Arte a domicilio
Pap¨¢ empez¨® comprando arte vasco del XIX y el hijo sigui¨® la colecci¨®n con obra contempor¨¢nea. Pero vino la crisis y esta colecci¨®n particular se malvendi¨®. Esto ha sucedido un par de veces en los ¨²ltimos tiempos. Quienes lo cuentan no saben qu¨¦ familias de arraigo y en apuros vendieron, y todav¨ªa menos d¨®nde hab¨ªan comprado. No es extra?o que el rastreo de la procedencia sea dif¨ªcil. En Euskadi se compra arte, y mucho, pero en el estudio del artista, fuera del mercado. Los galeristas se sienten marginados y avisan de que la venta directa aumenta la probabilidad del sablazo en un comercio donde para vender a un precio basta que uno s¨®lo quiera comprar a este precio. Otros hacen responsables a los mismos galeristas de su marginaci¨®n porque, dicen, no basta con tener cuatro paredes para serlo. La misma Euskal Telebista tiene una teletienda dedicada al arte."Muchos artistas s¨®lo pasan por las galer¨ªas para llenar curr¨ªculo. La venta se hace en casa", explica Sol Panera. Est¨¢ en su galer¨ªa bilba¨ªna, Aritza. Lleva 22 a?os y ha visto de todo, incluso c¨®mo la polic¨ªa le clausuraba la sala en 1973 porque expon¨ªa a Ibarrola. Sol cree que hay mucha producci¨®n, pero se conoce poco fuera de su territorio. "Estamos, como todos, sometidos a la cultura de la noticia, y es muy triste que de Oteiza s¨®lo se sepa que escribe barbaridades o que Chillida hace esculturas grand¨ªsimas". El dinero p¨²blico, se quejan en este gremio, se gasta m¨¢s en la manutenci¨®n discriminada de artistas que para di vulgar su existencia. "En los despachos oficiales se alega que ya hacen bastante apoyando la producci¨®n como para que tengan que hacerse cargo de su difusi¨®n. Con todo, salas p¨²blicas y bien dotadas, como la Rekalde, en Bilbao, o KoIdo Mitxelena, en San Sebasti¨¢n, est¨¢n abriendo nuevos escaparates. El jueves, la Mitxelena ten¨ªa la sala principal cerrada porque iban a inaugurar la muestra Formas del abismo, el cuerpo y su representaci¨®n extrema en Francia 1930-60. En el ¨²ltimo piso hab¨ªa una deliciosa exposici¨®n sobre el placer de leer muy apropiada para el lugar, que tiene una notable biblioteca self-service donde llegas al libro tu solo, con el auxilio de una gu¨ªa inform¨¢tica y sin que apenas sean visibles los ¨¢ngeles custodios.
En el abultado censo de artistas vascos los hay buenos y malos, pero tambi¨¦n aut¨¦nticos genios en el asalto a becas, talleres patrocinados y gabinetes p¨²blicos de compra. Existe la tesis, no documentada, de que la escultura, al margen de las grandes obras tot¨¦micas, abunda porque la autoridad, abrumada con la ornamentaci¨®n de parques y jardines, la compra con ligereza mientras sea impermeable. El problema, insiste Sol, no es que haya tantos artistas, sino que puedan conocerse, aqu¨ª y fuera, los que valen la pena.
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