Rusia supera el temor a la guerra civil un a?o despu¨¦s del asalto al Parlamento
Al cumplirse el primer aniversario del violento desenlace (el 3 y el 4 de octubre del pasado a?o) de la pugna entre el presidente Bor¨ªs Yeltsin y sus rivales pol¨ªticos atrincherados en la Casa Blanca (la sede del antiguo Parlamento), Rusia afronta numerosos y graves problemas, pero parece haber superado el fantasma de guerra civil que caracteriz¨® su vida pol¨ªtica durante m¨¢s de un a?o. El tiempo est¨¢ borrando las monstruosas acusaciones que el equipo presidencial y sus adversarios se lanzaron mutuamente para justificar el fracaso de los intentos de compromiso realizados desde finales de 1992.
Los resultados de las elecciones de diciembre de 190, en las que comunistas, nacionalistas y neofascistas obtuvieron mayor¨ªa, han obligado a Yeltsin a adoptar la ret¨®rica patri¨®tica de sus rivales, y la transici¨®n a la econom¨ªa de mercado ha forzado a ¨¦stos a adaptarse a los nuevos tiempos.Los destinos personales de quienes hace un a?o resist¨ªan en la Casa Blanca son diversos. Tras ser liberado gracias a la amnist¨ªa del pasado febrero, el ex jefe del Parlamento Rusl¨¢n Jasbul¨¢tov ha vuelto a ocupar su c¨¢tedra de Econom¨ªa en Mosc¨² y los peri¨®dicos le llaman con iron¨ªa "el profeso? cuando se refieren a sus actividades pol¨ªticas. El provocativo gesto de Jasbul¨¢tov -indicando que el presidente beb¨ªa- en v¨ªsperas del decreto presidencial que disolvi¨® el Parlamento el 21 de septiembre de 1993 se ve bajo otra luz hoy, cuando una parte de los allegados de Yeltsin ha dejado de esforzarse para ocultar la afici¨®n a la bebida del presidente.
El ex vicepresidente, Alexandr Rutsk¨®i, por su parte, no ha conseguido aglutinar en torno a s¨ª a la oposici¨®n patri¨®tica, para alivio de Yeltsin, cuyos partidanos, a su vez, no est¨¢n a¨²n maduros para celebrar el planeado Congreso de las Fuerzas Democr¨¢ticas, que deber¨ªa aglutinarlos en tomo al futuro candidato a las elecciones presidenciales de 1996.
Muchos de los que resistieron en la Casa Blanca son hoy diputados del nuevo Parlamento, como Vlad¨ªmir Is¨¢kov, que dirige el Comit¨¦ de Legislaci¨®n de la Duma Estatal (la c¨¢mara baja); otros son empresarios, como Andr¨¦i Golovin, un ex diputado centrista dedicado a la fabricaci¨®n de marcos de ventanas, y otros, como Oleg Rumi¨¢ntsev se han colocado de asesores en el nuevo Parlamento, en espera de otra oportunidad en las urnas.
La sensaci¨®n de tragedia del oto?o de 1993 ha sido sustituida por sentimientos m¨¢s pragm¨¢ticos, aunque la oposici¨®n, cada vez m¨¢s adaptada a las nuevas reglas de juego fijadas por la Constituci¨®n de 1993, ha resumido al dramatismo para sacar partido del aniversario de los traum¨¢ticos sucesos de octubre.
En la primera de esas fechas, una multitudinaria manifestaci¨®n se abri¨® paso entre unos cordones policiales extra?amente indolentes, lleg¨® hasta la Casa Blanca y enardeci¨® a los adversarios m¨¢s recalcitrantes del Kremlin, que, al mando del general Albert Makashov, trataron de tomar los estudios de televisi¨®n de Ostankino.
Un ministro puntilloso
En la madrugada del d¨ªa siguiente, el Ej¨¦rcito, a rega?adientes, cumpli¨® la orden de ca?onear el Parlamento, despu¨¦s de que el ministro de Defensa, Pavel Grachov, exigiera instrucciones por escrito a Yeltsin. Grachov estaba escarmentado por el comporta miento de los pol¨ªticos sovi¨¦ticos que se hab¨ªan lavado las manos tras anteriores intervenciones del Ej¨¦rcito (Tbilisi en abril de 1989, Bak¨² en enero de 1990 y Vilna en enero de 1.991). Yeltsin, que aprecia la fidelidad incondicio nal de sus subordinados, no ha perdonado la puntillosidad del ministro. El golpe de Estado de octubre (que unos atribuyen a Yeltsin y otros al Parlamento) ha inspirado numerosos libros. La politizaci¨®n de los relatos y la interrupci¨®n de las investigaciones, como consecuencia de la amnist¨ªa aprobada por el nuevo Parlamento en febrero, han impedido esclarecer cu¨¢l fue el n¨²mero de v¨ªctimas (150 seg¨²n la versi¨®n oficial y entre 200 y 600 seg¨²n otras investigaciones) y otros datos relevantes, tales como las causas de la pasividad de los agentes de seguridad, la magnitud de la resistencia al presidente o las dificultades para convencer al Ej¨¦rcito de que interviniera.
En un libro de inminente publicaci¨®n, algunos de cuyos fragmentos aparecieron esta semana en el diario Izvestia, Yegor Gaidar, el art¨ªfice de la reforma econ¨®mica rusa, ha manifestado que, en la noche del 3 al 4 de octubre, aconsej¨® a Yeltsin que se reuniera con los militares y les diera ¨®rdenes directamente. "De lo contrario exist¨ªa el riesgo de que el Ej¨¦rcito no comenzara a actuara", se?alaba Gaidar, quien estaba dispuesto a repartir armas de los arsenales del Servicio de Defensa Civil entr¨® los moscovitas, a los que exhort¨® a echarse a la calle.
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