, que sigue con su p¨¦simo gusto por la falsa violencia juvenil y por fingir cine denuncia, cuando lo que hace es cine-torpeza.
Su nueva mamarrachada quiere ser la, historia de una salvaje violaci¨®n colectiva de los machos de una aldea italiana a dos muchachas turistas alemanas, que tienen la osad¨ªa de acampar por, all¨ª. Parece ser que la siniestra org¨ªa se basa en ni en un suceso real, lo que no quita ni un gramo de irrealidad a su reconstrucci¨®n en la pantalla, incre¨ªble por contrahecha.
La parte aceptable, e incluso honorable, del concurso no lleg¨® cosa alarmante, por ser cada vez m¨¢s frecuente- del cine europeo, sino del africano y el . chino. El nada que contar ,que -progresivamente erosiona, la paciencia de los europeos ante las pantallas propias, contrasta con la elocuencia que ponen de manifiesto tradiciones art¨ªsticas tan recientes y poco sofisticadas como las Burkina: Fasso y, en el otro lado del mundo, tan antiguas y refinadas como las de China.
El grito del coraz¨®n es una producci¨®n francesa para un relato africanolleno de sencillez y verdad. Est¨¢ escrito y dirigido -con delicada sinceridad autobiogr¨¢fica- por Idrissa Quedraogo, ya curtido en varias y siempre estimables obras de esta estirpe, pero que poco a poco va a m¨¢s y roza ya alturas considerables, en las que se perciben destellos de estilo, de acabamiento y de agilidad narrativa.
Tiene algo vivo que contar y, sin complicarse la vida con mara?as pseudointelectuales, lo cuenta con precisi¨®n, dando de paso un ba?o de eficacia y arte de ir al grano, a sus colegas de los cuatro rincones de la culta Europa, que se est¨¢ especializando en aburrir a mamuts y otras especies dormidas.
Igual de viva, pero con m¨¢s complejidad en su entramado argumental y visual, est¨¢ la pel¨ªcula china D¨ªas desolados, dirigida por un tal Jian Wen, aqu¨ª desconocido pero que no debe ser un novato, pues logra trenzados -sobre todo en la compleja interrelaci¨®n de una decena de magn¨ªficos actores muy j¨®venes de situaciones y personajes con sello de cineasta adulto. Es una bella historia de amor de una pareja de. adolescentes airados, durante el convulso periodo. del mao¨ªsmo terminal y la llamada revoluci¨®n cultural.
Lo de menos es este tel¨®n de fondo pol¨ªtico, pues lo que importa en esta emotiva obra es el primer t¨¦rmino: la intensidad contagiosa que hay en la historia de un enamoramiento que recuerda mucho al de aquella excepcional pel¨ªcula de Elia Kazan titulada Esplendor en la hierba. No hay exageraci¨®n: sin la genialidad de aquel portentoso hombre de escena y director de actores, estamos ante una dign¨ªsima secuela suya, una divertida, c¨¢lida, torturada, transparente construcci¨®n de la pasi¨®n adolescente que nos llega a todos porque mas all¨¢ del marco local e hist¨®rico, que acaba esfum¨¢ndose cuenta con trazo seguro un, asunto de siempre y de todos.
Verdades mentirosas
Se puede ver del rev¨¦s Mentiras arriesgadas y convertirla en Riesgos mentirosos. Esta doble cara de la aplicaci¨®n al cine de las nuevas tecnolog¨ªas, que est¨¢n dando un vuelco a las pel¨ªculas de fantas¨ªa en EE UU e incipientemente en Europa, fue debatida en un interesant¨ªsimo encuentro, en el que la Mostra convoc¨® a cineastas, te¨®ricos e ingenieros para que discutiesen los pros y los contras de este nuevo anzuelo de multitudes del cine espect¨¢culo. Sobre el papel, lo m¨¢s atractivo era el anuncio de la presencia en el debate de dos manitas de la electr¨®nica aplicada al cine: los ingenieros que hicieron posible la truquer¨ªa de Parque jur¨¢sico y de Forrest gump, pero sin duda se trata de gente muy atareada y el destajo les impidi¨® volar desde sus dominios digitales americanos a Europa.
En lugar de sus personas enviaron algunas muestras de sus habilidades, realmente ingeniosas y que, aplicadas al cine sin que se traguen las esencias del lenguaje f¨ªlmico y los sustituyan por un circo electr¨®nico, pueden ayudar a a?adir sensaci¨®n de verdad a la mentira de la imagen.
A falta de ingenieros, los te¨®ricos y los cineastas tomaron las riendas de una discusi¨®n apacible, que se polariz¨® en dos posturas maleables: el pro asumido por el escritor Umberto Eco y el contra encarnado por el cineasta Wim Wenders. La sangre no lleg¨® al Adri¨¢tico, cosa que tal vez hubiera ocurrido de estar aqu¨ª Francis Copola, Maritn Scorsese y tros grandes del cine estadounidense, enemigos beligerantes de la truquer¨ªa electr¨®nica, que tiene como puntas de lanza a directores como Robert Zemeckis y, cuando no da el do de pecho, como en La lista de Schindler (que entonces acude tambi¨¦n al truco tradicional de estudio), Steven Spielberg.
Bastan dos frases para telegrafiar lo ocurrido. Umberto Eco: "Los efectos especiales existen en el cine desde Georges Melies a primeros de siglo y desde entonces hay cineastas que los ignoran y quienes se sirven de ellos para crear emociones leg¨ªtimas. Las nuevas tecnolog¨ªas no son m¨¢s que una prolongaci¨®n natural de esta vieja constante".
Y Wim Wenders: "Nada hay m¨¢s sorprendente y electrizante que la realidad. El monstruo m¨¢s horripilante crea a mucha menos emoci¨®n y da menos miedo que la vida". La opci¨®n parece servida en sus t¨¦rminos exactos.
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