El Betis descalabra al Atl¨¦tico
El conjunto andaluz, con un buen planteamiento, se impone a un equipo sin ideas
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Tic, tac; tic, tac. El mecanismo de la bomba se ha disparado contra Maturana y contra el Atl¨¦tico. El estallido se adivina, como se supone en estas circunstancias. Se trata de Gil, no lo olvidemos. Fue un nuevo desastre. M¨¢s que eso: la nada. El Betis pas¨® por el Manzanares y le dej¨® un muerto al Atl¨¦tico de Madrid., No le hizo falta una gran tarde de f¨²tbol, s¨®lo las cosas correctas y precisas. Le bast¨® con buscar sus oportunidades y aprovecharlas. Enfrente ten¨ªa un moribundo, un equipo desanimado con ganas de suicidarse. Y se suicid¨®.Dos pases seguidos son una rareza en el Atl¨¦tico de Madrid, tres pases son una misi¨®n imposible, el incunable que nunca ven los aficionados en el Manzanares. Las cuestiones m¨¢s b¨¢sicas del f¨²tbol est¨¢n olvidadas por equipo rojiblanco, cada vez m¨¢s metido en el agujero. Los defectos se multiplican ahora en un ambiente de crispaci¨®n que acogota a los jugadores. Todos juegan bajo m¨ªnimos. Por ah¨ª anda Caminero, un jugador que cautiv¨® por su poder¨ªo en el Mundial. Por lo visto tiene dudas existenciales. Busca su puesto y no lo encuentra. Un rato por la derecha, otro en el v¨¦rtice del diamante del centro del campo, despu¨¦s de medio centro. Mientras tanto, su presencia pasa inadvertida. Es un futbolista desquiciado, con las neuronas en estado de ebullici¨®n. Sali¨® expulsado por una patada innecesaria, en una jugada intrascendente. Le traicion¨® el inconsciente: quer¨ªa, marcharse como fuera de aquel desastre. No es el ¨²nico aturdido. Lo mismo sucede con Simeone: quiere dirigir, pero es un futbolista dise?ado para acompa?ar. Ellos son los pesos pesados, pero su papel es cada vez m¨¢s reducido. Est¨¢n confundidos, y con ellos todo el equipo, resignado a la mediocridad,.
El Atl¨¦tico es un equipo sin estilo, un defecto impensable en cualquier equipo de Maturana. El t¨¦cnico colombiano se ha dis- durante su carrera por dotar a sus conjuntosde una se?as de identidad muy claras. No es s¨®lo la zona. Es la propuesta de un juego elaborado y sensato. Lo ha hecho en Colombia y en Valladolid. En el Atl¨¦tico es imposible. Desde fuera parece que hay una resistencia a aceptar su modelo. Unos dicen que el equipo est¨¢ conectado con la tradici¨®n, es decir, con el contragolpe; otros se?alan que los problemas son estructurales: es imposible modelar un club de tendencias hist¨¦ricas, sometido a la apabullante presencia de Gil. Por el momento, el Atl¨¦tico es un gallinero. Todos se acusan y se pasan en los micr¨®fonos la pelota que no se pasan los jugadores en el campo.
El Atl¨¦tico no tiene identidad y Maturana cuenta con poco margen para d¨¢rsela. No es una dificultad de ahora. La sucesi¨®n de entrenadores, jugadores y mensajes contradictorios ha significado la p¨¦rdida de la sensatez y de la perspectiva. Maturana sabe que el tiempo corre en contra. Lo saben todos: el t¨¦cnico, los jugadores y Gil. Cada proyecto se ha convertido en un entrenador fulminado. Maturana no ser¨¢ diferente. La paciencia no figura entre las cualidades de Gil, aunque el presidente llamara a la tranquilidad despu¨¦s del partido. Se sent¨ªa abatido, v¨ªctima de la depresi¨®n, y le sali¨® la vena conciliadora. Pero en cualquier instante se arrebatar¨¢ y cargar¨¢ contra todos. En este clima de incertidumbre y reproches que se ha labrado el Atl¨¦tico, es imposible jugar al f¨²tbol.
El Atl¨¦tico sali¨® sin nada que vender. Est¨¢ plano en todos los aspectos: en el an¨ªmico y en el futbol¨ªstico. El equipo se siente preso de la tensi¨®n y de la memoria. Ha visto mucho y nada bueno. En el primer tiempo, el equipo tuvo un aspecto fantasmag¨®rico. En la vertiente estrictamente futbol¨ªstica es un equipo lleno de errores: la participaci¨®n de los defensas en el juego es inexistente; el repliegue de Simeone y De la Sagra hasta las posiciones defensivas para iniciar provoca una fractura descomunal en el centro del campo; la ubicaci¨®n de Caminero es un misterio; Kiko juega a la inglesa, de espaldas a la porter¨ªa; Dobrovolsky no se, ha quitado el fr¨ªo ruso. La lista de calamidades es infinita. En el aspecto an¨ªmico, el equipo est¨¢ destruido. Siente que su lucha contra la historia es in¨²til. Cada temporada sucede lo mismo: la esperanza, los malos resultados, las especulaciones, la estruendosa irrupci¨®n de Gil en las tribunas de prensa, el miedo, el abandonismo y un nuevo entrenador. El pr¨®ximo est¨¢ a la vista, o quiz¨¢ ya ha sido contratado.
El Betis aprovech¨® su oportunidad sin realizar grandes cosas. Le bast¨® juntar a cuatro buenos jugadores (Cu¨¦llar, Alexis, Stosic y Aquino) y mantenerse dentro del partido, sin llevarse por el caos que propon¨ªa el Atl¨¦tico. El equipo andaluz hizo el ¨²nico f¨²tbol apreciable. Toc¨® con correcci¨®n y esper¨® su momento. Visto el trazo del, partido, era seguro que el Betis tendr¨ªa sus oportunidades. Su autoridad sobre los locales fue manifiesta. Nunca el Atl¨¦tico de Madrid ha sido tan triste y pacato. Jaro sali¨® helado del Manzanares, sin una estirada que recordar.
El gol de Aquino tuvo la virtud de reunir a los dos mejores jugadores del Betis y de certificar su superioridad. Naci¨® de la nada. Stosic enganch¨® la pelota en el medio campo del Atl¨¦tico, rodeado por tres rivales, con la porter¨ªa a la espalda. De esa situaci¨®n sali¨® con un control dif¨ªcil, un regate impensable y un pase perfecto hacia Aquino, que desbordo y marc¨®. El Atl¨¦tico estaba muerto. Todo lo que sucedi¨® despu¨¦s s¨®lo sirvi¨® para certificar su defunci¨®n y la puesta en acci¨®n del mecanismo de la bomba. Tic, tac; tic, tac. Lo mismo ha explotado ya.
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