La cohabitaci¨®n vasca, un gobierno de gesti¨®n sin liderazgo

JOS? LUIS BARBER?A, Pese a las desavenencias de ¨²ltima hora -desplante de Ardanza al Senado, enfrentamiento por las subvenciones a algunas ?kastolas, el caso Osakidetza, el Banco P¨²blico Vasco...-, que han dejado una impresi¨®n, exagerada quiz¨¢s, de fractura interna en el Gobierno vasco de coalici¨®n, la cohabitaci¨®n de nacionalistas y socialistas ha resultado en esta legislatura mucho menos conflictiva de lo que cabr¨ªa suponer, dado el car¨¢cter antit¨¦tico de ambos partidos. Condenados a entenderse, PNV y PSE-EE han acumulado a lo largo de ocho a?os de gobiernos de coalici¨®n una amplia experiencia de consenso, in¨¦dita en el resto de Espa?a, y establecido mecanismos internos destinados a conjurar el peligro latente de ruptura.

En esta ¨²ltima legislatura, los consejeros del PNV y del PSE-EE han pactado un presupuesto restrictivo, articulando una cuesti¨®n tan espinosa como la Ley de Escuela P¨²blica y abordando una dur¨ªsima crisis econ¨®mica, en un ejercicio de gesti¨®n que miembros de uno y otro equipo caracterizan como "sumamente realista y muy profesional". Al contrario que en el primer Gobierno de coalici¨®n, el segundo Ejecutivo ha estado dominado por el pragmatismo y la gesti¨®n.

"El Consejo de Gobierno", indica el vicelehendakari socialista Fernando Buesa, "ha perdido peso pol¨ªtico y ha desempe?ado un papel m¨¢s pobre, en la medida en que los asuntos llegaban ya consensuados tras una negociaci¨®n previa establecida entre los consejeros afectados y con participaci¨®n de los dos socios para que cada cual incorporara su propia filosofia".

J¨¢uregui, como Arzalluz

M¨¢s desequilibrado que el anterior, con s¨®lo cinco consejeros del PSE-EE frente a 10 del PNV, el ¨²ltimo Gabinete de Ardanza no ha contado con la fluida comunicaci¨®n existente entre los dos equipos cuando Ram¨®n J¨¢uregui ocupaba el cargo de vicelehendakari. La constataci¨®n de que el PNV capitalizaba en las urnas el trabajo conjunto, y el enfriamiento de las relaciones tras la formaci¨®n del tripartito nacionalista, llevaron a J¨¢uregui a situarse fuera del nuevo Ejecutivo y a tratar de ejercer un papel similar al que desempe?a Arzalluz. Con la diferencia apreciable de que el PNV sigue teniendo las manos libres "frente a Madrid" y no ha renunciado para nada a un discurso reivindicativo que explica en esa misma clave buena parte de las limitaciones de la Administraci¨®n auton¨®mica.

El modelo establecido por el PNV, que en la pr¨¢ctica asigna al lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza la gesti¨®n p¨²blica y reserva para el presidente del partido, Arzalluz, la direcci¨®n pol¨ªtica, recorta la posibilidad de liderazgo efectivo del lehendakari e hipoteca sus manifestaciones y actuaciones pol¨ªticas a las directrices del partido.