El nuevo Parlamento dificulta un Gobierno estable
PNV y PSE pierden la mayor¨ªa absoluta, el PP duplica sus esca?os e IU hereda los seis de EE
El Partido Nacionalista Vasco revalid¨® ayer su hegemon¨ªa en el Parlamento aut¨®nomo con un triunfo incontestable que le permite rozar el 30% de los sufragios depositados. Aunque mantiene el mismo n¨²mero de esca?os, 22, la formaci¨®n que lidera Xabier Arzalluz supera la barrera de los 300.000 votos, que no alcanzaba desde 1986, y ello pese al aumento de la abstenci¨®n en m¨¢s de un punto respecto a 1990. La estrepitosa derrota del PSE, que pierde cuatro de sus 16 esca?os y baja en m¨¢s de dos puntos su porcentaje de voto, deja al PNV a la cabeza de las fuerzas pol¨ªticas, con una ventaja de 10 esca?os sobre el siguiente partido. Los socialistas se mantienen como segunda fuerza, seguidos, a un solo esca?o, por el Partido Popular y Herri Batasuna.
Las elecciones confirmaron tambi¨¦n el espectacular despegue de izquierda Unida y del PP, apuntado en los comicios europeos, as¨ª como el avance de Unidad Alavesa. Asimismo, el electorado ratific¨® el descenso, aunque menos acusado de lo previsto, de las formaciones situadas a la izquierda del PNV. EA evito el descalabro al conseguir mantener 11 de los 9 parlamentarios, y su porcentaje de votos muestra que su electorado ha resistido este reto mucho mejor de lo que auguraban las encuestas. Herri Batasuna pierde dos diputados y dos puntos de porcentaje de voto, pero recupera m¨¢s de 25.000 de los 36.000 votos perdidos en las europeas.HB, que mantiene el primer puesto en Guip¨²zcoa, parece haber capitalizado la ausencia de atentados terroristas en la campa?a y el discurso, nada crispado, revestido de las se?as de identidad de la izquierda, que ha mantenido a lo largo de las ¨²ltimas semanas.
La participaci¨®n del 60%, algo m¨¢s de un punto por debajo de las auton¨®micas de 1990, ratifica, igualmente, el paulatino aumento de la abstenci¨®n que se manifiesta en el Pa¨ªs Vasco desde la europeas de 1989. Izquierda Unida, con 6 diputados, podr¨¢ disponer de grupo parlamentario propio en una C¨¢mara en la que hasta ahora ni siquiera ten¨ªa representaci¨®n, mientras que los populares suman 5 nuevos esca?os y con un total de 11 se quedan a s¨®lo uno del PSE-EE.
El Parlamento resultante de estas; votaciones ofrece un panorama muy fragmentado que complica extraordinariamente la consecuci¨®n de una mayor¨ªa parlamentaria suficiente. La reedici¨®n de la f¨®rmula de gobierno entre el PSE-EE y el PNV no permite ya la obtenci¨®n de la mayor¨ªa absoluta, establecida en 38 esca?os. Un pacto entre estos dos partidos dar¨ªa una mayor¨ªa de 34 diputados, que puede resultar suficiente si Herri Batasuna persiste en su pol¨ªtica de no asistir a la C¨¢mara m¨¢s que en situaciones excepcionales.
Gobierno tripartito
Cualquier otra alternativa complicar¨ªa a¨²n m¨¢s la formaci¨®n de una mayor¨ªa suficiente y obligar¨ªa seguramente a barajar f¨®rmulas tripartitas, incluyendo opciones tan divergentes como EA y PP, dado que IU no contempla la hip¨®tesis de pasar a formar parte del Ejecutivo. La alianza PNV-PP es otra posibilidad en la b¨²squeda de apoyos suficientes, pero con la perspectiva de las elecciones municipales y provinciales, el pacto con los populares parece sumamente arriesgado para. el primero de estos partidos. A lo largo de estas ¨²ltimas jornadas, los socialistas han esgrimido la posibilidad de irse a la oposici¨®n en el supuesto de una severa derrota, pero esa propuesta, defendida por un sector del PSE-EE, es rebatida desde dentro con el argumento de que hay que asegurarse el apoyo del PNV al actual Gobierno central y cerrar el paso a un gobierno nacionalista con la formaci¨®n de Carlos Garaikoetxea.
Si se salvaran los antagonismos personales de los respectivos l¨ªderes del PNV y EA y se abriera la perspectiva del reencuentro entre ambos partidos, esa ¨²ltima hip¨®tesis no ser¨ªa descartable en el supuesto de que el PSE-EE se mostrase efectivamente remiso a estar presente en el Ejecutivo. En todo caso, la proximidad de las elecciones municipales y provinciales y la necesidad de establecer una alianza solvente que asegure el control de las diputaciones forales condicionar¨¢ enormemente la pol¨ªtica de pactos.
Una coalici¨®n EA-PNV permitir¨ªa enarbolar la ense?a de un gobierno ¨ªntegramente nacionalista en la pr¨®xima campa?a, pero no garantizar¨ªa en absoluto los votos necesarios para hacerse con la presidencia de la Diputaci¨®n de ?lava y obligar¨ªa a nuevas alianzas, no necesariamente de gobierno. En una pa¨ªs tan diverso, con evidentes tensiones localistas, el control de. las poderosas diputaciones provinciales resulta un objetivo primordial para mantener, la cohesi¨®n territorial y la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica homog¨¦nea.
La fortaleza mostrada por Unidad Alavesa (UA) demuestra el arraigo de esta opci¨®n regionalista, antinacionalista vasca, que, despu¨¦s de no haber concurrido a las elecciones europeas, ha subido de 3 a 5 esca?os y se sit¨²a como segundo partido en la provincia tras el PNV. El crecimiento del voto foralista alav¨¦s es un dato que, sin duda, trastoca el actual proyecto de vertebraci¨®n pol¨ªtica y social del Pa¨ªs Vasco.
Los votos de EE, para IU
El nuevo Parlamento, el quinto en la historia de la comunidad aut¨®noma, ofrece un acabado reflejo de la pluralidad de la sociedad vasca. Siete de las ocho candidaturas presentadas han obtenido representaci¨®n parlamentaria y el hueco dejado por la desaparecida Euskadiko Ezkerra (EE), que consigui¨® 6 esca?os hace cuatro a?os, ha sido ocupado fundamentalmente por Izquierda Unida.
Con la entrada de esta ¨²ltima formaci¨®n en el Parlamento de Vitoria y el despegue del PP, el mapa electoral del Pa¨ªs Vasco se homologa mucho m¨¢s al panorama estatal, mientras el espacio nacionalista tiende a reordenarse. La relaci¨®n de fuerzas entre nacionalistas y no nacionalistas, establecida en 1990 en 50 esca?os de los primeros frente a 25 de los segundos, se modific¨® ayer sustancialmente (ahora es de 4134) ratificando la tendencia hacia el equilibrio ya apuntada en las ¨²ltimas elecciones. El dato resulta doblemente significativo si se tiene en cuenta que el voto nacionalista se ha movilizado m¨¢s intensamente que el estatal en anteriores auton¨®micas.
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