El barrio de Embajadores languidece mientras se abren paso la xenofobia y la marginaci¨®n
El barrio de Embajadores (Lavapi¨¦s y Tirso de Molina) es una olla de presi¨®n a punto de estallar. El abandono, la suciedad y la Dobreza de la zona han creado un marcoperfecto para la delincuencia y la marginaci¨®n. Y la convivencia pac¨ªfica entre sus vecinos est¨¢ en juego. Sobre todo ahora que a los habitantes m¨¢s castizos se han sumado numerosos senegaleses y magreb¨ªes. Algunos residentes y comerciantes amenazan con formar patrullas ciudadanas si contin¨²a la venta de droga. La asociaci¨®n de vecinos La Corrala teme que los inmigrantes se conviertan en el chivo expiatorio.
Apenas hay zonas verdes ni espacios deportivos, las calles est¨¢n sucias, casi un 25% de los pisos se encuentran vac¨ªos y otros son chabolas verticales. Un marco perfecto para acoger las actividades que nadie quiere debajo de su casa.Sin embargo, esta barriada de Embajadores, con casi 50.000 habitantes, forma parte del coraz¨®n hist¨®rico de Madrid. "A m¨ª me gustaba vivir aqu¨ª, pero en paz, no intranquilos como ahora". Esta es una frase que se repite en los bares, carnicer¨ªas, calles y plazas.
Los vecinos se quejan del constante mercadeo de droga que ha tomado por asalto las mejores plazas del barrio: Tirso de Molina, Cabestreros y Agust¨ªn Lara.
Al mediod¨ªa y a la noche los papelineros se apostan en estos tres puntos. En este menudeo predominan unas cuantas caras oscuras que los vecinos ya conocen. Los toxic¨®manos compran su dosis y se la inyectan en los portales, en los bancos de las plazas y en, los andamios de las obras. En el mismo espacio conviven . con vagabundos y otras personas sin hogar.
Celestino Nieto, abogado, tiene su bufete al comienzo de la calle del Mes¨®n de Paredes y su familia regenta una carnicer¨ªa en el mismo, portal. ?l es uno de los que movi¨® al vecindario el 20 de septiembre de 1993, hace exactamente un a?o, para manifestarse contra la droga. Consiguieron que durante dos meses la polic¨ªa tom¨¢se literalmente el barrio. Pero su presencia disminuy¨® y, desde enero, la situaci¨®n empez¨® a empeorar hasta hacerse inaguantable a partir de agosto.
Un a?o despu¨¦s, Nieto y otros comerciantes y vecinos han vuelto a convocar de nuevo una manifestaci¨®n, la que se celebr¨® ayer. "Si nosotros conocemos a los camellos, que no ser¨¢n m¨¢s de treinta, y les vemos actuar, ?c¨®mo es que los agentes no los detectan?", plantea Nieto. "Pedimos una mayor vigilancia porque de 13.00 a 16.00, a partir de las 21.00 y los fines de semana la presencia policial es nula", a?ade.
En las movilizaciones de hace un a?o hubo grupos incontrolados que sal¨ªan a agredir a los yonkis. "Hemos repetido a la gente que hay que actuar de forma pac¨ªfica, pero si las instituciones no toman cartas en el asunto puede haber quien se tome la justicia por su mano", matiza Nieto. "Este es un barrio que de siempre ha acogido a personas de diferentes culturas y or¨ªgenes, no es una cuesti¨®n de racismo", concluye. Pero el riesgo de un Fuenteovejuna est¨¢ presente.
La asociaci¨®n de vecinos de La Corrala ha decidido mantenerse al margen de las concentraciones. "Estamos de acuerdo en protestar por la extrema inseguridad y el deterioro del barrio pero, aunque los organizadores de las manifestaciones no lo pretendan, hay personas dispuestas a empezar diciendo no a la droga y continuar con un no a los negros, porque algunos de ellos traficar¨ª", explica Manuel Garc¨ªa, de La Corrala. Las declaraciones del delegado del Gobierno, Arsenio Lope Huerta, diciendo que Madrid es m¨¢s segura que otras ciudades europeas han encrespado a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos.
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