Oasis de Arganzuela
El parque de la Arganzuela era uno de esos oasis que ocasionalmente se encuentra uno en Madrid. Un buen arbolado de pl¨¢tanos, cipreses, acacias, magnolios ... ; buenas extensiones de c¨¦sped protegidas por algunas especies de frondosas; un trazado afrancesado, con limitaci¨®n de paseos asfaltados de trazado geom¨¦trico y en el centro una monumental fuente de vaso ovalado de m¨¢s de 70 metros de largo por unos 50 de ancho, en cuyo centro se encuentra un nuevo vaso circular con un obelisco rematado por una estrella.El parque se extiende hacia una zona de juegos, separada por una hilera de cipreses maduros, en la que existen toda clase de artefactos de disfrute infantil: dos pistas de baloncesto (asfaltadas y con barandil met¨¢lico) y un campo de f¨²tbol de tierra. Al otro extremo, otro campo de f¨²tbol (separado por un ramal de salida de la M-30) de tierra y con grader¨ªos, en el que se celebran competiciones oficiales.
Hace dos a?os coinciden dos calamidades juntas: la sequ¨ªa, sobre la que no cabe sino lamentarse, y la barbarie, que habr¨¢ que sancionar. Por culpa de la sequ¨ªa dej¨® de funcionar la fuente, porque no tiene circuito cerrado de agua. El vaso y el tejido de surtidores comenzaron a deteriorarse tanto por los factores clim¨¢ticos como por la continuada presencia de v¨¢ndalos que vieron ampliada la superficie de fechor¨ªas gracias a la circunstancia de no haber agua. Pronto comenzaron las pintadas en el grupo escult¨®rico central. Una vez, para limpiar dichos desperfectos, se realiz¨® una limpieza que consisti¨®, ?cielos!, en pintar de blanco la piedra deteriorada: una incitaci¨®n a volver a pintar.
No s¨®lo se han roto ca?er¨ªas del sistema de surtidores, sino que dos piezas de bronce o fundici¨®n que exist¨ªan en el vaso central han desaparecido en los ¨²ltimos meses.
La calamidad no s¨®lo viene de la sequ¨ªa, sino de los irresponsables mun¨ªcipes que se apresuraron a ampliar el recinto de ferias de San Isidro, que existe a continuaci¨®n del estadio Vicente Calder¨®n, al parque de la Arganzuela, dentro de cuya fuente (el rigor de las desdichas) se instal¨® el escenario tubular para las verbenas. Y no hay San Isidro sin Melonera. M¨¢s barracas, m¨¢s carruseles, m¨¢s boteller¨ªas, m¨¢s destrozos, mucha m¨¢s mugre. El resultado, las zonas verdes arrasadas tienen hoy menos de la mitad de extensi¨®n que hace dos a?os.
Hace un a?o, o algo m¨¢s, vimos un par de veces a dos guardias municipales a caballo que nos aseguraron que, eran los encargados de la vigilancia del parque: no les hemos vuelto a ver nunca m¨¢s. Vigilancia, cero.
En este periodo de tiempo han surgido en el parque tres nuevas edificaciones, una para garaje de unos veloc¨ªpedos de alquiler, otra cuyo destino es recoger los utensilios (sin usar, como se puede ver) de jardiner¨ªa y un tercero, m¨¢s reciente, de hace unos d¨ªas, una cafeter¨ªa de nombre Alambique, cuya construcci¨®n no se ha molestado nadie en colocar en zona libre. Y a todo esto, el concejal Clemente Torres, en su puesto del distrito ("es m¨¢s barato hacerlo nuevo que restaurarlo", Clemente dixit), y la concejal Esperanza Aguirre mirando para otro lado, porque a ella "no le hacen caso en sus protestas y en alg¨²n sitio hay que hacer la fiesta".-
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