La historia de un futbolista en paro
Paco Llorente busca equipo despu¨¦s de jugar seis a?os en el Real Madrid
Le pusieron Paco por su t¨ªo, Gento -el legendario jugador del Real Madrid-, hermano de su madre, Antonia, y, como a sus tres hermanos mayores, Joe, To?¨ªn y Julio, le inculcaron desde peque?o las bondades del deporte. Los dos mayores forzaron su altura y se dedicaron al baloncesto, los peque?os optaron por darle patadas a un bal¨®n. Su aspecto fr¨¢gil no gust¨® a los viejos ojeadores de Chamart¨ªn y le dejaron en la cuneta. Gento, militante en la oposici¨®n a Ram¨®n Mendoza, vio en la decisi¨®n una solapada venganza.
Un a?o en el filial del Atl¨¦tico, el posterior salto al primer equipo con una ficha de las llamadas modestas -un mill¨®n y medio y cuatro a?os de contrato- bastaron para que los expertos del Madrid se fijaran en ¨¦l. La afici¨®n rojiblanca le bautiz¨® como el Butrague?o del Calder¨®n. Pero Antonia, su madre, rez¨® al cielo para que su hijo se quedara en Madrid y, a ser posible, m¨¢s cerca. El cielo escuch¨® a Antonia. Paco se convirti¨® en un pionero al acogerse al pol¨¦mico Decreto 1.006 y se qued¨® en su barrio.
John Toshack dijo de ¨¦l: "Es el futbolista m¨¢s r¨¢pido que he tenido". Ram¨®n Grosso fue su padrino en el club y su suegro en la calle. Pero Butrague?o y Hugo S¨¢nchez, plet¨®ricos de forma y juventud, fueron una competencia demasiado dura para ¨¦l. Su imagen como futbolista es ef¨ªmera y tr¨¢gica. La desolaci¨®n del 5-0 en San Siro frente a un Milan apote¨®sico la encarn¨® ¨¦l con su brazo desgarrado.
Sus compa?eros cuentan de ¨¦l y no paran. El vestuario se ceb¨® a la hora de los motes. El nombre de Paco qued¨® desterrado por el de Raiman o El Lechuga. Hombre de pocas palabras y amante de la alimentaci¨®n alternativa, su perfil es inusual en un futbolista. Cuentan, por ejemplo, que tras una noche de gloria ante el Oporto -probablemente el mejor partido de su vida-, en la que dio dos pases de gol, decidi¨® dormir en lugar de unirse al festejo. Sus compa?eros le animaron a que disfrutara del momento. No hizo caso y sigui¨® durmiendo.Ahora tiene 29 a?os y no tiene equipo. Pero parece feliz. Por las ma?anas se machaca el cuerpo en el gimnasio de la Ciudad Deportiva del Madrid, por las tardes se entrena con el equipo de Las Rozas, y entre horas cultiva lechugas. Ahora dice que tiene una oferta. Toledo puede ser su pr¨®ximo destino.
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