Tanta dulzura

Esta vez s¨ª. Seguramente por lo econ¨®mico de la entrada y la inmensa comodidad del horario infantil de conciertos -nueve de la noche-, la sala Aqualung registr¨® una notable entrada. No era de extra?ar, porque los Duncan cabalgan a¨²n sobre la cresta de un p¨²blico fiel, todav¨ªa joven y mayoritariamente femenino, que suspira por recoger cada una de las palabras que brotan de las boquitas de Erentxun y Vasallo.Estos, que han perdido con el paso del tiempo aquel sonido fr¨¢gil, encantador y caracter¨ªstico, suenan ahora fuertemente arropados por una banda de lujo, en la que destacan el incre¨ªble bajista Marcelo Fuentes; ?ngel Crespo, uno de los mejores bater¨ªas espa?oles desde siempre, y los tremendos solos de guitarra de Sim¨®n, todo un virtuoso. As¨ª, en cuanto a la calidad musical no hay nada que envidiar a lo que pudiera ofrecer cualquier figur¨®n del pop mundial. T¨¦cnicamente trabajaban los medios tiempos y las baladas, con alg¨²n leve gui?o, como antes al swing. Las baladas eran intensas y los temas algo m¨¢s r¨¢pidos.

Diez a?os

En cuanto a ellos, el d¨²o, no se sabe bien d¨®nde englobarles. Antes se dec¨ªa: "Son frescos y j¨®venes". Ahora que ya no son ni frescos ni j¨®venes, ?qu¨¦ son? Quiz¨¢ la respuesta tenga que ver con la puesta por el sonido estandar m¨¢s perfecto, que el d¨²o donostiarra parece haber decidido. Lo cierto es que las canciones de su ¨²ltimo disco, Piedras, no desentonan con su repertorio m¨¢s cl¨¢sico. Eso s¨ª, m¨¢s una pizca de Stones y Lenny Kravitz, para sazonar.Un mont¨®n de chavalitas y muchachos cant¨®, vibr¨® y bot¨® con Palabras sin nombre, Capricornio, Rey de la luna -uno de los momentos ¨¢lgidos de Mikel-, Entre salitre y sudor y Mil gaviotas. Diego dio el contrapunto vocal, algo escaso, en Rosa gris, Si no eres t¨² y Mundo real, Son temas conocidos en disco y en directo en los diez a?os del grupo, que ha pasado de tr¨ªo en el que la orquestaci¨®n no era demasiado s¨®lida pero s¨ª personal, a funcionar como macroespect¨¢culo pop con todos los ingredientes para convertirse en lo ¨²ltimo.

Concluyendo, con buenas luces, sonido regular y pasarela iluminada a lo Rod Stewart, el concierto de los Duncan Dhu en Madrid, y en el mercado su ¨²ltimo disco, Piedras, fue todo un ¨¦xito para su numerosa y enamorada parroquia. Pero tambi¨¦n se comprende que, para aquellos a los que no les cuadra tanto amor cantado, verles en directo sea como beberse dos litros de miel sin respirar. Cuesti¨®n de gustos, como en todo. Unos m¨¢s dulces que otros.