Nata montada
Con 15 minutos de retraso, algo inusual en el teatro de la Zarzuela, y con un p¨²blico predispuesto al entusiasmo y dominado por la colonia francesa, el anta?o ni?o terrible de la danza contempor¨¢nea gala, Philippe Decoufl¨¦ (Par¨ªs, 1961), mostr¨® un imaginativo y gracioso divertissement que m¨¢s que una obra en s¨ª es un conjunto de fragmentos hilarantes unos, tiernos otros, al que su propio t¨ªtulo justifica el tono de ensalada po¨¦tica. Una ingeniosa escenograf¨ªa de gran formato y compleja maquinaria junto a un vestuario en clave de fantas¨ªa completaban los factores que hacen de Petites pi¨¨ces mont¨¦es un agradable producto, f¨¢cil, ligero y hasta espumoso, muy parisiense en sus momentos de humor. La t¨¦cnica del baile contempor¨¢neo franc¨¦s tambi¨¦n es usada con el mismo sentido estilizado.Cercano al circo, m¨¢s infantil que transgresor, fascinado por la corriente est¨¦tica que revitaliza la moda de los a?os cincuenta, el core¨®grafo y bailar¨ªn insiste en un juego superficial de geometr¨ªas cor¨¦uticamente inocentes, sin otro meollo que justificar el tiempo coreogr¨¢fico sobre el tiempo lineal. La danza como tal tiene para Decoufl¨¦ un inter¨¦s limitado y parcial, si bien, siendo el benjam¨ªn de su generaci¨®n, es uno de los que m¨¢s se ha despegado de los tics de la nouvelle danse a fuerza de esa imaginaci¨®n de fabricante de juguetes que posee una especie de aprendiz de Coppelius dispuesto a que el p¨²blico se lo pase bien, algo de gui?ol fant¨¢stico y amable que tambi¨¦n est¨¢ en la tradici¨®n del teatro franc¨¦s.
Petites pi¨¨ces mont¨¦es
Compa?¨ªa DCA (Francia). Coreograf¨ªa y direcci¨®n: Philippe Decoufl¨¦. Vestuario: Philippe Guillotel. Escenograf¨ªa: Jean Rabasse. Selecci¨®n musical: Joseph Racaille. Festival de oto?o. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 21 de octubre.
Philippe Decoufl¨¦ es uno de esos casos que aparecen en algunos libros del ni?o que se niega formalmente a la adultez, y esto le ha dado excelentes resultados que se arropan con mucho dinero y recursos, pulimento formal y una buena intuici¨®n para seleccionar los elementos humanos a explotar. El joven tiene sentido del chiste de ocasi¨®n y fuerza al bailar¨ªn-acr¨®bata-actor a una cuerda donde conviven el histri¨®n y el atleta.
A ritmo de vi?eta
El ambiente fant¨¢stico e imaginativo es manejado por Decoufl¨¦ con una cierta distancia, y a ritmo de vi?eta de tebeo; en gran parte es evidente que su cultura es la cultura del comic, y su calidad y valores espectaculares no se asientan precisamente sobre el hallazgo del movimiento, sino en la propulsi¨®n acelerada de sus ideas, secuencias donde la pl¨¢stica y la m¨²sica (muy del gusto radial de hoy) completan un fresco benevolente, de buen sabor, como un souffl¨¦. Las mejores escenas est¨¢n hacia el final, a partir de los d¨²os, el espejo y hasta llegar al carrill¨®n, con un notable acierto en esos trajes-juguetes que pueden ser un figurado homenaje a Schleminer y a los ecos del ballet constructivista.
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