Conjuros y democracia
Las reacciones p¨²blicas de algunas personas de distintos oficios que ¨²ltimamente han suscitado ciertas cuestiones me han recordado las pr¨¢cticas, voces y gestos de los chamanes o brujos de las tribus cuando quer¨ªan conjurar -agitando instrumentos m¨¢s o menos sonoros y haciendo gestos rituales extremados- los peligros que se cern¨ªan sobre su tribu o sobre alguno de sus componentes.Fue primero la intervenci¨®n de un t¨¦cnico, o t¨¦cnica, del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el tema, tan tra¨ªdo y llevado, de la financiaci¨®n de las pensiones. Y despu¨¦s la del fiscal especial de la droga sobre la conveniencia de estudiar y someter, a, debate la de posible legalizaci¨®n de las llamadas drogas blandas; concretamente el hach¨ªs o cannabis.
En uno y otro caso, las declaraciones que se produjeron y la forma indignada en que se hicieron ten¨ªan m¨¢s de conjuros que quer¨ªan apartar los esp¨ªritus da?inos y malignos liberados por los temas puestos en cuesti¨®n que de intervenciones responsables dirigidas a una sociedad democr¨¢tica y libre, compuesta, esperemos, por mujeres y hombres capaces de razonar sobre los problemas y los males, presentes y futuros, que, les conciernen y les competen.
Digo yo que el problema de la financiaci¨®n de las pensiones en los pr¨®ximos treinta a?os, dando un sistema de financiaci¨®n para pagarlas, y el conocimiento del colectivo que legalmente tiene o tendr¨¢ el derecho de percibirlas, es ante todo un problema t¨¦cnico en el que los dem¨®grafos y estad¨ªsticos y los actuarios de seguros ser¨¢n los que pueden decirnos si el actual sistema de financiaci¨®n de las. pensiones es, o no el adecuado para hacer frente a las necesidades futuras. Por tanto, en vez de escandalizarse ante lo que un t¨¦cnico o t¨¦cnica diga sobre esta important¨ªsima cuesti¨®n, lo que habr¨¢ que hacer es encargar a una comisi¨®n formada por t¨¦cnicos de reconocida capacidad que hagan el pertinente estudio y propongan las posibles soluciones. Y como tales t¨¦cnicos, si estudian el problema exhaustivamente, es casi seguro que contemplar¨¢n distintos escenarios o hip¨®tesis y llegar¨¢n a un abanico de soluciones distintas: estudio y soluciones deben ser objeto de un debate en el Parlamento, con pleno conocimiento de todos los ciudadanos; y ah¨ª es donde los pol¨ªticos, que para eso se les elige, como tales pol¨ªticos pechar¨¢n con la responsabilidad de las decisiones que en definitiva se adopten.
M¨¢s dif¨ªcil y complejo es el problema de la droga. A cualquiera que haya sufrido en su. carne, y lo que es peor, en la carne de su carne, el problema de la drogadicci¨®n y esa desesperaci¨®n que nos invade cuando vemos c¨®mo se hunde y aniquila en la droga el que ha ca¨ªdo bajo su dependencia, hablar de este tema remueve sentimientos y pasiones de tal calibre que es muy dificil enjuiciarlo con serenidad y mucho m¨¢s con frialdad objetiva.Pero hay que hacerlo. Yo, que coincido al ciento por ciento con los que piden justicia y mano dura para los que se enriquecen con las drogas que destrozan y matan a nuestros hijos, confieso que no s¨¦ si la mejor manera de luchar contra esta plaga execrable es iniciar el camino de su legalizaci¨®n, control y regulaci¨®n de su uso por los organismos p¨²blicos o sanitarios, y en un primer momento el de las drogas blandas, o mantener la prohibici¨®n y de lar las cosas tal como est¨¢n. Creo que tiene mucho peso el argumento de los partidarios de la liberaci¨®n cuando sostienen que la legalizaci¨®n y el control sanitario de su uso disminuir¨ªan de una manera dr¨¢stica la criminalidad que se desarrolla en torno al tr¨¢fico de drogas y el monstruoso poder de los narco traficantes. Pero no s¨¦ si con ello el consumo de las drog¨¢s blandas y, en su caso, de las de mas -si ¨¦stas tambi¨¦n se legalizaran y regularan- aumentar¨ªa o disminuir¨ªa. Lo que s¨ª pido como ciudadano que se cree tan libre y responsable como creo que lo son todos mis conciudadanos, y desde luego como el que m¨¢s, es que nuestros pol¨ªticos y responsables sanitarios dejen de dar por resuelto el tema con un "no ha lugar". Les aseguro que, por el hecho de que lo sometan a un debate, quiz¨¢s en primer lugar entre expertos en disciplinas var¨ªas (psiquiatras, soci¨®logos, m¨¦dicos, juristas, economistas, etcetera), serio y ordenado, nadie va a creer . que son partidos del consumo de drogas blandas o duras.
Alg¨²n d¨ªa este debate tendr¨¢ que abrirse en nuestro pa¨ªs. La situaci¨®n actual de rechazo y prohibici¨®n de las drogas blandas y duras no parece que tenga el ¨¦xito que todos deseamos en la lucha contra su consumo. Si hay que continuar en la situaci¨®n actual de prohibici¨®n a ultranza, algunos pensamos que nos gustar¨ªa que antes se hubieran discutido, todo lo a fondo que haga falta, los pros y los contras de la l¨ªberaci¨®n y control del consumo de las drogas llamadas blandas y de las duras. Y si el debate ha de llevarse a la ONU como ha dicho Felipe Gonz¨¢lez, creo que con acierto, porque no es posible tomar acuerdos en este tema por un solo pa¨ªs, que se lleve el debate a la ONU.Comprendo las razones pol¨ªticas y electorales que en este momento, en Espa?a, hacen que nuestros pol¨ªticos no quieran plantear problemas como el de las pensiones y su financiaci¨®n, o el de las drogas, para que no sirvan de armas arrojadizas a sus adversarios. Pero si la democracia de una sociedad, libre al menos en su econom¨ªa y en sus definiciones p¨²blicas, tiene que profundizarse y hacer que los ciudadanos seamos capaces de sobreponemos a nuestras pasiones y sentimientos, esos y otros temas tienen que estudiarse y discutirse objetiva, t¨¦cnica y serenamente. Quiz¨¢s fuera bueno seguir en Espa?a el ejemplo de esas comisiones del Reino Unido que emiten dict¨¢menes y recomendaciones que se publican, compuestas de expertos y personas imparciales.
El camino de racionalizar nuestras decisiones como ciudadanos, incluso tomando en cuenta todos los elementos irracionales propios de nuestra condici¨®n humana, que son ra¨ªz de muchas de las m¨¢s nobles capacidades y creaciones del hombre, es un camino arduo y dif¨ªcil. Pero si la democracia ha de ser algo m¨¢s que una forma pol¨ªtica y los ciudadanos han de serlo libre y plenamente, ese camino, aunque a veces ¨¢spero y duro, es el que ha de seguirse. Y que las verdades econ¨®micas y sociales, *relativas siempre y siempre opinables, no nos escandalicen, y no las conjuremos con gritos y aspavientos que son poco instructivos, democr¨¢ticos y respetuosos para ciudadanos dignos de este nombre.
Alberto Oliart es abogado del Estado, ex ministro de Industria, de Sanidad y Seguridad Social, y de Defensa.
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