Cr¨ªticas a la pasividad del mando de las tropas estadounidenses en Hait¨ª
Puerto Pr¨ªncipe Puerto Pr¨ªncipe amaneci¨® ayer en calma, pero con la memoria inundada de violencia. Por la tarde, los propietarios de un almac¨¦n de material de construcci¨®n en Cit¨¦ Soleil dispersaron a tiros a un grupo que rond¨® el local durante todo el d¨ªa con intenci¨®n de asaltarlo. Una persona muri¨® y otras siete resultaron heridas. Manuela Chemaly, la due?a del local, denunci¨® que los marines pasaron varias veces frente al edificio pero no intervinieron. El mando norteamericano en Hait¨ª, centro de todas las cr¨ªticas por su pasividad durante los incidentes del viernes, admiti¨® ayer haber aprendido la lecci¨®n, pero no especific¨® en qu¨¦ sentido.
El ¨²nico que se ha mostrado en t¨¦rminos rotundos fue el jefe del Pent¨¢gono, William Perry, quien anunci¨® en Par¨ªs estar dispuesto a cubrir Hait¨ª de soldados para garantizar la seguridad. "Si as¨ª lo ha dicho, as¨ª se har¨¢", exclam¨® el portavoz de la embajada de EE UU en Puerto Pr¨ªncipe, Stanley Schrager, al comentar el anuncio de Perry. El portavoz reiter¨® que su misi¨®n no consiste en hacer la labor policial, pero reconoci¨® que la incapacidad de la polic¨ªa haitiana provoca un cambio de situaci¨®n: "Sabemos a d¨®nde queremos ir, e iremos; pero ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil hacerlo con colaboraci¨®n del general Raoul C¨¦dras", a?adi¨® Schrager.Polic¨ªas haitianos, tocados de un azul reci¨¦n planchado, se arraciman en torno a la verja inservible del descolorido recinto de la Penitenciar¨ªa Nacional. Entran y salen civiles sin demasiado control. Observan despreocupados el despliegue militar estadounidense. Fuera, una unidad fuertemente armada aguarda la salida del coronel Sullivan, jefe de la polic¨ªa militar norteamericana. El sargento Foulier, de Puerto Pr¨ªncipe, est¨¢ tenso. No ha visto a los detenidos de los ¨²ltimos d¨ªas. "Aqu¨ª no han traido a nadie desde el mi¨¦rcoles". Foulier, que bien podr¨ªa ser una attach¨¦ (esbirro del r¨¦gimen militar) en sus horas libres, habla nervioso, con la boca casi cerrada. "La colaboraci¨®n con los soldados norteamericanos es perfecta, no hay problemas", dice con una sonrisa sard¨®nica, falsa. Despu¨¦s, sin esfuerzo, les acusa de manipular todas las cosas".
Un poco m¨¢s arriba, en la puerta de la sede blanca del Frente para el Avance y el Progreso de Hait¨ª (FRAPH), donde militantes de este partido le descerrajaron un tiro en el cr¨¢neo a un ch¨®fer haitiano de la CBS, la gente camina con bastones en la mano y el odio metido en los ojos. Radio Metropole, por su parte, repite el mensaje de Aristide llamando a la calma y a la reconciliaci¨®n de los haitianos.
El portavoz de la Embajada estadounidense, Stanley Schrager no oculta que el incremento de la tensi¨®n forma parte de una plan que pretende hacer imposible el regreso de Aristide. Schrager cree que es urgente el env¨ªo de polic¨ªas internacionales -"los espa?oles ser¨ªan muy bienvenidos aqu¨ª", asegura a EL PA?S-. En estas condiciones, un grupo de congresistas -seis senadores y siete representantes- realiz¨® ayer un viaje rel¨¢mpago a Puerto Pr¨ªncipe. "Vienen a comprobar con sus ojos la situaci¨®n", dice un portavoz militar.
Desde Washington, el presidente Bill Clinton felicit¨® por radio a las tropas desplegadas en Hait¨ª porque "cumplen una dif¨ªcil misi¨®n con una habilidad extraordinaria". A trav¨¦s de una emisora de La Voz de Am¨¦rica instalada en uno de los buques pr¨®ximos a la isla, Clinton asegur¨® que la primera preocupaci¨®n de Estados Unidos es la seguridad de sus hombres.
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