La erosi¨®n
Hace veinte a?os, un cineasta (Jaime Ch¨¢varri) puso delante de su c¨¢mara a la mujer y los tres hijos del poeta muerto Leopoldo Panero y extrajo de su desenvoltura, su inteligencia y su falta de pudor, el doloroso, aunque lleno de vida, documento de la disoluci¨®n de una familia llamado El desencanto, que fue interpretado como una radiograf¨ªa probablemente involuntaria de otra disoluci¨®n de mayor alcance, la de una forma de vida.Ahora, dos d¨¦cadas despu¨¦s, otro cineasta (Ricardo Franco) pone ante su c¨¢mara, muerta la madre, a los tres hijos y reanuda en ellos aquella exploraci¨®n sin barreras de pudor en un, vivo pero lleno de muerte, nuevo documento titulado Despu¨¦s de tantos a?os, en el que asistimos al derrumbe de lo qued¨® de aquel derrumbe, a la erosi¨®n que el paso de un tiempo devastador ha causado en el interior de las ruinas de aquella ruina, y por tanto en anuncio de la ruina ¨ªntima de quienes la contemplamos. No es en absoluto, aunque sea imprescindible ver El desencanto para orientarse en la mara?a de Despu¨¦s de tantos a?os, una pel¨ªcula parasitaria de aquella, porque explora otra cosa y lo hace con m¨¦todos formalmente muy distintos. Si El desencanto era la met¨¢fora de una familia tras la muerte del padre y por tanto una par¨¢bola de la supervivencia, Despu¨¦s de tantos a?os se sit¨²a en la ¨²ltima de esta supervivencia y penetra en lo que hay m¨¢s all¨¢ de ella, en el interior de la muerte misma.
Este tierno y terrible documento sobre tres hombres que han desterrado el pudor de sus pautas de conducta es parad¨®jicamente extremadamente pudoroso: est¨¢ lleno de elegancia y de esa delicada cautela que requiere caminar sobre p¨²as erizadas, de modo que esos seres humanos a la deriva -como a la deriva se encuentra una generaci¨®n de compatriotas suyos- mantengan frente a la fr¨ªa insolencia de la c¨¢mara su calor y su dignidad. De ah¨ª la fuerza emocional del filme, capaz de representar la insoportable erosi¨®n del paso del tiempo de forma solidaria y por tanto conmovedora.
El respeto de Franco por el deterioro humano es absoluto y de ¨¦l procede precisamente la pac¨ªfica sublevaci¨®n y la calmosa audacia de su trabajo, en el que hay algunos ecos expl¨ªcitos -im¨¢genes de la soledad tr¨¢gica del monstruo- de Frankenstein; ecos inexpl¨ªcitos -insistencias tercas de la imagen en las modulaciones de la agitaci¨®n y de la quietud de la naturaleza de Lilith -aquel hermoso filme donde Robert Rossen y Jean Seberg representaron la locura como antesala luminosa de la oscura disoluci¨®n de la conciencia en la muerte. Todo en este apasionante filme es captura del deslizamiento hacia la muerte, vivencia de muerte.
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