S¨¢nchez, mi pasi¨®n
Carta de un ferviente enamorado de Arantxa, la vencedora del torneo. Las fotos, los v¨ªdeos, los santuarios. Y una direcci¨®n...Estimado se?or Clerici, llevo a?os enamorado de Arantxa S¨¢nchez, y ya no soy capaz de continuar una existencia que, sin ella, me parece carente de significado. Leo todo cuanto puedo sobre ella en los peri¨®dicos, y no s¨®lo en los italianos. Compro con la mayor frecuencia posible El PA?S, aunque considero que ese peri¨®dico deber¨ªa dedicar mucho m¨¢s espacio a una deportista que, aunque sea de familia catalana y viva en Barcelona, naci¨® en Madrid y est¨¢ orgullosa de ello. Pero todos los pa¨ªses tienen su Liga [lombarda].
Adem¨¢s, tengo en mi videoteca las cinco finales de, Arantxa en las competiciones del Grand Slam. Por supuesto, prefiero volver a ver las tres que gan¨®: la de Par¨ªs en 1989, que fue el inicio de la rebeli¨®n contra el dominio teut¨®n de Graf, pero tambi¨¦n el espl¨¦ndido partido contra Pierce, que dej¨® a los franceses con la Marsellesa en la garganta.
No querr¨ªa resultar morboso al confesarle que, entre las muchas cosas ¨ªntimas de las que me he conseguido enterar, figuran tambi¨¦n los ciclos menstruales de mi amada. Pues bien', aquella vez Arantxa sali¨® a la cancha, mientras que cualquier otra campeona se habr¨ªa echado atr¨¢s. Y, despu¨¦s de una derrota, aparentemente bochornosa s¨®lo para los que no sab¨ªan, tuvo la dignidad de no aludir m¨ªnimamente a su situaci¨®n f¨ªsica. Graf se comport¨® de modo muy diferente, ?recuerda? Cuando para sorpresa de todos -le excluyo a usted, se?or Clerici- Arantxa domin¨® por vez primera a la walkiria, en Par¨ªs, Steffi fue tan antideportiva que ech¨® la culpa a una pizza en mal estado. Con ello revel¨® tambi¨¦n una viva antipat¨ªa por Italia, la misma aversi¨®n que en 1988 la llev¨® a desertar del torneo de Roma.
Pero tal vez le haya hablado demasiado de tenis y demasiado poco de mi gran amor, amable se?or Clerici. Lo m¨ªo fue un verdadero flechazo, porque desde la primera vez que vi sonre¨ªr aquella boca de rosa supe cu¨¢l ser¨ªa mi destino. El destino de quien est¨¢ condenado a amar y sufrir en silencio, sin esperanza. Yo vivo, se?or Clerici, en una peque?a ciudad del Sur. Desde luego, mis medios no me permiten los viajes que usted tiene la fortuna de emprender. Pero al menos podr¨ªa usted satisfacerme un deseo. He tratado por todos los medios de obtener la direcci¨®n de Arantxa. Poder escribirle. ya ser¨ªa mucho. Si tuviera la fortuna de obtener respuesta, tocar¨ªa el cielo con la punta de los dedos. Aguardo con esperanza una respuesta que me permita afrontar la vida con m¨¢s confianza.
P.S. Recib¨ª esta carta antes del abierto de EE UU, y por razones realmente casuales la traje conmigo a Norteam¨¦rica. Tras la victoria contra Graf, me encontr¨¦ por circunstancias del azar con Arantxa en un restaurante de comida milanesa, da Lusardi. Estaba sentada con los suyos festejando la victoria. Le resum¨ª el contenido de la carta.
A Arantxa pareci¨® divertirla, aunque sin llegar a conmoverla. Enviar¨¦ su direcci¨®n al lector enamorado nada m¨¢s volver a Italia.
La Repubblica.
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