La personalidad necesaria
?De d¨®nde venimos y ad¨®nde vamos? Si no te lo planteas a los 14 a?os, casi peor, lo haces a los 20. La crisis siempre surge sorda e irremediablemente. Estuve de acuerdo. Me lo dec¨ªa una amiga al hablarme de sus hijas adolescentes. Esto es pr¨¢cticamente todo lo que se necesita para caer en las manos de un gur¨² malintencionado. Estar en el sitio adecuado en el momento oportuno. Los sectarios son seguidores de una religi¨®n no oficial. Esto mismo favorece la cohesi¨®n patol¨®gica del grupo, el rechazo masivo hacia la sociedad y el oscurantismo de la organizaci¨®n sectaria. Cuando una investigaci¨®n policial se cierne sobre una de esta sectas, casi siempre despu¨¦s de una matanza, es dif¨ªcil reconstruir la intrincada estructura que ha desembocado en ese irracional arrebato final.Y cuando llega el caso, suele haber un gur¨² dotado de un notable encanto superficial, un megal¨®mano iluminado capaz de arrastrar a sus fieles de una forma incomprensible. El maestro es siempre un sujeto carism¨¢tico. Su carisma se encuentra anclado en una leyenda que ¨¦l mismo y sus ac¨®litos se encargan de difundir. El gur¨² es siempre un h¨¢bil manejador de personas. Sabe detectar las debilidades de cada uno y explorarlas en su propio beneficio. No tiene escr¨²pulos. Es un buen comunicador.
Pero este maestro es a la vez un inadaptado social. Normalmente ha fracasado en lograr un ajuste personal y social y ha creado su propia superestructura de la que se alimenta su ego y su a menudo insaciable sed de poder y riqueza. Es un psic¨®pata. Cuando nos asombramos de saber que cientos de personas son capaces de autoinmolarse o ser inmoladas por la voluntad de un solo hombre, olvidamos que esto ha pasado muchas veces a lo largo de la historia. No est¨¢ tan lejos el movimiento nazi, por ejemplo. Personas bienintencionadas, probos trabajadores y pac¨ªficos padres de familia no dudar¨ªan en aplicar una fuerte descarga el¨¦ctrica a un an¨®nimo conciudadano con tal de no desobedecer a la autoridad. Este hecho es conocido por la psicolog¨ªa social y fue demostrado de forma experimental por Stanley Milgram en 1973.
Todo lo que necesita adquirir un maestro para hacerse con la voluntad de sus seguidores es precisamente esto, autoridad. Conseguida la autoridad, el resto viene solo. Nada m¨¢s f¨¢cil que explotar de una manera abusiva t¨¦cnicas de persuasi¨®n coercitiva bien conocidas. Casi todos prodr¨ªamos llegar a ser sectarios, y de hecho lo somos, cuando seguimos una determinada idea con exclusi¨®n de toda informaci¨®n incoherente con nuestro ideal.
La crisis de identidad propia de la juventud constituye el caldo de cultivo privilegiado para las sectas a la b¨²squeda de futuros seguidores. El joven carente de un modelo paterno s¨®lido, educado de forma excesivamente autoritaria o laxa, con dificultades para relacionarse con otros j¨®venes y tendencias depresivas es el m¨¢s atractivo para un hipot¨¦tico captador. Muchos padres comprenden demasiado tarde que su hijo ha sido captado. Para entonces el joven ya ha sustituido a su familia biol¨®gica por otra m¨¢s verdadera y superior: la secta.
Este proceso de sustituci¨®n constituye el n¨²cleo mismo de la destructividad de la secta. Las sectas destructivas imponen una adhesi¨®n total y exclusiva. La sociedad exterior es mala de una forma global, la secta es buena de una forma absoluta. El captador estudia las carencias afectivas de su presa y la secta da respuesta de una forma transitoria a todas las necesidades del futuro sectario. Una persona en crisis, o simplemente ingenua, se sentir¨¢ fascinada de forma inmediata por esta acogida.
El paso siguiente consiste en desvincular a la persona seducida de todos sus lazos sociales anteriores. La secta acaba siendo el ¨²nico grupo de referencia del sectario. Es muy importante la vida en comunidad. Se controla la informaci¨®n a la que el captado tiene acceso. El contacto con el exterior est¨¢ medido y supervisado al mil¨ªmetro. Finalmente, ocurre la conversi¨®n del iniciado, que puede haber sucedido de forma s¨²bita o progresiva. Significa la abdicaci¨®n de lo que antes era la persona para ser una nueva persona. Pero ¨¦sta ?qui¨¦n es? El converso ya no es el que era. Piensa que voluntariamente ha adoptado una confesi¨®n que de forma m¨¢gica le facilitar¨¢ la serenidad y la plenitud. El converso se ha despersonalizado. Es un ni?o peque?o en brazos de su padre, el gur¨²; no tiene voluntad. Es muy posible que el presectario fuese un sujeto necesitado de verdades s¨®lidas y estables, una persona con una baja tolerancia a la ambig¨¹edad inherentes a la existencia. El dogmatismo es quiz¨¢ la caracter¨ªstica psicol¨®gica que mejor pueda pronosticar la vulnerabilidad del presectario. Tambi¨¦n la que mejor podemos evitar ense?ando a nuestros hijos a razonar de forma cr¨ªtica y aut¨®noma.
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