Una ni?a de 12 a?os relata al juez como su padre dispar¨® a su madre
El magistrado F¨¦lix Alfonso Guevara llam¨® a comparecer ayer en el estrado de la Audiencia de Madrid a una ni?a de 12 a?os para que relatara c¨®mo su padre, el inspector de polic¨ªa Antonio Esteban Bravo, de 36 a?os, hab¨ªa disparado en la cabeza a su madre. La ni?a contest¨® a las preguntas del magistrado y vino a ratificar la versi¨®n de los hechos relatada anteriormente por su madre, Antonia Heredia, quien sobrevivi¨® milagrosamente al disparo, descerrajado por el agente en la casa conyugal -y ante los tres hijos-, el 2 de mayo de 1993, D¨ªa de la Madre."Mi padre me dio un bofet¨®n y mi madre se meti¨® en medio; entonces le peg¨® tambi¨¦n a ella y la tir¨® al suelo, se abri¨® as¨ª de piernas [imitando el movimiento] y le dispar¨®", relat¨® la muchacha. "Mi madre me pidi¨® una toalla del cuarto de ba?o, pero no la encontr¨¦, luego me met¨ª en la habitaci¨®n con mis hermanos", a?adi¨®. La ni?a no pudo corroborar si su padre hab¨ªa llegado borracho.
La acusaci¨®n particular hab¨ªa solicitado que los menores declarasen -t¨¦cnicamente, los menores no son nunca interrogados, sino explorados- a puerta cerrada, en caso de que se les llamase para testificar. Pero el p¨²blico, los fot¨®grafos y las c¨¢maras de televisi¨®n permanecieron en la sala.
El pasado d¨ªa 13, Mario J., un chico de 14 a?os a quien su madre hab¨ªa intentado matar en enero de este a?o, declar¨® a puerta cerrada -sin periodistas ni c¨¢maras- ante el tribunal de la Secci¨®n 16 de la Audiencia de Madrid. Los jueces ordenaron el desalojo de la sala durante la declaraci¨®n del menor, atendiendo una petici¨®n del abogado de la procesada, madre del menor. El letrado aleg¨® el da?o psicol¨®gico que pod¨ªa sufrir el chico si los jueces le obligaban a testificar delante de su madre, esposada y custodiada por dos guardias civiles. Mario sali¨® por una puerta trasera tras prestar declaraci¨®n, y el tribunal volvi¨® a abrir las puertas al p¨²blico.
Ayer, sin embargo, el presiente de la Sala Tercera de la Audiencia desoy¨® los argumentos del fiscal, la acusaci¨®n particular y la defensa, que renunciaron a interrogar a los hijos. Y ¨¦l mismo acometi¨® las preguntas.
El polic¨ªa declara que no recuerda haber disparado a su mujer porque estaba borracho. Al terminar la sesi¨®n, los abogados se mostraron sorprendidos por la iniciativa del juez, ya que consideran una crueldad innecesaria hacer que la chiquilla declare contra su padre. No obstante, se trataba del ¨²nico testimonio posible, puesto que solamente los hijos presenciaron el hecho. Seg¨²n Antonia, que necesita medicaci¨®n antiepil¨¦ptica y sufre episodios de amnesia, desorientaci¨®n y mareos a ra¨ªz del suceso, su hija suele despertarse llorando por las noches y tiene sentimientos de culpa por lo ocurrido, ya que la disputa comenz¨® cuando su madre intent¨® protegerla.
El magistrado presidente no advirti¨® a la chica que pod¨ªa negarse a declarar contra su padre (por ser familiar de primer grado). S¨ª se lo hab¨ªa advertido, sin embargo, a Antonia, a la que se pidi¨® que se sentase junto a su hija durante la comparecencia de la menor. Seg¨²n la abogada de Antonia, que ejerce la acusaci¨®n particular, el magistrado no necesitaba hacerlo ya que en estricto sentido jur¨ªdico no declaran sino que se les explora.
La acusaci¨®n particular hab¨ªa pedido que ni la chiquilla ni su hermano de ocho a?os (tambi¨¦n testigo junto con otra hija que contaba 19 meses) declarasen como hab¨ªa solicitado el fiscal en un principio. El abogado defensor se adhiri¨® a las tesis del fiscal y la acusaci¨®n "por sensibilidad humana" a pesar de que consideraba importante el testimonio de los ¨²nicos testigos del supuesto delito.
Antonio Esteban Bravo, inspector de polic¨ªa de 36 a?os, rompi¨® a llorar cuando declar¨® ante el tribunal. Tampoco pudo retener las l¨¢grimas cuando su hija mayor, de 12 a?os, fue llamada a la sala por el tribunal. Enjuag¨® sus l¨¢grimas con el dorso de su mano: las esposas no abandonaron sus mu?ecas durante la vista.
La ni?a no hab¨ªa vuelto a ver a Antonio -preso en la c¨¢rcel de Alcal¨¢-Meco- hasta ayer. Las ¨²nicas noticias que Esteban Bravo ha tenido de sus hijos viajaron en una carta desde Tarragona, donde ahora viven con su madre. Antonia le dec¨ªa c¨®mo estaban sus hijos.
