El enfriamiento de la 'Peineta'
El torneo de f¨²tbol de la Comunidad fue un fracaso de p¨²blico
JOSEBA ELOLA El fr¨ªo se adue?¨® de La Peineta. Tras el calor de la ceremonia inaugural, con el estadio a rebosar, lleg¨® el fr¨ªo de la mano del f¨²tbol. No fueron m¨¢s de 2.500 los espectadores que acudieron al primer partido del cuadrangular, el que enfrentaba al Real Madrid B y al Getafe. Para cuando saltaban al c¨¦sped Legan¨¦s y Rayo Vallecano, a las nueve de la noche, m¨¢s de la mitad de la clientela se hab¨ªa retirado: hab¨ªa partido televisado del Real Madrid de Valdano.
La abrumadora mayor¨ªa de ni?os entre el p¨²blico no fue casual. No es que a los chavales les inquiete el f¨²tbol de los equipos de Segunda es que les invitaron. La Comunidad. reparti¨® 5.000 ?nvitaciones entre los clubes y en colegios de la regi¨®n.
La Peineta se mostr¨® como un estadio fr¨ªo para el f¨²tbol. "Al jugador le gusta estar arropado por el p¨²blico", declaraba el delantero del Legan¨¦s Antonio, "y aqu¨ª el p¨²blico queda lejos". "El estadio est¨¢ pensado para el atletismo", coment¨®. Jovicevic, el centrocampista del filial madridista, coincidi¨® en el an¨¢lisis: "Se echa en falta el cari?o del p¨²blico". La pista de atletismo separa a los jugadores de la afici¨®n. Y en los dos fondos, as¨ª como en una banda, el. lugar del p¨²blico lo ocupa el c¨¦sped. Hasta los linieres sufren de soledad en la banda congelada de La Peineta.
Todos los jugadores alabaron no obstante la modernidad de sus instalaciones. "Son cojonudas", dec¨ªa Jaime, del Getafe; no pens¨¦ que fuerantan gigantescas", comentaba el madridista Pedro.
El partido. entre el Getafe y el Real Madrid B arranc¨® congelado. El viento que soplaba en La Peineta congel¨® las ideas de los jugadores, que se entregaron mansamente a la din¨¢mica del t¨ªpico partido amistoso. Bostezos en la grada. En la segunda mitad, hubo un cambio de escenario y ambos equipos se pusieron las pilas mejor juego e os ancos no tard¨® en, dar sus frutos, con el gol de Arteaga. Pero fue Dani el que puso en pie al respetable. Tom¨® un bal¨®n a la altura del centro del campo y enfil¨® vertiginosamente hacia la puerta de Caballero en l¨ªnea recta. Todos los que salieron a su paso vieron frustrado su intento de detener al joven delantero blanc¨®: fractur¨® la defensa. Cinco fueron los rivales que sorte¨® antes de plantarse ante la meta, para marcar. Torero. Cuando la gente ya empezaba a abandonar el estadio para irse a ver el partido europeo del Madrid grande llegaba el tanto del honor del Getafe.
El segundo partido estuvo mucho m¨¢s animado. On¨¦simo puso la imaginaci¨®n, y el Lega, las ganas. Result¨® sorprendente ver c¨®mo los jugadores de Du que disputaban el encuentro como si de un encuentro de Liga se tratara. En los ¨²ltimos minu tos del partido incluso abronca ron a un recogepelotas por su lentitud a la hora de rescatar un bal¨®n. Chuso, por la banda dere cha se mostr¨® como en sus mejo res d¨ªas, activo y creador.
Pero el Rayo fue muy superior. Perdi¨® a Baroja a los 35 minutos de juego y aguant¨® la presi¨®n pepinera hasta el final. El orden defensivo posibilit¨® que se frustraran las numerosas acometidas de los lega-nenses, que no consiguieron perforar el muro vallecano. ??igo tuvo en su cabeza la ¨²ltima oportunidad del Legan¨¦s para empatar el partido, en el ¨²ltimo minuto. Pero fall¨®. El Rayo jugar¨¢ la final del jueves frente al Real Madrid B.
La soledad del linier
Est¨¢n acostumbrados a convivir con la amenaza. Cada domingo, escuchan a encrespados espectadores que se acuerdan de su madre o aluden a su presunta cornamenta. Los linieres son encajadores patos. Pero ser juez de l¨ªnea en La Peineta es otra cosa. Bro S¨¢ez ocup¨® ayer la banda desierta del Estadio. Detr¨¢s suyo no hab¨ªa m¨¢s que dos recogepelotas y una inmensa extensi¨®n de c¨¦sped. "Me sent¨ª muy solito", coment¨® en el intermedio. "Por un lado te sientes m¨¢s a gusto", dec¨ªa, "pero al final casi echas en falta los gritos de la gente".En La Peineta hace falta una buena reserva de balones. Cada balonazo al aire se pierde por alg¨²n recoveco del campo y ni siquiera los nueve recogepelotas consiguen qu¨¦ el partido no pierda ritmo. Y urge que provean a los equipos de tablillas para anunciar los cambios.
Lo que no parece urgente es un cambio en el sistema de megafon¨ªa: se dir¨ªa que ha sido dise?ada para sorderas agudas. El nivel de decibelios utilizado para anunciar los cambios sacudi¨® a los espectadores que se sobrecogieron con cada una de las descargas sonoras.
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