Las fundaciones, para septiembre
El proyecto de ley de fundaciones, tras su aprobaci¨®n por el pleno del Congreso, llega ahora al Senado. Seg¨²n el autor, es necesario mantener el consenso alcanzado entonces para mejorar en lo posible el texto.
Terminaron ya las vacaciones. Muchas cosas nos esperaban, algunas nos esperaban impacientes; otras, no tanto, a la vuelta de la esquina. Lo sab¨ªamos, pero una de las supuestas virtudes del supuesto descanso estival es que nos hace olvidarlas, posponerlas o, en el mejor de los casos, madurarlas por el simple discurrir de un tiempo que marcha con un ritmo diferente, sin agobios, sin presiones.Pero aqu¨ª est¨¢n, en el oto?o, los problemas, los que dejamos aparcados y los que han surgido. Casi podr¨ªamos decir que vienen los nuevos problemas de siempre. Algunos asomaron la oreja, es verdad, entre las noticias festivas del agosto asfixiante, record¨¢ndonos que segu¨ªan ah¨ª, pendientes, como esas asignaturas antip¨¢ticas o duras de roer que los malos estudiantes dejan tradicionalmente para septiembre.
Y ahora, entre el c¨²mulo de problemas que nos esperan, el oto?o que todos los a?os viene caliente, en medio de este panorama, digo, aparecen t¨ªmidamente, en un segundo plano, las fundaciones. Las fundaciones son la asignatura que nos queda durante muchos a?os para septiembre, y luego la olvidamos. Pero este a?o puede ser que vaya en serio. Ya se han iniciado los tr¨¢mites para la discusi¨®n en el Senado del proyecto de ley de fundaciones.
?Cu¨¢l es la importancia de esta ley? Depende de la ¨®ptica con la que se mire, claro. Ruido, dramatismo, urgencia... la verdad, de esto tiene muy poco. Pensemos en los a?os que han transcurrido desde que se aprob¨® la Constituci¨®n, y ello nos dar¨¢ la medida. Sin embargo, esta ley tiene (puede tenerlo) un valor simb¨®lico indudable, tendr¨¢ un enorme significado si la observamos ' desde la perspectiva del necesario replanteamiento de las relaciones sociedad-Estado o, dicho de otro modo, desde la perspectiva de la necesaria recuperaci¨®n/ reactivac¨ª¨®n de la sociedad para que ¨¦sta se comprometa y participe responsablemente en la soluci¨®n de sus propios problemas.
En junio, el pleno del Congreso de los Diputados aprob¨® el proyecto de ley de fundaciones y de incentivos fiscales a la participaci¨®n privada en actividades de inter¨¦s general. Hubo acuerdo entre la mayor¨ªa de los grupos parlamentarios sobre algunos aspectos importantes.
Desde el mes de noviembre del a?o pasado hasta su aprobaci¨®n en el Congreso, el texto del proyecto de ley ha mejorado, lo cual no quiere decir que nos encontremos ante el mejor texto posible. Ni mucho menos. Todav¨ªa hay muchas mejoras, razonables mejoras, que podemos y debemos esperar que se produzcan tras su discusi¨®n en el Senado.
Por el art¨ªculo 34 de la Constituci¨®n, las fundaciones espa?olas deben ser protegidas y estimuladas. Han pasado algunos a?os desde que la Constituci¨®n fue votada por los espa?oles. Nunca ha sido considerado un asunto acuciante. El desconocimiento y los prejuicios ideol¨®gicos llevaban normalmente a que las fundaciones fuesen vistas con desconfianza y recelo por el poder pol¨ªtico. Pero hoy las fundaciones merecen confianza y est¨ªmulo. En estos a?os han crecido en n¨²mero y en presencia social, han multiplicado y diversificado sus actividades en condiciones no demasiado estimulantes. Una buena ley de fundaciones debe basarse en esta realidad y debe servir para estimular el desarrollo de esta instituci¨®n, y no al contrario. Y el proyecto de ley, tal y como se encuentra en estos momentos no es satisfactorio.
Todav¨ªa hay mejoras posibles, dec¨ªa. Y esas mejoras s¨®lo ser¨¢n posibles y deseables a partir del consenso pol¨ªtico. El Centro de Fundaciones ha mantenido en todo momento la necesidad de que esta ley hab¨ªa de ser aceptada por la gran mayor¨ªa de los grupos parlamentarios. Porque la fundaci¨®n como instituci¨®n no est¨¢ al servicio de una idea pol¨ªtica determinada, sino que, al contrario, sirve para expresar la pluralidad de la vida social.
Y en junio, en el Congreso, no se alcanz¨® el consenso para la globalidad del proyecto de ley. Ahora me parece que estamos ante una muy buena oportunidad para que se consiga. Porque despu¨¦s de intensos y prolongados debates la realidad del mundo fundacional espa?ol empieza a ser conocida por los representantes pol¨ªticos en toda su complejidad. Y creo que la ocasi¨®n para que el consenso se produzca respecto al texto del proyecto en su integridad est¨¢ ahora en el Senado. Una ley consensuada, fruto de la aceptaci¨®n de numerosas enmiendas tendentes a aminorar controles meramente burocr¨¢ticos y a mejorar los est¨ªmulos fiscales, ser¨ªa una garant¨ªa de estabilidad y permanencia. Concretamente, el grupo Popular, que se abstuvo en la votaci¨®n del proyecto de ley en el Congreso, deber¨ªa poder suscribir el texto final. Porque es el momento de que se apruebe definitivamente una asignatura que hemos tenido mucho tiempo pendiente y que se apruebe bien. Las fundaciones espa?olas son la expresi¨®n de una sociedad libre y democr¨¢tica que quiere alcanzar niveles m¨¢s altos de libertad y democracia y que s¨®lo necesita para ello la confianza necesaria para poder desarrollarse. El recelo, la desconfianza, los controles excesivos, hoy en d¨ªa est¨¢n fuera de lugar, no est¨¢n justificados por la realidad. El proyecto de ley que sali¨® del Congreso puede y debe mejorarse a¨²n mucho y la ocasi¨®n est¨¢ este oto?o en el Senado.
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