El futuro de la reinserci¨®n
La resistencia del Partido Popular a la reinserci¨®n de los presos de ETA favorece indirectamente a HB, seg¨²n el autor.
El PP quiere introducimos en el t¨²nel del tiempo. Amenazar hoy con romper el Pacto de Ajuria Enea y de Madrid negando la posibilidad, la oportunidad y la eficacia de la reinserci¨®n social de los ex etarras que renuncien expl¨ªcitamente a la violencia es tanto como hurgar en el aspecto m¨¢s temperamental y primario de los sentimientos humanos. Pero, sobre todo, es hacerle un inmenso favor a ETA, HB y a su entorno.Al negar el principio constitucional y la misma esencia del C¨®digo Penal, esto es que todas las penas deben ser igualmente tratadas y todas pueden ser redimidas mediante los oportunos y legales mecanismos, el PP comete el grav¨ªsimo error de singularizar la pena -en este caso la de los terroristas-. Entre otros efectos contraproducentes este error regala a ETA precisamente aquel plus pol¨ªtico que busca y reclama desesperadamente para sus activistas: que sean considerados como presos pol¨ªticos. Si los presos de ETA son discriminados (mediante un inamovible cumplimiento ¨ªntegro de la pena, o medidas especiales de aislamiento) se convierten autom¨¢ticamente, y por esta misma pretendida dureza, en m¨¢rtires de su causa ante los ojos del entorno que apoya a ETA. La supuesta especial firmeza deviene as¨ª el mejor caldo de cultivo de la causa, nunca en su pretendida disuasi¨®n.
Por convicci¨®n democr¨¢tica y constitucional y porque entendemos el C¨®digo Penal no s¨®lo como un instrumento de castigo, sino tambi¨¦n como un mecanismo de recuperaci¨®n y reinserci¨®n de personas hemos de rechazar frontalmente el principio del tratamiento desigual de las penas. El progreso c¨ªvico, democr¨¢tico y cultural de la sociedad ha significado, en el terreno penal, superar las primitivas y espont¨¢neas formas de asociar la pena al delito buscando, una falsa e inexistente ejemplaridad. Desde las ejecuciones p¨²blicas a la supresi¨®n constitucional de la pena de muerte, el camino ha sido largo; pero, sin duda, positivo y emancipador en t¨¦rminos de civismo y civilizaci¨®n. Cortar la mano a los que roban, liquidar camellos o matar indiscriminadamente buscando aterrorizar a poblaciones civiles con finalidades pol¨ªticas son acciones con un mismo denominador com¨²n. S¨®lo las cometen quienes, cegados por la ideolog¨ªa, no saben abrirse al progreso que representa la convivencia democr¨¢tica y la tolerancia.
Los dem¨®cratas, en nuestra respuesta penal nunca deber¨ªamos sobrepasar el l¨ªmite de los derechos humanos, incluidos los del terrorista. En cambio, un C¨®digo Penal interpretado como un nuevo instrumento de vindicaci¨®n de la sociedad, como parece plantear en algunos momentos de su discurso el PP, s¨ª nos acercar¨ªa peligrosamente a su estatura. Finalmente, y no por ello menos importante, si IU-IC, como otras fuerzas pol¨ªticas se ha negado desde siempre a la aplicaci¨®n de medidas especiales a los terroristas de ETA (cumplimiento ¨ªntegro de la pena, imposibilidad de reinserci¨®n, medidas especiales de detenci¨®n en la Ley Antiterrorista), es porque precisamente creemos que esta opci¨®n es la que m¨¢s da?o hace a ETA.
Al romper el consenso construido por todas las fuerzas pol¨ªticas contra el terrorismo -eliminaci¨®n de toda veleidad de guerra sucia; reinserci¨®n escalonada de los terroristas que abandonen la violencia; profundizaci¨®n en el autogobierno de los pueblos de Espa?a- el PP ha introducido una cuna que ha sido r¨¢pidamente aprovechada por HB y ETA. As¨ª, mientras HB presume y proclama que la reinserci¨®n ser¨¢ rechazada por la mayor¨ªa de los presos etarras, ETA promueve una huelga de hambre entre sus presos con un claro objetivo de recuento de los que permanecen fieles a las consignas de, la direcci¨®n, de dureza y de rechazo a la reinserci¨®n. La reinserci¨®n es y ser¨¢ un fracaso, dicen al un¨ªsono portavoces de HB y ETA. ?Ah¨ª est¨¢ el mejor ejemplo! Aquello de lo que tanto presumen es precisamente lo que m¨¢s temen. ?Ser¨¢ necesario buscar otra demostraci¨®n m¨¢s clara y contundente del acierto, la oportunidad y la eficacia de las medidas de reinserci¨®n?
En la Espa?a de hoy, consolidada democr¨¢ticamente, la violencia s¨®lo representa ya la crispaci¨®n. Una crispaci¨®n hija a la vez de la debilidad y el sectarismo de quienes pretenden imponer sus ideas por las armas. En cambio, los fuertes somos los dem¨®cratas, y s¨®lo los fuertes saben y pueden ser generosos. Los d¨¦biles ni pueden ni saben. El mensaje de los dem¨®cratas debe ser meridianamente claro. Cuando acabe la violencia, fruto de una libre y necesaria decisi¨®n de los actuales dirigentes de ETA, no vinculada a ning¨²n pacto ni negociaci¨®n previa, entraremos en una nueva situaci¨®n pol¨ªtica y c¨ªvica. Apartarse hoy de este mensaje de fuerza, firmeza y generosidad es, en el fondo, mostrar signos de debilidad e inseguridad.
En la nueva situaci¨®n, fuerzas pol¨ªticas y sociedad civil deber¨¢n saber ser generosos -como de hecho ya lo han sido durante es tos a?os de plomo. Deberemos promover la aplicaci¨®n de los m¨¢s avanzados principios constitucionales, penales y ¨¦ticos. Deberemos buscar y encontrar v¨ªas de reinserci¨®n, reconciliaci¨®n para todos los que abandonen definitivamente la violencia, respetando a la vez los leg¨ªtimos sentimientos y derechos de los familiares de las v¨ªctimas del terrorismo. A la vez esta nueva situaci¨®n debe servir en Euskadi y en toda Espa?a para profundizar m¨¢s en el autogobierno de todos los pueblos que la componen.
La anunciada tregua del IRA ha sido la noticia de estos d¨ªas. Dejando meridianamente claro las abismales diferencias entre el Ulster y Euskadi, a ETA le queda ya una sola oportunidad para emular y parecerse al IRA, anunciar su definitivo alto el fuego. Entonces la alegr¨ªa aqu¨ª, en Euskadi y en Espa?a ser¨ªa tan o m¨¢s grande, si cabe, que la euforia all¨ª desatada. Consolidar la paz y la seguridad en todos los Estados de la Uni¨®n Europea, esta s¨ª es una buena decisi¨®n a imitar.
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