"Es imposible desarmar a toda la gente en un pa¨ªs como Nicaragua"
Hist¨®rico comandante sandinista, ministro de Defensa de Nicaragua desde 1979, personaje pol¨¦mico y poderoso que mantuvo el cargo tras el triunfo de la Uni¨®n Nacional Opositora (UNO) en las elecciones de 1990, Humberto Ortega, de 47 a?os, abandonar¨¢ su puesto en febrero del pr¨®ximo a?o.
El jefe de las Fuerzas Armadas nicarag¨¹enses se entrevist¨® ayer con su hom¨®logo espa?ol, Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas, durante una visita a Madrid en la que pedir¨¢ al Gobierno espa?ol que mantenga su apoyo al proceso de profesionalizaci¨®n de est¨¦ Ej¨¦rcito centroamericano.Pregunta. Usted es ministro de Defensa de Nicaragua desde hace 15 a?os. ?Es tan poderoso que no lo han podido, relevar antes?
Respuesta. Tras la guerra insurreccional contra el dictador Somoza hubo que construir un nuevo Ej¨¦rcito nacional y hacer frente a la agresi¨®n de los Estados Unidos y de la contra. S¨®lo tras el final de esta contienda y de las elecciones de 1990 [que gan¨® la oposici¨®n agrupada en la UNOJ pudimos sentar las bases de un Ej¨¦rcito peque?o, pero s¨®lido y sobre todo comprometido con la democracia nueva en Nicaragua. El Parlamento ha aprobado recientemente un c¨®digo militar que configura, por primera vez en la historia de Nicaragua, unas Fuerzas Armadas que gozan del consenso c?vil y del apoyo de todas las fuerzas pol¨ªticas. Ahora ya no resulta imprescindible que yo permanezca al frente del Ej¨¦rcito y me retirar¨¦ el 21 de febrero del a?o pr¨®ximo.
P. Despu¨¦s de las elecciones de 1990 usted prometi¨® una sustancial reducci¨®n del Ej¨¦rcito. ?Se ha cumplido ese anuncio?
R. Nicaragua necesitaba una modernizaci¨®n y profesionalizaci¨®n de su Ej¨¦rcito por las condiciones del pa¨ªs y por la nueva identidad de las Fuerzas Armadas en todo el mundo tras el final de la guerra fr¨ªa y la desaparici¨®n de los bloques. Dentro de ese perfil m¨¢s profesionalizado el Ej¨¦rcito de Nicaragua ha pasado de contar con unos 90.000 hombres en 1990 a los apenas 15.000 que agrupa en la actualidad. Hemos sido el ¨²nico pa¨ªs de Centroam¨¦rica que ha cumplido el compromiso, de reducir sus tropas dentro de la pol¨ªtica de distensi¨®n en la zona. Estoy tambi¨¦n satisfecho porque hemos logrado que el Ej¨¦rcito nicarag¨¹ense haya dejado de ser sandinista para convertirse en una instituci¨®n del Estado que ya no est¨¢ al servicio ni de la oligarqu¨ªa econ¨®mica ni de un partido pol¨ªtico, como ha ocurrido siempre.
P. Revueltas armadas, secuestros, huelgas con violencia, se han sucedido en Nicaragua en los ¨²ltimos a?os. La asignatura pendiente del pa¨ªs es desmilitarizar y desarmar a la poblaci¨®n. Pero ustedes han fracasado en ese objetivo.
R. Desarmar totalmente a Nicaragua, a toda la gente, es una tarea imposible. Disponer de un fusil o de una pistola es algo com¨²n por tradici¨®n, cultura y formas de vida en un pa¨ªs centroamericano. Ahora bien, debemos desplegar el mayor esfuerzo posible en ese camino. A trav¨¦s de la presi¨®n y de las negociaciones hemos logrado que cerca de 30.000 recontras y recompas hayan entregado las armas. Queda un millar de bandoleros en al gunas zonas del pa¨ªs que recurren a la violencia m¨¢s impulsa dos por el hambre y la crisis econ¨®mica que por motivaciones pol¨ªticas. Los grupos armados no cuentan ya con ning¨²n respaldo pol¨ªtico, ni de los sandinistas ni de la derecha. Pero la violencia est¨¢ ligada a problemas sociales derivados de la pobreza y de la falta de trabajo.
P. ?Conf¨ªa en una victoria electoral del sandinismo en las elecciones de 1996?
R. Fuimos idealistas cuando estuvimos en el poder y carecimos de la experiencia necesaria para comprender que una revoluci¨®n debe crear riqueza para practicar despu¨¦s la justicia social. El esfuerzo revolucionario no gener¨® suficiente bienestar econ¨®mico y ese fracaso se uni¨® a la agresi¨®n norteamericana y a la guerra que padecimos durante a?os. Pero los revolucionarios seguimos vivos y formamos parte de una Nicaragua que debe hacer un esfuerzo de unidad nacional y de di¨¢logo para salir de la pobreza y del subdesarrollo.
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