El matrimonio se ha separado legalmente y Antonia percibe el sueldo base de polic¨ªa que todav¨ªa cobra Antonio (80.000 pesetas). Si le condenan a m¨¢s de tres a?os de prisi¨®n, perder¨¢ inmediatamente su condici¨®n de funcionario de polic¨ªa. El fiscal pide para ¨¦l una condena de 17 a?os, y la acusaci¨®n particular reclama 20 a?os. La defensa intenta demostrar que el agente actu¨® bajo los efectos del alcohol y que se arrepinti¨® espont¨¢neamente, por lo que rebaja la eventual condena a seis meses de prisi¨®n.
Esteban Bravo sostiene que no recuerda nada de lo que pas¨® el d¨ªa de los hechos. S¨®lo sabe que sali¨® de su casa en la glorieta de Quevedo a las diez de la ma?ana para comprar el peri¨®dico y que se tom¨® tres copas de an¨ªs en un bar cercano. Despu¨¦s vio a su esposa tirada en el suelo y sangrado por la cabeza. Antonio Esteban no niega haber disparado contra ella. "Ten¨ªa que estar como una cuba para hacer una salvajada as¨ª", dijo el agente quien manifest¨® que segu¨ªa queriendo a su esposa.
Los seis polic¨ªas que testificaron ayer ante el tribunal (cinco hombres y una mujer) mantuvieron ante la sala que Antonio presentaba ciertos s¨ªntomas de haber bebido alcohol cuando llegaron al domicilio tras el suceso. Los dos peritos forenses designados por la defensa (uno de ellos el doctor Garc¨ªa Andrade) ratifican que Antonio "beb¨ªa por encima de lo sano" y atribuyen la agresi¨®n a los efectos de alg¨²n t¨®xico, posiblemente el alcohol. Sin embargo, seg¨²n Antonia Heredia su mando s¨®lo hab¨ªa ingerido un sorbo de cerveza delante de ella ese d¨ªa y ¨¦l mismo le hab¨ªa dicho que no hab¨ªa bebido nada antes.
"Vistas las declaraciones de los agentes se explica por qu¨¦ las mujeres de los polic¨ªas no denuncian los malos tratos a manos de sus maridos", dice indignada la portavoz de la Asociaci¨®n de Mujeres Separadas, Ana Mar¨ªa P¨¦rez del Campo, aludiendo al corporativismo entre ellos. Unas treinta personas de dicha asociaci¨®n acudieron al juzgado e increparon al acusado.
El fiscal se ha sumado a la petici¨®n de la acusaci¨®n particular para que el tribunal declare en su sentencia al Estado responsable civil subsidiario e indemnice a la esposa e hijos del acusado. El ministerio p¨²blico solicita 14 millones de pesetas; y la acusaci¨®n, 20 millones. El anillo 'antimoscones'. Antonia Heredia, la mujer que recibi¨® de su marido un tiro en la cabeza el D¨ªa de la Madre de 1993, todav¨ªa lleva su anillo de casada. Se ha separado legalmente de su esposo (el inspector de polic¨ªa Antonio Esteban) hace unos meses, y ahora vive en Tarragona con sus tres hijos (de 12, 8 y 3 a?os). "Me lo voy a quitar, pero es que me viene muy bien para espantar moscones", dice esta gitana rubia y de ojos azules de 33 a?os. Ayer, el anillo de oro tambi¨¦n le fue ¨²til para utilizarlo como chuleta y responder ante el tribunal que juzga a su marido cu¨¢ndo se hab¨ªan casado. "Lo que quiero es que se haga justicia, empezar a hacer mi vida y que ¨¦l [Antonio] encuentre a alguien para rehacer la suya", dice ella, una mujer con mucho car¨¢cter, pese (o gracias) a las vicisitudes."Mi vida es un poema", comenta tras relatar que su hija menor -tiene ahora tres a?os- casi no ve de un ojo. "Barraquer [el famoso oftalm¨®logo] me dijo que no hab¨ªa esperanza y que se iba a quedar ciega sin remedio, pero luego otro m¨¦dico me ha dicho lo contrario".
Ayer, Antonia no deseaba otra cosa que subir al tren de la noche para llegar cuanto antes a Tarragona, donde tiene muy cerca a su padre y sus hermanos. Su ni?a peque?a se ha quedado con una hermana de Antonia. "Mi madre, que tiene 70 a?os, est¨¢ muy mal", se lamenta. Lleg¨® con sus dos hijos mayores a Madrid para el juicio y dice que se ha quedado en una pensi¨®n de la glorieta de Quevedo, porque era la zona donde viv¨ªa antes con su marido.
Le preocupa dejar a sus hijos desatendidos cuando la vuelvan a operar para tapar el hueco de ocho cent¨ªmetros de di¨¢metro que le dej¨® la bala en su cr¨¢neo.
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