Pena de muerte y trasplantes en China
Comprensible el alegato contra la pena capital (al que me adhiero) que hace el se?or Fern¨¢ndez Romero (EL PA?S, 6 de septiembre) al comentar la utilizaci¨®n para trasplante de ¨®rganos de ejecutados en China. Toda la raz¨®n al se?alar el horror de la pena de muerte aparentemente aplicada con suma prodigalidad como el principal esc¨¢ndalo derivado de la noticia.Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con la calificaci¨®n de "esc¨¢ndalo mucho menor" que hace al referirse al empleo de ¨®rganos de los ejecutados. Aunque las agencias internacionales han hablado del asunto como primicia, lo cierto es que hay datos abundantes sobre el mismo desde hace a?os. Se trata probablemente de una de las formas m¨¢s sofisticadas y aberrantes de degradaci¨®n moral, hasta el punto de cuestionar si la especie humana ha avanzado algo en cuanto a valores ¨¦ticos desde el pleistoceno hasta ahora. Dif¨ªcilmente cabe mayor sarcasmo que discutir si el ejecutado hab¨ªa dado o no su autorizaci¨®n.
Se sabe adem¨¢s que los receptores, aparte de los VIP locales, suelen proceder de pa¨ªses vecinos con alta renta per c¨¢pita y pocos escr¨²pulos que se han convertido en una ins¨®lita fuente de divisas para el Gobierno chino, aunque las garant¨ªas sanitarias del procedimiento al parecer dejan bastante que desear. Hace tan s¨®lo unos d¨ªas, la Sociedad Internacional de Trasplante, reunida en Jap¨®n, ha reiterado su condena tajante a estas pr¨¢cticas. No puede existir ning¨²n tipo de excusas porque se beneficie a otra persona o por la comparaci¨®n con un horror mayor. Parafraseando a Benjamin Franklin, aquellas sociedades que son capaces de renunciar a los derechos m¨¢s elementales (y el derecho a la vida y a disponer del propio cuerpo lo son) a cambio de un peque?o beneficio transitorio no son merecedoras de lo uno ni de lo otro.-
Coordinador nacional de trasplantes.
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